Digo esto por todo lo que he
vivido en Camerún en estos últimos años y que desgraciadamente allí siguen
viviendo y que no es noticia ni casi importa a nadie, empezando por los que allí
gobiernan el país y terminando por nuestros países de occidente.
Ya he escrito otras veces
sobre el conflicto que se vive en Camerún entre la parte anglófona que se opone
al sistema que se les quiere imponer por un grupo de francófonos que no
reconocen las especificidades del sistema anglosajón. Estos se sienten
marginados y discriminados por esa gran mayoría. Conflicto que, en realidad,
tiene su origen debido a la colonización europea de comienzos del siglo XX.
Pero este conflicto volvió a la luz de modo violento a finales del 2016 y ha
causado muchísimas víctimas inocentes y el desplazamiento de cientos de miles
de personas de esa zona hacia otros lugares más seguros. De ello hablaba en los
ecos nº 74, en noviembre de 2018 en donde escribía sobre el origen de
este conflicto armado y los problemas que estaba ocasionando. En junio del 2019
escribía en los ecos nº 80 sobre el incendio de la mayor refinería de
petróleo de Camerún, situada en esa zona anglófona y que se atribuía a los
separatistas. En Octubre del 2019 en los ecos nº 86 escribía sobre una
gran conferencia que organizó el gobierno para buscar soluciones a este
conflicto, llamada gran debate nacional. Desgraciadamente se organizó de prisa
y mal y no sirvió para nada o casi nada. Hace unos meses, en el mes de febrero
de este año, en los ecos nº 94 escribía sobre una masacre que se produjo
en esa zona anglófona, precisamente en Ngarbuh. Esta vez fue un error de
los militares que querían destruir un escondite de armas de los separatistas
pero que ocasionó unas 34 víctimas, de las cuales 14 niños (aunque hasta
hoy en día se ignora la cifra exacta). Y desgraciadamente hoy otros lugares en
donde en estos 2 últimos años ha habido masacres y muerte de muchos inocentes: MUYUKA,
MENKA, PINYING, MUNTENGUENE… Ya veis que nadie ha organizado
manifestaciones en Camerún ni en el extranjero para decir “YO SOY NGARBUH”
o “YO SOY…” uno de estos lugares que he citado, a pesar del gran número
de víctimas y de inocentes que han ocasionado. Parece como si los pobres no fueran
noticia ni motivo de protesta ni de solidaridad.
El sábado, 24 de octubre,
muchos pendientes del clásico Barça-Real Madrid, salió a la luz la noticia que
un grupo de personas armadas hicieron irrupción hacia las 11 de la mañana en la
escuela «Mother Francisca International Bilingual Academy», situada en el barrio Fiango de la ciudad de KUMBA,
en esa región anglófona de Camerún. Estos insensatos llegaron en motos y se
pusieron a abrir fuego con frialdad sobre los alumnos que se encontraban en
clase. Os podéis imaginar el resto.
El ministro de la
comunicación de Camerún hablaba el domingo, en un comunicado oficial del
gobierno, de 6 alumnos fallecidos, entre 9 y 12 años, y de 13 heridos, de los cuales 7 muy
graves. Otras fuentes hablan de 8 fallecidos. Un amigo, que está de
profesor de universidad en esa zona, me decía que son al menos 12 los
fallecidos y os aseguro que, por haber vivido allí unos años, nunca conoceremos
el verdadero número de fallecidos ni cómo se ha acompañado y ayudado a los
heridos y a todas estas familias afectadas por esta violencia inusual. Esto
allí es algo muy normal, el esconder las cifras y el camuflar la verdad.
En su comunicado, el
ministro hablaba de la gran indignación que sentían por este acto odioso
realizado sobre inocentes. El presidente no dijo nada hasta el lunes 26 por la
tarde, dos días después, en donde se hizo público un comunicado suyo en el que
mostraba su consternación por lo ocurrido, daba el pésame a las familias que
habían perdido a sus hijos y daba muestras de apoyo a las familias de los
heridos. Claro está él no se desplazó ni salió en la televisión, es algo a lo
que allí están acostumbrados pues lo viene haciéndolo desde hace años: ni una
declaración, ni un desplazamiento al lugar de los sucesos para acompañar a las
familias afectadas, todavía menos convocar una manifestación nacional
rechazando la violencia y en apoyo a las víctimas; y ni tan siquiera el
difundir esta noticia a todos los países para informar y crear conciencia. Y
eso ante matanzas, accidentes gravísimos con muchos muertos, desgracias
naturales…
Al día siguiente el ministro
de la salud hizo otro comunicado en el que decía que se iba a dar asistencia médica
gratuita a los afectados y apoyo psicológico a las familias de las víctimas. Pero
eso mismo se dijo en el accidente de tren en el 2016 cuando falleció Carlo, el
compañero, y nunca vimos a nadie ni hubo apoyos de ningún tipo en esos días.
Después de las atrocidades
cometidas allí en Kumba muchos están condenando a los autores de esta
barbaridad indecible. En realidad no se sabe quiénes hayan sido. Pero casi
nadie recuerda o se da cuenta que es también culpa del gobierno que al
principio no quiso negociar pacíficamente y que en última instancia falla en su
deber de proteger a los ciudadanos cameruneses. Es cierto que el mismo sábado
por la tarde muchos amigos de Camerún publicaron en sus wasahp fotos con la
frase “JE SUIS KUMBA = YO SOY KUMBA”, supuestamente en apoyo a las
familias directamente afectadas por esta tragedia. En realidad para nada sirve
esto y casi podemos decir que forma parte de las estrategias desarrolladas para
mantener a la gente lejos de cualquier verdadera iniciativa de indignación como
la de protestar contra el gobierno por su mala gestión de la crisis y su
incapacidad para proteger a sus ciudadanos.
Me gustó mucho lo reflexión que un amigo mío hacia y que quiero compartir con vosotros:
“¡YO NO SOY KUMBA! No. Me niego a ser una canción popular y desastrosa que se repite sin cesar cambiando solo de tema.
No. Me niego a cantar este estribillo, porque al final podría adormecerme, darme la impresión de que he contribuido para poder acabar con este salvajismo indecible.
No. Me niego a ser Kumba, porque es la misma canción macabra que precedió a Ngarbuh y a la mujer fusilada con su hijo en sus espaldas, Florence Ayafor... es como si nadie, en ningún sitio del mundo, fuese impactado por la repetición y la escalada de estas barbaridades.
No. Me niego a seguir este lema porque son mejores las acciones mientras uno vive que a título póstumo.
No. Yo no soy Kumba. Yo soy Gildas Douanla un cobarde, como tú también, que mira este país que se hunde y se contenta con escribir y repetir consignas en las redes sociales.
¿Cuántos de los que repiten hoy esta consigna serán mañana el objeto de otra canción con la misma melodía fúnebre?
Entonces, ¿estamos aquí para agarrarnos de la mano mientras cantamos en este camino que conduce directamente al abismo sin pensar en cambiar de rumbo?
Hay que hacer algo. Algo que no sea "Yo soy Kumba".