Jueves 4 Noviembre 2021CUENTA LO QUE HAS VISTO
Y OIDO: liberación después de un largo secuestro
Hemos acabando este mes de Octubre, mes de la
misión, que nos ha invitado a “CONTAR LO
QUE HEMOS VISTO Y OIDO”, y creo que es una bendición de Dios el poder contar
con la historia y el testimonio de una misionera que nos muestra que lo ha dado
todo al Señor y a sus herman@s a los que ella fue enviada hace unos años en
Mali, en el centro de África.
La hermana Gloria Cecilia Narváez, es una religiosa colombiana de la comunidad de las Franciscanas de
María Inmaculada de 59 años de edad, que hasta el 2017 llevaba seis años como
misionera en Mali en la parroquia de Karangasso, en la zona fronteriza entre
Mali y Burkina Faso, a unos 400 kilómetros al sur de la capital Bamako, y que antes
de llegar allí estuvo otros 6 años en Benín.
El 7 de febrero de 2017, sin duda alguna, es una fecha que nunca olvidará pues fue secuestrada
por cuatro hombres armados pertenecientes a un grupo extremista islámico que
tanto daño está haciendo en esos países del África central-occidental. Unos meses después de su secuestro, en
julio de 2017, apareció en un vídeo
reivindicado por Al Qaeda. Desde entonces la comunidad cristiana de Bamako rezaba
por ella, y en 2020 la Iglesia católica del país organizó una jornada de
oración por su liberación.
Han sido 4
años y 8 meses de secuestro, de privación de libertad, de miedo por su
estado de salud frágil, de oraciones y llamadas de líderes políticos y
religiosos y de esfuerzos conjugados de varios servicios de inteligencia. Y
podemos decir, gracias a Dios, que se han visto coronados por un final feliz el
sábado 9 de octubre, día de su liberación. La noticia corrió como la pólvora
después de un comunicado de parte de la presidencia de Malí en donde anunciaban
su liberación y saludaban "el coraje y la valentía de la hermana Gloria
Cecilia".
Las primeras imágenes que tenemos de la hermana en
su visita al presidente de Mali acompañada por el obispo de Bamako, la vemos
con su vestido amarillo chillón y nos cuesta un poco reconocerla. Las palabras
que allí pronunció fueron “que Dios bendiga a todos los que han
colaborado para permitir mi liberación, que Dios bendiga a Mali” Ese
mismo día fue llevada a Roma, sede central de su congregación y al día
siguiente, domingo 10, participo en la eucaristía presidida por el papa
Francisco quien la saludó, abrazó, bendijo y dio gracias por su liberación. Ya
en 2019 el mismo papa había hecho un vídeo pidiendo por su liberación. Allí en
Roma sus primeras palabras fueron pocas pero profundas: "Siempre me aferré a Dios”.
La hermana Gloria Cecilia permaneció en su comunidad franciscana de Roma
durante unos días, y allí realizó los
correspondientes exámenes médicos y psicológicos antes de regresar a su país, Colombia.
Después de unos días de su llegada a Colombia hizo estas declaraciones: “¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que
me ha hecho?”, comenzaba la hermana Gloria Cecilia y enseguida
elevó una “acción de gracias a Dios porque lo he sentido cercano en este
cautiverio”. Después continuó agradeciendo al papa Francisco, así
como a los gobiernos de Italia, Mali, al de Colombia y a su familia. “A todas aquellas personas que oraron por mí
e hicieron posible mi liberación y a aquellas que me han fortalecido con sus
detalles y gestos de fraternidad un sincero Dios les pague”, culminó.
Edgar una de sus hermanas, comentaba que
fue muy doloroso darle la noticia de la muerte de nuestra madre Rosa había
fallecida en noviembre de 2020”. Y comentaba: “mi madre era como mi amiga, más
que una mamá era como mi compañera, una señora de buen carácter, como Gloria,
creo que de ahí lo heredó. Muy buena gente, con un corazón enorme. Mi madre
nunca tuvo problemas con nadie; ella rezaba todas las noches, y rezó como
más de 1.600 rosarios por su liberación, y creo que ella también tiene parte en
esto. Rosita –como la llamaban cariñosamente– ya estaba cansada y “muy viejita,
empezó a bajar de peso, a complicarse físicamente. Ella me dijo, horas antes de
morir, que, cuando recibiera a mi hermana, le dijera que siempre la estuvo
esperando, que rezó por ella en estos años: ‘Recíbanla con todo el amor
que no podré’, fue su última voluntad”.
El padre Gigi
Maccalli, misionero de la Sociedad de Misiones Africanas, fue secuestrado
en su misión en Níger el 17 de septiembre de 2018 y luego liberado el 8 de
octubre de 2020, al enterarse de la liberación de la hermana Gloria Cecilia hablaba
con las siguientes palabras: "Alegría, alegría, alegría". El
padre Gigi publicaba hace poco un libro con el título "Cadenas de libertad". Dos años
secuestrado en el Sahel", en el
que narra toda su experiencia, el haber pasado meses en el desierto, el
silencio y el llanto, pero con la experiencia de llevar cadenas que liberaron
su espíritu. Y afirma: "mis pies estaban encadenados, pero mi
corazón no. Se abrió un espacio que me llevó a vivir la misión de una manera
nueva. Mi corazón caminó".
El padre Gigi hacía una entrevista en los días
posteriores a la liberación de la hermana Gloria Cecilia en la que decía: “Sentí
una inmensa alegría cuando me enteré de su liberación; para mí fue como
revivir, hace apenas un año, mi liberación. No hay palabras, mi corazón saltó
de alegría, comencé a enviar mensajes a amigos, a personas a las que había
pedido que siguieran rezando por la liberación de los rehenes. Alegría,
alegría, alegría. Una inmensa alegría cuando me llegó esta noticia”.
A la pregunta “habiendo vivido una experiencia
similar, ¿qué significa volver a la libertad y qué cree que sintió la hermana
Gloria cuando se sintió libre?”, el padre Gigi respondió: “Uno comprende el valor de la
libertad cuando se pierde. La experiencia del encierro, de la soledad, nos hace
crecer en la conciencia de lo hermosa que es la vida cuando está llena de amor
y libertad. Volver a encontrar la libertad, después de una experiencia de
encierro, es volver a la vida, a vivir plenamente, y es una experiencia única
cuando se ha experimentado la soledad. Es una experiencia única cuando se ha
experimentado la soledad, se comprende que no es bueno que el hombre esté solo,
estamos entrelazados con el amor y la libertad, la relación con los seres
queridos, con Dios, con el mundo, ¡esto es la vida! El cautiverio nos quita lo
esencial, como poder abrazar, conocer, poder ir libremente y abrazar a las
personas que queremos. Para mí esto es ser libre, poder amar, poder vivir
plenamente, este tejido hace que la vida sea bella: el amor y la libertad.
Yo digo que nada es imposible para
los que rezan, para los que creen, para los que esperan. La oración es energía
positiva, es espacio, es vacío disponible para la llegada de Dios. El Evangelio
del domingo también decía que lo que es imposible para los hombres no es
imposible para Dios. Creo que la oración permite que Dios entre en los
corazones de la gente en el mundo, seguimos rezando, seguimos apoyando a los
que sufren, a los que están solos, a los que están olvidados. Los frutos de
tanta oración -lo he experimentado- han calentado mi corazón, han sostenido mi
encierro y hoy estoy aquí para testimoniar que gracias a esta oración coral e
incesante, he vuelto a encontrar la libertad. Para mí el icono de esto es lo
que encuentro en los Hechos de los Apóstoles donde se dice que, mientras Pedro
estaba en la cárcel, una oración incesante subía de la Iglesia por él. Esta
oración incesante rompe las cadenas y produce frutos de libertad. Nada es
imposible para los que rezan”.
Y
quiero concluir con esta oración que fue compuesta por una religiosa justo el
día siguiente de la liberación de la hermana Gloria Cecilia.
TE
ESPERÁBAMOS
Te
esperábamos,llegaste
vestida de pluralidad,amarillo
tu traje,verde
e intacta tu esperanza,curtida
tu piel,y
color sangre ofrenda tu experiencia.
Llegaste
justo hoy,
cuando
el Espíritu aletea
sinfonías
sinodales;
cuando
nos urge a lo común
y
nos dispone a la escucha.
Volviste
para recordarnos,
donde
debemos estar los consagrados:
en
el lugar del riesgo,
en
los recodos
en
los que se expresa plural la vida,
en
los espacios en los que la sororidad,
implica
darse
hasta
las últimas consecuencias.
¡Llegaste
y estamos alegres!
Hermana
Gloria,
hermana
de todos
tus
hermanos y hermanas,
hermana
de los últimos
y
los desheredados.
Narración
viva
de
lo más auténticamente cristiano.
Hoy,
tú eres la Palabra,
y
tu testimonio confirma,
más
allá de la retórica ,
lo
que significa ser discípulos misioneros.
Nos
alegra tu libertad,
…¿será
que verte,
y
verlo a Él en ti,
también
a nosotros nos libera?
Liliana Franco Echeverri, odn
Parábola
hindú.
Un príncipe oriental, para dar una
lección a sus súbditos sobre la búsqueda de Dios, hizo reunir un día a muchos
ciegos. Después ordenó que se les mostrase el mayor de sus elefantes sin
decirles qué animal tenían delante. Cada ciego se acercó al elefante y le
tocaron en diversas partes de su cuerpo. Al final el príncipe preguntó qué
había palpado cada uno. El que había tocado las piernas dijo que un tronco
arrugado de un árbol. El que había tocado la trompa, una gruesa rama nudosa. El
que había tocado la cola, una serpiente desconocida. Un muro, dijo el que había
tocado el vientre. Una pequeña colina, el que había tocado el lomo. Como no se
ponían de acuerdo entre ellos, comenzaron a discutir. El príncipe interrumpió
la discusión: - Esta pequeña muestra os hacer ver cómo de las grandes cosas
conocemos muy poco, y de Dios casi nada
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