viernes, 20 de agosto de 2021

ECOS DE LA SABANA nº 135

 

Viernes 20 Agosto 2021
CUANDO POLÍTICOS E INTELECTUALES SIEMBRAN EL ODIO

El filósofo francés Jean Jacques Rousseau decía que el hombre nace bueno pero la sociedad lo pervierte. Yo creo que no le faltó razón a este pensador del siglo de las luces. Pienso que los seres humanos nacemos con corazón bueno, naturalmente dispuesto a amar y hacer lo que la conciencia juzgue humano o bien. Por esto “los monstruos” (metáfora para referirse a las personas crueles) no lo son por esencia, sino por transformación. Tales transformaciones negativas se operan en contextos sociales en que imperan las injusticias, la impunidad, las desigualdades de todo tipo, entre otras. En efecto, la gente que cae en la tentación de prosperar siguiendo el camino “fácil” de la maldad y del odio estima que pasar por el amor es lento e improductivo. Como consecuencia el prójimo no es visto como otra víctima de la coyuntura, al igual que nosotros, sino como la causa de nuestra infortuna, de ahí la idea de buscar la felicidad propia rechazando u odiando al otro. En este razonamiento se fundamentan plagas como la xenofobia, el racismo o el tribalismo. Nos hubiera gustado que lo que hemos venido diciendo hasta aquí fuera pura especulación y nada más, pero desafortunadamente es la triste realidad que vivimos, como lo vamos a ver en Camerún.

Si no lo sabían, Camerún es un pequeño país que se extiende sobre unos 475,445 km2 con una población estimada a 26.545.863 habitantes en 2020. El dato que nos interesa aquí es que esta comunidad humana viene compuesta por unas 240 etnias, con igual número de lenguas locales. Esta riqueza humana y cultural que hubiera podido constituir el trampolín para erizar una sociedad única en su diversidad armoniosa es desafortunadamente manipulada y las comunidades tribales puestas en antagonismo por intelectuales y políticos.

En efecto, parece que el tribalismo despierta entre los cameruneses principalmente cuando se preparan las elecciones, las presidenciales en particular. Fue el caso en 2018. Otro tanto suele ocurrir en Costa de Marfil y otros países africanos con diversidad étnica importante. En Camerún, en este contexto, ciertos intelectuales o por intereses ocultos, o para darse importancia, o para aumentar su comunidad de seguidores se lanzan en la empresa arriesgada de crear conceptos para catalogar y caracterizar las etnias así como su funcionamiento en el marco nacional de convivencia. Haciéndolo no prescinden de etiquetas que vivifican la radicalización y fomentan el tribalismo. Es el caso de etiquetas como “sardinard”, “tontinard”, “kamtaliban”, etc. (no las vamos a explicar detalladamente aquí por lo complejo de su origen) en cuya etimología  entran respectivamente algunos vicios durante la campaña electoral, una práctica cultural de los pueblos del Oeste de Camerún y el nombre de un candidato que se asocia a la idea de terroristas invasores. Estas etiquetas discriminatorias se emplean para designar a los partidarios de determinado candidato generalmente por su origen tribal. Lo más lamentable en el asunto es que los iniciadores de tal violencia verbalizada son intelectuales, catedráticos, periodistas, visiblemente pagados para realizar esta tarea sucia: crear antagonismos entre las comunidades, lo cual obstaculiza la consolidación de uniones electorales poderosas.

Como reza el dicho, el diablo que se dibuja en la pared termina entrando en la casa, después de las elecciones se observa que el odio va ganando más terreno en los corazones. Así se esfuman despacito el amor y el humanismo inherentes en cada hijo de Dios, lo cual en otros países desembocó en genocidios y guerras civiles; siendo el caso de Ruanda en los años 90 el más memorable. Volviendo a lo nuestro, recordemos que la historia nos enseña que los pueblos de Camerún en el pasado fueron muy fraternales y solidarios cuando se trató por ejemplo de luchar contra la presencia colonial francesa. Además existen muchos casos en que unos forasteros fueron aceptados no solo como miembros de determinada comunidad que no era suya sino también que unos llegaron a ocupar hasta cargos de nobleza. En la generación de nuestros padres existen muchos casos en que uno lleva un nombre que no pertenece a su tribu, que le fue atribuido para celebrar una amistad o agradecer por algún favor. Así pues, a través del nombre del tocayo, el apellido sigue perpetuándose en distintas familias hasta tal punto que a veces queda confuso su origen tribal. Subrayamos estos detalles para demostrar que estamos perdiendo valores preciosos de fraternidad y de convivencia harmoniosas a causa de intereses egoístas de una clase política obsesionada por el poder y que lo pone todo en marcha para dividir y debilitar los esfuerzos de su pueblo. Si la gente no percibe la verdadera raíz del problema estaremos peleándonos por una causa errónea, matándonos entre nosotros mientras otros estarán sacando provecho de la nuestra sangre que se derrama inocentemente.

Gils da Douanla

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