Lunes 29 agosto 2022
La carrera hacia África.
Todos quieren ayudar a África. Este repentino deseo de solidaridad, aun sin negar las buenas intenciones, es muy sospechoso. Pero es un hecho sorprendente que en un momento internacional particularmente incierto y crítico por el lado de las relaciones de las antiguas grandes potencias (EE.UU.-Rusia) se produzca este repentino estallido de interés por ayudar al continente africano que parece estar ajeno a las actuales disputas, como si se quisiera demostrar que África no se ha olvidado.
Necesidad de África
Todo el mundo sabe que este continente hoy está pagando las cuentas de la guerra en Ucrania y las tensiones entre Occidente y Oriente, como en los tiempos de la guerra fría cuando las batallas entre las grandes potencias se desarrollaban en África. La historia se repite una vez más. Estados Unidos, China, Rusia, la Unión Europea han ido tomando medidas en los últimos meses para no perder el contacto con África que ciertamente tiene necesidad, pero de la que ellos desvelan necesitar tanto.
Parece que podemos prever que esta guerra traerá un nuevo orden político en el mundo. Y, aunque todavía es prematuro imaginar los escenarios futuros en los que se situará África, es fácil pensar que esto comprometerá ese "multilateralismo de la fraternidad" tan querido por el Papa Francisco, y tan necesario en el mundo para la afirmación de la paz y progreso.
Aunque nos parezca sorprendente, en realidad el interés por África no es nada nuevo. La historia se repite. Está claro que no hay nada nuevo ni gratuito. Entre los últimos movimientos significativos, se encuentra el del presidente estadounidense, Joe Biden, que pretende invitar a los líderes africanos a una cumbre que se realizará en la Casa Blanca en Washington el próximo diciembre para demostrar que el interés americano hacia los países africanos no ha disminuido con la intención declarada de seguir colaborando para abordar las "prioridades globales compartidas".
Esta decisión estadounidense se anunció poco después del anuncio de China de establecer un Foro de Cooperación China-África. Pekín tiene intención de extender y aumentar la ya iniciada y casi tradicional política de ayuda a muchos gobiernos africanos destinada a crear importantes infraestructuras, especialmente infraestructuras de comunicación como carreteras, ferrocarriles, puentes, que África necesita con urgencia junto con la construcción de escuelas y hospitales.
Durante muchos años, este tipo de ayuda ha sido practicada por Pekín: recuerdo haber visto a los chinos que trabajaban, uniformados y en silencio, para construir carreteras en Burundi y Congo a principios de los años 60 del siglo pasado.
Los gobiernos africanos están dispuestos a pagar el precio de estas obras -obviamente no son obsequios- pero es un precio asequible, que se puede pagar con las materias primas de las que África es rica y con la transferencia de tajadas de poder a las que los líderes africanos voluntariamente, y casi inconscientemente ceden el uso.
Al gobierno chino no le importa que sus intervenciones sean criticadas por su mala calidad (las carreteras "chinas" no son perfectas y no duran mucho...), lo que busca Pekín al aumentar y multiplicar estas ofertas a los gobiernos africanos es poder ampliar la propia zona de influencia política y económica en un tiempo en el que estar presente garantiza un futuro en el reparto del mundo.
En defensa de sus intereses
La Unión Europea también ha intentado y trata de abrirse un lugar y una presencia en el mundo africano, aunque los proyectos de colaboración europeos gustan menos que los chinos que son inmediatos, libres de las trabas burocráticas propias de los procesos democráticos que caracteriza la cooperación europea.
En cualquier caso, a Bruselas le interesa no estar ausente en este momento en el que China, EEUU y Rusia vuelven a ocupar y repartirse el continente africano. Porque Rusia también no deja de prestar nueva atención a África. Siguiendo una política, un tanto "caduca" tras la caída del Muro de Berlín, durante el mes de julio pasado, el ministro de asuntos exteriores ruso, Lavrov, en plena guerra de Ucrania, abandonó la mesa de negociaciones para ir a Egipto, primera etapa de un viaje que lo llevará más tarde a otros países africanos.
El objetivo es ganar los países africanos para la causa rusa en este conflicto, consolidando viejos y nuevos campos de presencia e influencia y explotación, que en el pasado pertenecieron a la URSS. Así parece que África sirve a su manera para reconstruir ese imperio soviético que para Putin fue escandalosamente abandonado en tiempos de Gorbachov.
En medio de esta carrera de todos hacia África, la misión cristiana no puede, no debe, permanecer inerte y silenciosa. Todos sabemos que los efectos de esta guerra inútil en Ucrania tendrán que ser pagados en gran parte por los propios países africanos. Los medios de comunicación lo han dicho repetidamente. Y no es sólo el problema del trigo ucraniano que se queda atascado en silos o que corre peligro de ser destruido por los misiles de esta guerra, mientras que África necesita urgentemente. Hay otros muchos problemas que son y serán descargados en el continente africano y se sentirán con mucha más violencia de la que podemos sentir en nuestros países.
Es por eso que también por estas repercusiones africanas no podemos permanecer en silencio y dejar que esta guerra sin sentido continúe. Por el bien de África queremos que vuelva la paz y sobre todo que nos demos cuenta de que los problemas de África continúan incluso en tiempos de guerra, es más, aumentan y pesan cada vez más sobre todo en los países más pobres. No es correcto olvidarlos.
¿Y nosotros los cristianos?
Los llamados "grandes" están interesados en África: ¿y nosotros los cristianos? No tenemos objetivos estratégicos de carácter político o expansionista. Nuestra preocupación es llevar el mensaje del Evangelio, para que se establezca la paz y la justicia, la solidaridad y la defensa de la humanidad y de la casa común.
Pedimos que en esta carrera por África se afirme el deseo de que esas poblaciones encuentren el camino de su promoción integral, humana y cristiana y sobre todo se den cuenta del riesgo que corren de ser víctimas de bandoleros. La parábola del Buen Samaritano parece hacerse de nuevo realidad si se aplica a África. Que no suceda que nosotros, como los sacerdotes y los levitas, pasemos de largo y sigamos adelante como si nada, mientras los bandoleros vuelven a saquear a estos pueblos que son hermanos y hermanas de todos nosotros, miembros de la misma familia que la nuestra.
Gabriele Ferrari
No hay comentarios:
Publicar un comentario