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Lunes 22 agosto 2022
De nuevo muerte y destrucción.
En estos últimos días he recibido varios mensajes de amigos y compañeros misioneros que están trabajando en Chad de lo que ha ocurrido en varios pueblos en donde yo trabajé hace unos. Estos pueblos se encuentran en el cantón Leo, precisamente son Leo Mbaya, Leo Moro, Leo Baktana y Leo Villy. Es una zona llana en donde el horizonte se pierde bajo la mirada. Situada entre varios ríos y riachuelos que durante la estación de lluvias, nuestro verano, se desbordan inundándolo todo. Esto que nos puede parecer una desgracia es allí un motivo de mucha alegría ya que permite cultivar campos inmensos de arroz que necesita de esta inundación para producir una buena cosecha. Además la inundación trae muchos peces a pueblos que están alejados del río, asegurando una buena comida en tiempos difíciles y de escasez como son los meses de la siembra antes de la nueva cosecha.
Es cierto que esta inmensa llanura es muy deseada por grupos de pastores nómadas que se desplazan con grandes rebaños de vacas, terneros y ovejas y que se han instalado en los alrededores para que sus rebaños de vacas y ovejas tengan pastos en abundancia durante casi todo el año. Los hay que incluso exigen el ser propietarios de esos terrenos para que nadie los pueda tocar.
Es a causa de esto que desde hace unos años los conflictos entre pastores nómadas que se van sedentarizando y agricultores originarios del lugar han ido en aumento, pues los rebaños invadían los campos y se comían las cosechas. Al final se pusieron de acuerdo creando una especie de cañada por la que los animales pudieran moverse y así evitar que estos invadieran los campos y se comieran las cosechas. Pero esa cañada exigía que buen número de familias tuvieran que trasladarse a otro sitio dejando sus casas y sus campos para el paso del ganado. Al final se logró un entendimiento los agricultores locales se fueron a otro sitio a cultivar dejando sus tierras pero otros agricultores venidos del norte del país e instalados en la zona hace poco tiempo después de haber aceptado el acuerdo no abandonaron sus campos, ni se marcharon. Eso provocó fuertes discusiones el 10 de julio. Al día siguiente, 11 de julio, un gran grupo de nordistas de otras zonas cercanas llegaron armados y atacaron los pueblos de Leo Moro, Leo Baktana y Leo Villy. Ese día hubo 5 muertos y al día siguiente 1 más, todos ellos de población local. La población indignada reaccionó y el día 13 hubo 3 muertos nordistas y varios heridos locales, algunos muy graves. En una de las fotos podéis ver la lista con los nombres de las personas fallecidas. El resto de la población huyó intentando salvar sus vidas, pero dejando todo lo que poseían.
Cuando parecía que todo estaba tranquilo, casi después de un mes, de repente llegó otro segundo ataque y saqueo el 7, 8 y 9 de agosto. De nuevo en los pueblos Leo Moro, Leo Baktana y Leo Villy, pero extremamente violentos en Leo-Mbaya, Kawi y Kaouran. Hablan que llegaron más de 150 jinetes a caballo armados con armas, arcos y fusiles, y junto a ellos se estiman a unos 500 o 600 los mercenarios que atacaban a pie junto a ellos. En estos pueblos los nordistas quisieron destruir todo e incendiaron todo lo que encontraban en su camino. Se han contado 8913 casas o chozas de paja y 5 iglesias protestantes que fueron quemadas y unas 700 cabezas de ganado que fueron robadas. Entre los fallecidos había una niña de unos 2 años que su madre llevaba en su espalda y que falleció debido a una flecha que también hirió a su madre.
Se han hecho varias reuniones en los pueblos en donde ha habido representantes de la justicia, de la iglesia, y de la sociedad civil y se ha intentado hacer un recuento de las víctimas y de las pérdidas ocasionadas. En Leo Moro se llevaron 113 terneros, 350 cabras, 225 sacos de 100 kilos de arroz. En los otros 3 pueblos arriba citados murieron 6 personas en las revueltas del 9 al 13 de julio, y otras 6 en la 2ª ola del 7 al 9 de agosto.
Antxón, un javeriano que se encuentra no muy lejos del lugar de los hechos, escribía estos días una carta circular a sus amigos y decía: “quien se atreve a dar cifras de muertos habla de 57, pero este aspecto será imposible de verificar. La situación se ha agravado a causa de las autoridades, pues el gobernador sostiene la versión de los ganaderos y los militares y por eso solo detienen a los campesinos (y a los periodistas que intentan acceder).
En mi parroquia también hay grupos de ganaderos nómadas. Hace ya 26 años que llegué a Chad y en estos años nunca he oído que hayan provocado problemas. Pasan la estación seca al borde del río a unos 50 kilómetros y la de lluvias aquí. Los ganaderos nómadas de nuestra zona atravesaron la zona donde se están matando días antes de que empezase el conflicto. El gobierno les ha puesto protección militar por si acaso, pero al mercado vienen sin escolta (eso sí, sin abandonar sus flechas envenenadas o sus espadas). Yo temía que pagasen justos por pecadores y que el conflicto degenerase en un todos contra todos, pero de momento no es así, aquí todo está tranquilo y los nómadas hacen vida normal”.
El periodista de la radio comunitaria de Gunu Gaya fue encarcelado el 10 de agosto acusado de transmitir informaciones que no debía. Y según escribía Antxon “hemos estado casi una semana sin internet, oficialmente por una avería en las dos fibras ópticas que atraviesan Chad y que llegan de Camerún y de Sudán. En realidad ha sido el gobierno quien ha cortado la conexión para que no se difundan las noticias de los enfrentamientos entre agricultores y ganaderos”.
Es triste ver que en medio de todo, los que sufren son la gente sencilla, son ellos los que siempre salen perdiendo y deben abandonar todo para escapar así huyendo de la muerte. Las autoridades siguen siendo parciales y siguen apoyando a los ganaderos nómadas y nordistas por afinidad étnica y religiosa, al presentarse como musulmanes. Y por si fuera poco se intenta acallar a los que pueden informar y quieren así ayudar a que la verdad salga a la luz.
Según un comunicado de hace 3 días de Vatican news, la comisión de Justicia y Paz de la diócesis de Pala, reaccionó enseguida y se movilizó para recaudar víveres y productos de primera necesidad que pudieran aliviar el sufrimiento de todos los afectados.
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