Cada día crece más en todo el mundo el NO a
la pena de muerte. Para la Iglesia esto es un signo de esperanza.
Desde un punto de vista jurídico, no es
necesaria. La sociedad puede reprimir eficazmente el
crimen sin quitar definitivamente a quien lo cometió la posibilidad de
redimirse.
Siempre,
en toda condena, debe haber una ventana de esperanza. La
pena capital no ofrece justicia a las víctimas, sino que fomenta la venganza.
Y
evita toda posibilidad de deshacer un posible error judicial. Por
otro lado, moralmente la pena de muerte es inadecuada, destruye el don más
importante que hemos recibido: la vida. No olvidemos que, hasta el último
momento, una persona puede convertirse y puede cambiar.
Y a la luz del Evangelio, la pena de muerte
es inadmisible. El mandamiento «no matarás» se refiere tanto al inocente como
al culpable.
Por eso, pido a todas las personas de buena
voluntad que se movilicen para lograr la abolición de la pena de muerte en todo
el mundo.
Recemos para que la pena de muerte, que
atenta contra la inviolabilidad y dignidad de la persona, sea abolida en las
leyes de todos los países del mundo.
Papa
Francisco – Septiembre 2022
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