viernes, 5 de noviembre de 2021

ECOS DE LA SABANA nº 143

 

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Jueves 4 Noviembre 2021
CUENTA LO QUE HAS VISTO Y OIDO: liberación después de un largo secuestro

Hemos acabando este mes de Octubre, mes de la misión, que nos ha invitado a “CONTAR LO QUE HEMOS VISTO Y OIDO”, y creo que es una bendición de Dios el poder contar con la historia y el testimonio de una misionera que nos muestra que lo ha dado todo al Señor y a sus herman@s a los que ella fue enviada hace unos años en Mali, en el centro de África.

La hermana Gloria Cecilia Narváez, es una religiosa colombiana de la comunidad de las Franciscanas de María Inmaculada de 59 años de edad, que hasta el 2017 llevaba seis años como misionera en Mali en la parroquia de Karangasso, en la zona fronteriza entre Mali y Burkina Faso, a unos 400 kilómetros al sur de la capital Bamako, y que antes de llegar allí estuvo otros 6 años en Benín.

El 7 de febrero de 2017, sin duda alguna, es una fecha que nunca olvidará pues fue secuestrada por cuatro hombres armados pertenecientes a un grupo extremista islámico que tanto daño está haciendo en esos países del África central-occidental. Unos meses después de su secuestro, en julio de 2017,  apareció en un vídeo reivindicado por Al Qaeda. Desde entonces la comunidad cristiana de Bamako rezaba por ella, y en 2020 la Iglesia católica del país organizó una jornada de oración por su liberación. 

Han sido 4 años y 8 meses de secuestro, de privación de libertad, de miedo por su estado de salud frágil, de oraciones y llamadas de líderes políticos y religiosos y de esfuerzos conjugados de varios servicios de inteligencia. Y podemos decir, gracias a Dios, que se han visto coronados por un final feliz el sábado 9 de octubre, día de su liberación. La noticia corrió como la pólvora después de un comunicado de parte de la presidencia de Malí en donde anunciaban su liberación y saludaban "el coraje y la valentía de la hermana Gloria Cecilia".

Las primeras imágenes que tenemos de la hermana en su visita al presidente de Mali acompañada por el obispo de Bamako, la vemos con su vestido amarillo chillón y nos cuesta un poco reconocerla. Las palabras que allí pronunció fueron “que Dios bendiga a todos los que han colaborado para permitir mi liberación, que Dios bendiga a Mali” Ese mismo día fue llevada a Roma, sede central de su congregación y al día siguiente, domingo 10, participo en la eucaristía presidida por el papa Francisco quien la saludó, abrazó, bendijo y dio gracias por su liberación. Ya en 2019 el mismo papa había hecho un vídeo pidiendo por su liberación. Allí en Roma sus primeras palabras fueron pocas pero profundas: "Siempre me aferré a Dios”.

La hermana Gloria Cecilia permaneció en su comunidad franciscana de Roma durante unos días, y allí  realizó los correspondientes exámenes médicos y psicológicos antes de regresar a su país, Colombia. Después de unos días de su llegada a Colombia hizo estas declaraciones: “¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?”, comenzaba la hermana Gloria Cecilia y enseguida elevó una “acción de gracias a Dios porque lo he sentido cercano en este cautiverio”. Después  continuó agradeciendo al papa Francisco, así como a los gobiernos de Italia, Mali, al de Colombia y a su familia. “A todas aquellas personas que oraron por mí e hicieron posible mi liberación y a aquellas que me han fortalecido con sus detalles y gestos de fraternidad un sincero Dios les pague”, culminó.

Edgar una de sus hermanas, comentaba que fue muy doloroso darle la noticia de la muerte de nuestra madre Rosa había fallecida en noviembre de 2020”. Y comentaba: “mi madre era como mi amiga, más que una mamá era como mi compañera, una señora de buen carácter, como Gloria, creo que de ahí lo heredó. Muy buena gente, con un corazón enorme. Mi madre nunca tuvo problemas con nadie; ella rezaba todas las noches, y rezó como más de 1.600 rosarios por su liberación, y creo que ella también tiene parte en esto. Rosita –como la llamaban cariñosamente– ya estaba cansada y “muy viejita, empezó a bajar de peso, a complicarse físicamente. Ella me dijo, horas antes de morir, que, cuando recibiera a mi hermana, le dijera que siempre la estuvo esperando, que rezó por ella en estos años: ‘Recíbanla con todo el amor que no podré’, fue su última voluntad”.

El padre Gigi Maccalli, misionero de la Sociedad de Misiones Africanas, fue secuestrado en su misión en Níger el 17 de septiembre de 2018 y luego liberado el 8 de octubre de 2020, al enterarse de la liberación de la hermana Gloria Cecilia hablaba con las siguientes palabras: "Alegría, alegría, alegría". El padre Gigi publicaba hace poco un libro con el título "Cadenas de libertad". Dos años secuestrado en el Sahel",  en el que narra toda su experiencia, el haber pasado meses en el desierto, el silencio y el llanto, pero con la experiencia de llevar cadenas que liberaron su espíritu. Y afirma: "mis pies estaban encadenados, pero mi corazón no. Se abrió un espacio que me llevó a vivir la misión de una manera nueva. Mi corazón caminó".

El padre Gigi hacía una entrevista en los días posteriores a la liberación de la hermana Gloria Cecilia en la que decía: “Sentí una inmensa alegría cuando me enteré de su liberación; para mí fue como revivir, hace apenas un año, mi liberación. No hay palabras, mi corazón saltó de alegría, comencé a enviar mensajes a amigos, a personas a las que había pedido que siguieran rezando por la liberación de los rehenes. Alegría, alegría, alegría. Una inmensa alegría cuando me llegó esta noticia”.

A la pregunta “habiendo vivido una experiencia similar, ¿qué significa volver a la libertad y qué cree que sintió la hermana Gloria cuando se sintió libre?”, el padre Gigi respondió: “Uno comprende el valor de la libertad cuando se pierde. La experiencia del encierro, de la soledad, nos hace crecer en la conciencia de lo hermosa que es la vida cuando está llena de amor y libertad. Volver a encontrar la libertad, después de una experiencia de encierro, es volver a la vida, a vivir plenamente, y es una experiencia única cuando se ha experimentado la soledad. Es una experiencia única cuando se ha experimentado la soledad, se comprende que no es bueno que el hombre esté solo, estamos entrelazados con el amor y la libertad, la relación con los seres queridos, con Dios, con el mundo, ¡esto es la vida! El cautiverio nos quita lo esencial, como poder abrazar, conocer, poder ir libremente y abrazar a las personas que queremos. Para mí esto es ser libre, poder amar, poder vivir plenamente, este tejido hace que la vida sea bella: el amor y la libertad.

Yo digo que nada es imposible para los que rezan, para los que creen, para los que esperan. La oración es energía positiva, es espacio, es vacío disponible para la llegada de Dios. El Evangelio del domingo también decía que lo que es imposible para los hombres no es imposible para Dios. Creo que la oración permite que Dios entre en los corazones de la gente en el mundo, seguimos rezando, seguimos apoyando a los que sufren, a los que están solos, a los que están olvidados. Los frutos de tanta oración -lo he experimentado- han calentado mi corazón, han sostenido mi encierro y hoy estoy aquí para testimoniar que gracias a esta oración coral e incesante, he vuelto a encontrar la libertad. Para mí el icono de esto es lo que encuentro en los Hechos de los Apóstoles donde se dice que, mientras Pedro estaba en la cárcel, una oración incesante subía de la Iglesia por él. Esta oración incesante rompe las cadenas y produce frutos de libertad. Nada es imposible para los que rezan”.

Y quiero concluir con esta oración que fue compuesta por una religiosa justo el día siguiente de la liberación de la hermana Gloria Cecilia.

TE ESPERÁBAMOS
Te esperábamos,
llegaste vestida de pluralidad,
amarillo tu traje,
verde e intacta tu esperanza,
curtida tu piel,
y color sangre ofrenda tu experiencia. 

Llegaste justo hoy,
cuando el Espíritu aletea
sinfonías sinodales;
cuando nos urge a lo común
y nos dispone a la escucha.
 
Volviste para recordarnos,
donde debemos estar los consagrados:
en el lugar del riesgo,
en los recodos
en los que se expresa plural la vida,
en los espacios en los que la sororidad,
implica darse
hasta las últimas consecuencias.
 
¡Llegaste y estamos alegres!
 
Hermana Gloria,
hermana de todos
tus hermanos y hermanas,
hermana de los últimos
y los desheredados.
Narración viva
de lo más auténticamente cristiano.
 
Hoy, tú eres la Palabra,
y tu testimonio confirma,
más allá de la retórica ,
lo que significa ser discípulos misioneros.
 
Nos alegra tu libertad,
…¿será que verte,
y verlo a Él en ti,
también a nosotros nos libera?
Liliana Franco Echeverri, odn

Parábola hindú.

Un príncipe oriental, para dar una lección a sus súbditos sobre la búsqueda de Dios, hizo reunir un día a muchos ciegos. Después ordenó que se les mostrase el mayor de sus elefantes sin decirles qué animal tenían delante. Cada ciego se acercó al elefante y le tocaron en diversas partes de su cuerpo. Al final el príncipe preguntó qué había palpado cada uno. El que había tocado las piernas dijo que un tronco arrugado de un árbol. El que había tocado la trompa, una gruesa rama nudosa. El que había tocado la cola, una serpiente desconocida. Un muro, dijo el que había tocado el vientre. Una pequeña colina, el que había tocado el lomo. Como no se ponían de acuerdo entre ellos, comenzaron a discutir. El príncipe interrumpió la discusión: - Esta pequeña muestra os hacer ver cómo de las grandes cosas conocemos muy poco, y de Dios casi nada

 


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