Viernes 4 Marzo 2022"Nosotros que
conocemos la guerra, os lo suplicamos: ¡no lo hagáis!"
Llevábamos varias semanas con la amenaza, la intimidación,
las acusaciones de unos y otros, el miedo, las negociaciones, visitas y
encuentros diplomáticos de todo tipo. Y lo que parecía imposible y muchos no lo
hubiéramos imaginado nunca vemos que, desgraciadamente se ha hecho realidad. De
nuevo la guerra, la violencia, la muerte, la destrucción, el odio y todo eso
por el capricho o la cabezonería de unos pocos.
El otro día un amigo me enviaba un mensaje con
una foto de soldados en la que estaba escrito: “la guerra es un lugar donde
jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí, por la decisión de
viejos que se conocen y se odian, pero no se matan…” y que cierto es.
Además es muy triste lo que está pasando pues esos dos países, Rusia y Ucrania,
son dos países con una mayoría enorme de cristianos, allí ortodoxos, y hemos
visto muchas veces a Putin en celebraciones públicas, mostrando lo que él era o
fingía ser. Viendo los bombardeos, la violencia, el pánico que ésta ha causado
en los habitantes de Ucrania, pero también en el resto del mundo, me pregunto
en qué creen estas personas que han provocado la guerra, qué es lo que llevan
en su corazón y cuáles son los intereses escondidos.
Desde
hace varias semanas, mientras los rusos estaban desplegando todo su arsenal de
guerra en la frontera de Rusia con Ucrania, y viendo también la respuesta de
estos últimos y el envío armas de las grandes potencias del mundo, yo me decía para
mis adentros: “¡Cuánto se podría hacer
en países pobres con lo que cuestan todas esas armas y con todos esos dinerales
que se han invertido para la guerra!”
Los romanos decían “si vis pacem, para bellum”,
que podríamos traducir, “si quieres la paz prepara la guerra”.
Pero sabemos que el mensaje de Jesús, que escuchamos hace solo dos semanas, es completamente
distinto y revolucionario: “amad a vuestros enemigos, haced el bien a
los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian”.
Pero parece que estas palabras, Putin y otros muchos como él, no las han debido
escuchar nunca.
Justo
un día después de que estallara la guerra recibía este mensaje de un compañero
que lleva muchos años en Bukavu, una ciudad hermosa pero sufriente o casi
agonizante en el este de la República Democrática del Congo, a causa de una
guerra o guerrilla interminable. La RDC es un país que lleva muchos años en
guerra, en la que muchísimas personas han muerto, otras muchas han tenido que
desplazarse perdiéndolo todo para conservar al menos la vida. Un país en donde sí
que saben lo que es la guerra y lo que esta produce en la vida de la gente de a
pie. El mensaje tenía este título: "NOSOTROS
QUE CONOCEMOS LA GUERRA, OS LO SUPLICAMOS: ¡NO LO HAGÁIS!" Fue escrito
la víspera en que estalló la guerra. Fueron 60 jóvenes congoleñas de Bukavu, la
capital de Kivu del Sur, las que lanzaban este comunicado para evitar que
estallara la guerra entre Rusia y Ucrania, que desgraciadamente estalló la
madrugada del 24 de febrero. En su llamamiento, las jóvenes decían:
“Nosotros, los jóvenes de Bukavu, la
generación de la guerra, hemos sufrido muchas desgracias y traumas a causa de
ella. Por eso os pedimos que no iniciéis la guerra. Alguien escribió:” Si quieres la paz, prepárate para la guerra”,
pero nosotros decimos con el Papa Francisco: “Quien quiera la paz, que prepare la paz”.
Los estados que hacen la guerra, las
multinacionales que producen armas y buscan a toda costa la riqueza de otro
país no sufrirán, se enriquecerán, pero son los pobres los que deben sufrir;
somos nosotros, los jóvenes, los que sufrimos. Quien quiera la guerra, que nos
pregunte qué estamos pasando hoy los congoleños, los que hemos conocido la
guerra.
No hay ningún
tesoro escondido en la guerra. Con la guerra perdemos a nuestros padres,
hermanos y hermanas, nuestras posesiones y la vida. Durante la guerra hemos
perdido a muchos de nuestros abuelos, quienes tal vez hoy podrían contarnos su
vida pasada y enseñarnos cómo comportarnos en la vida.
En la
guerra se entierra a más de diez personas en
la misma fosa, como si fueran abono. Las mujeres enviudan, los hombres
enviudan, los niños quedan huérfanos, los padres pierden a sus hijos. Muchos
niños nunca han conocido a su familia; se quedaron sin hogar, viven en la calle
y nunca han ido a la escuela".
La guerra desestabiliza a la sociedad, trae hambre y miseria, humilla a las
personas, pisotea la dignidad humana, no permite que las personas trabajen ni
descansen ni de día ni de noche, impide el progreso, destruye en un instante
los recursos ganados con esfuerzo, trae regresión en todas las áreas:
espiritual, intelectual, moral, material...
La guerra trae desorden y destruye el medio ambiente: las bombas contaminan
el aire y nos traen enfermedades. Se cierran las escuelas, se bloquean los
viajes, se destruyen los centros de salud, el país se vuelve inhabitable. Miles
de personas huyen dejando todo lo que tienen para vivir miserablemente en un
país vecino y a veces hasta se sublevan contra quienes los acogieron y así la
guerra sigue extendiéndose.
La guerra crea traumas, incluso a los que estaban en el seno de sus madres.
Quienes sobreviven tienen grandes heridas internas y, a menudo, quedan física o
mentalmente discapacitados. La violencia contra las mujeres delante de sus
hijos y sus maridos se convierte en una herida que nunca cicatriza. Los embarazos
no deseados aumentan y los niños abandonados en la calle aumentan.
La guerra nos divide, hiere el corazón de las personas y trae calumnias,
celos, acusaciones, venganza y discordia. La persona se siente culpable el
resto de su vida, los hay que incluso enloquecen. La guerra extermina a los
jóvenes, el mundo del mañana. En la guerra, los soldados buscan jóvenes para
llevarlos al bosque y convertirlos en guerrilleros.
La guerra
deja paro
y hábitos de violencia: asesinatos, violaciones, robos... Son muchos los que
aprenden a vivir sin valores. Los niños nacen, crecen y envejecen en la guerra
y por eso la guerra se ha convertido en un legado de generación en generación.
La guerra
nos aleja de Dios,
porque no respetamos la obra de su creación y su proyecto de amor y fraternidad
entre los seres humanos. Todos somos hijos del mismo Padre: si supiéramos el
valor de nuestra existencia, no nos atreveríamos a derramar la sangre de otro
ser humano. ¿Qué es lo que impulsa al hombre a hacer la guerra contra otro
hombre? Los que hacen la guerra pagarán por la sangre derramada y por los
bienes saqueados. Seremos juzgados por cada provocación de guerra Podemos decir
que hoy los animales se han vuelto más sabios que los hombres.
La guerra
no es una solución a los problemas, sino un problema más. Después de la guerra hay
sufrimiento, arrepentimiento. En la guerra no se gana nada, pero siempre hay
pérdidas irrecuperables. El amor, la escucha y el diálogo, son las verdaderas
formas de resolver los conflictos! "
Os rogamos, por amor de Dios nuestro Creador,
que conoce el número de nuestros cabellos, buscad la reconciliación, olvidad lo
que os divide, deponed las armas. Hay muchas formas de encontrar un compromiso
sin ir a la guerra. Somos hermanos: ¿por qué hacernos daño a causa de este
mundo que pasará? Esta tierra no nos pertenece: tarde o temprano la dejaremos.
Tomemos conciencia del don precioso que Dios nos ha dado: ¡la vida!
Debemos ser todos hermanos, como dice el Papa Francisco. Para combatir todos los desafíos de la humanidad, como la pandemia, los desastres naturales, debemos caminar juntos. Vivimos en la justicia, esa que nos hará ver al otro como un hermano y una hermana que debemos amar, con quien caminar y convivir. Queremos conocer la alegría, la paz, la justicia, la fraternidad. ¡Queremos construir un mundo nuevo! Que la paz reine en este año 2022 en Bukavu y en todo el mundo. La virgen María intercede por nosotros". (Agencia Fides 23/2/2022)
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