Sábado 17 junio 2023El Premio Francisco de Asís y
Carlo Acutis fueron asignados a un proyecto en el Chad
"Bethléem,
la maison du pain" (la casa del Pan), este es el nombre del proyecto
ganador de la segunda edición del "Premio
Internacional Francisco di Asís y Carlo Acutis por una Economia de Fraternidad",
que fue concedido a finales de mayo en la ciudad de Asís. Es un proyecto que
dará vida en Baibokoum, en Chad, a una panadería, donde 12 jóvenes, ayudados y
apoyados por las religiosas franciscanas Angelinas, aprenderán a hacer
negocios. La idea nació como un proceso económico fraternal "desde
abajo" y del deseo de construir y poner en marcha un taller de panadería
que permita a chicas y chicos trabajar juntos, poniendo en común sus talentos y
utilizando los recursos locales, para cuidar de sí mismos y de su comunidad a
través de un empleo digno.
Los
protagonistas de "Bethléem, la maison du pain" son jóvenes pobres y
descartados, niños de la calle, huérfanos, desempleados,
excluidos de sus comunidades a causa de enfermedades consideradas motivo de
impureza, como la epilepsia. De agosto de 2023 a junio de 2024, recibirán
formación continua en economía solidaria, técnica de panificación y uso de
herramientas. A continuación, entre julio y noviembre, se iniciará la
construcción del taller de transformación, con trabajadores autóctonos, y se
comprará la maquinaria, recurriendo en gran medida a proveedores locales, con el
fin de promover y apoyar la economía chadiana.
Chad
se encuentra entre los países con mayor índice de pobreza del mundo y
entre los territorios más complejos, conflictivos e inestables, como Libia,
Sudán y la República Centroafricana. Baibokoum es una pequeña ciudad situada en
el extremo suroeste del país, donde los cristianos son los más pobres y la
economía, en manos de los musulmanes, se basa en una agricultura muy básica,
debido a la falta de medios y capacidad para procesar las materias primas. La única
actividad comercial y la única fuente de ingresos de la población, incluidos
los jóvenes, es la producción de cerveza y aguardiente local. En todo el
municipio, la población vive en condiciones de extrema pobreza, los niños y
niñas sufren violencia, carecen de medios económicos para pagar sus estudios y
a menudo acaban siendo adictos al alcohol, las drogas o el tabaco. También hay
un alto índice de analfabetismo y un aumento de la delincuencia y el desempleo.
En la "Casa del pan" de Baibokoum, el objetivo es reinvertir los beneficios de las primeras ventas
en la compra de materias primas y en la puesta en marcha de la producción, lo
que permitirá a los jóvenes implicados percibir un salario digno y regular.
Contando, pues, con el aumento de los recursos financieros, derivados de la
comercialización del pan y otros productos de panadería en el mercado local,
utilizando también bicicletas para la venta a domicilio en los barrios de la
ciudad y en los mercados cercanos, se intentará ampliar la experiencia a la
producción de otros productos alimenticios y crear un pequeño taller de
fabricación de jabón, utilizando recursos naturales locales como el karkadè o
los cacahuetes. Con ello se pretende
implicar a otros jóvenes en situación de miseria. El proyecto "la Maison du pain" cuenta con el apoyo de las
monjas franciscanas Angelinas, que estarán al lado de los jóvenes y también
apoyarán económicamente su actividad en los primeros años.
Una de las iniciadoras del proyecto es la hermana
Brigitte Ndjenoyom, que habla de los numerosos jóvenes que llaman a la puerta
de la comunidad franciscana angelina de Baibokoum para pedir ayuda.
"Empezamos",
dice la Hermana Brigitte, "pagando a algunos de ellos para que fueran a la
escuela y ofreciendo a otros la oportunidad de trabajar en nuestra tierra,
para que pudieran ganar algo de dinero, apoyar sus estudios o hacer frente a
algunas necesidades. Pero así no podíamos ayudar a todos, así que pensamos en
ayudarles organizando con ellos una actividad laboral". El horno de la
cocina de la pequeña comunidad de las Franciscanas Angelinas era el único
recurso, como aquellos "5 panes y 2 peces" que se le presentaron a
Jesús para alimentar a cientos de personas. "No teníamos nada",
prosigue la monja, "así que fuimos a recoger leña, la vendimos y con lo
recaudado compramos harina". Los jóvenes se arremangaron, empezaron a
amasar y a hacer pan, y con bicicletas prestadas por las hermanas fueron a
venderlo. El pan gusta, la gente lo aprecia y lo compran en los mercados. Los
jóvenes consiguen reunir algo de dinero para los gastos escolares u otras
necesidades familiares, pero la panadería de las monjas franciscanas angelinas
ya no es suficiente para satisfacer la demanda, y muchos otros jóvenes piden
unirse al negocio. Así que piensan en
una nueva panadería.
"Pensamos en pedir ayuda y consejo para continuar
la actividad", prosigue la hermana Brigitte, "porque el pan era
apreciado, se vendía bien y queríamos continuar la producción. De ahí la idea
de concebir un proyecto para que los jóvenes pudieran, trabajando juntos, poner
en marcha una actividad de producción profesional, "en comunión unos con
otros, para luchar contra la miseria y el paro". La hermana Brigitte
conoce bien las dificultades de los jóvenes de Baibokoum, ella nació allí, la
suya es una familia modesta. "Éramos ocho", recuerda, "y mis
padres no tenían medios económicos para educarnos a todos, así que hice
pequeños trabajos y me pagué los estudios. Entonces conocí a las monjas
franciscanas angelinas que iban a los pueblos a alfabetizar a los niños y
descubrí mi vocación: yo también quería
entregarme por los demás, por mi pueblo". La hermana Brigitte tiene fe
en los jóvenes y en sus palabras se filtra una gran esperanza. "Ellos
serán los protagonistas de esta obra, siempre y cuando también se den cuenta de
sus capacidades y comprendan que pueden trabajar, ganar dinero y ayudar a su
comunidad", subraya, aclarando también el significado del nombre pensado
para el proyecto, "Bethléem, la maison du pain", "de la Eucaristía
que reúne a tanta gente. Una casa que
reúne, que llama a los demás, para vivir juntos".
El "Premio Internacional Francisco de Asís y
Carlo Acutis para una Economía de Fraternidad" fue instituido por el
arzobispo de Asís el 10 de octubre de 2020, día de la beatificación de Carlo
Acutis, y tiene como objetivo promover una renovación de la economía bajo la
bandera de la fraternidad universal de todos los seres humanos, partiendo de la
condición y los intereses de los más humildes y desfavorecidos. Pretende
inspirar a las personas con pocos medios económicos, especialmente a los
jóvenes menores de 35 años, de las regiones más pobres del mundo, para que se
unan y presenten, como un cambio, un proyecto que beneficie y satisfaga las
necesidades concretas de los más necesitados. Bethléem, la maison du pain" fue elegido entre 41 proyectos
presentados por 23 países, de los cuales 18 eran de África, 7 de América, 3 de
Asia y 13 de Europa.
Sábado 17 junio 2023El Premio Francisco de Asís y
Carlo Acutis fueron asignados a un proyecto en el Chad
"Bethléem,
la maison du pain" (la casa del Pan), este es el nombre del proyecto
ganador de la segunda edición del "Premio
Internacional Francisco di Asís y Carlo Acutis por una Economia de Fraternidad",
que fue concedido a finales de mayo en la ciudad de Asís. Es un proyecto que
dará vida en Baibokoum, en Chad, a una panadería, donde 12 jóvenes, ayudados y
apoyados por las religiosas franciscanas Angelinas, aprenderán a hacer
negocios. La idea nació como un proceso económico fraternal "desde
abajo" y del deseo de construir y poner en marcha un taller de panadería
que permita a chicas y chicos trabajar juntos, poniendo en común sus talentos y
utilizando los recursos locales, para cuidar de sí mismos y de su comunidad a
través de un empleo digno.
Los
protagonistas de "Bethléem, la maison du pain" son jóvenes pobres y
descartados, niños de la calle, huérfanos, desempleados,
excluidos de sus comunidades a causa de enfermedades consideradas motivo de
impureza, como la epilepsia. De agosto de 2023 a junio de 2024, recibirán
formación continua en economía solidaria, técnica de panificación y uso de
herramientas. A continuación, entre julio y noviembre, se iniciará la
construcción del taller de transformación, con trabajadores autóctonos, y se
comprará la maquinaria, recurriendo en gran medida a proveedores locales, con el
fin de promover y apoyar la economía chadiana.
Chad
se encuentra entre los países con mayor índice de pobreza del mundo y
entre los territorios más complejos, conflictivos e inestables, como Libia,
Sudán y la República Centroafricana. Baibokoum es una pequeña ciudad situada en
el extremo suroeste del país, donde los cristianos son los más pobres y la
economía, en manos de los musulmanes, se basa en una agricultura muy básica,
debido a la falta de medios y capacidad para procesar las materias primas. La única
actividad comercial y la única fuente de ingresos de la población, incluidos
los jóvenes, es la producción de cerveza y aguardiente local. En todo el
municipio, la población vive en condiciones de extrema pobreza, los niños y
niñas sufren violencia, carecen de medios económicos para pagar sus estudios y
a menudo acaban siendo adictos al alcohol, las drogas o el tabaco. También hay
un alto índice de analfabetismo y un aumento de la delincuencia y el desempleo.
En la "Casa del pan" de Baibokoum, el objetivo es reinvertir los beneficios de las primeras ventas
en la compra de materias primas y en la puesta en marcha de la producción, lo
que permitirá a los jóvenes implicados percibir un salario digno y regular.
Contando, pues, con el aumento de los recursos financieros, derivados de la
comercialización del pan y otros productos de panadería en el mercado local,
utilizando también bicicletas para la venta a domicilio en los barrios de la
ciudad y en los mercados cercanos, se intentará ampliar la experiencia a la
producción de otros productos alimenticios y crear un pequeño taller de
fabricación de jabón, utilizando recursos naturales locales como el karkadè o
los cacahuetes. Con ello se pretende
implicar a otros jóvenes en situación de miseria. El proyecto "la Maison du pain" cuenta con el apoyo de las
monjas franciscanas Angelinas, que estarán al lado de los jóvenes y también
apoyarán económicamente su actividad en los primeros años.
Una de las iniciadoras del proyecto es la hermana
Brigitte Ndjenoyom, que habla de los numerosos jóvenes que llaman a la puerta
de la comunidad franciscana angelina de Baibokoum para pedir ayuda.
"Empezamos",
dice la Hermana Brigitte, "pagando a algunos de ellos para que fueran a la
escuela y ofreciendo a otros la oportunidad de trabajar en nuestra tierra,
para que pudieran ganar algo de dinero, apoyar sus estudios o hacer frente a
algunas necesidades. Pero así no podíamos ayudar a todos, así que pensamos en
ayudarles organizando con ellos una actividad laboral". El horno de la
cocina de la pequeña comunidad de las Franciscanas Angelinas era el único
recurso, como aquellos "5 panes y 2 peces" que se le presentaron a
Jesús para alimentar a cientos de personas. "No teníamos nada",
prosigue la monja, "así que fuimos a recoger leña, la vendimos y con lo
recaudado compramos harina". Los jóvenes se arremangaron, empezaron a
amasar y a hacer pan, y con bicicletas prestadas por las hermanas fueron a
venderlo. El pan gusta, la gente lo aprecia y lo compran en los mercados. Los
jóvenes consiguen reunir algo de dinero para los gastos escolares u otras
necesidades familiares, pero la panadería de las monjas franciscanas angelinas
ya no es suficiente para satisfacer la demanda, y muchos otros jóvenes piden
unirse al negocio. Así que piensan en
una nueva panadería.
"Pensamos en pedir ayuda y consejo para continuar
la actividad", prosigue la hermana Brigitte, "porque el pan era
apreciado, se vendía bien y queríamos continuar la producción. De ahí la idea
de concebir un proyecto para que los jóvenes pudieran, trabajando juntos, poner
en marcha una actividad de producción profesional, "en comunión unos con
otros, para luchar contra la miseria y el paro". La hermana Brigitte
conoce bien las dificultades de los jóvenes de Baibokoum, ella nació allí, la
suya es una familia modesta. "Éramos ocho", recuerda, "y mis
padres no tenían medios económicos para educarnos a todos, así que hice
pequeños trabajos y me pagué los estudios. Entonces conocí a las monjas
franciscanas angelinas que iban a los pueblos a alfabetizar a los niños y
descubrí mi vocación: yo también quería
entregarme por los demás, por mi pueblo". La hermana Brigitte tiene fe
en los jóvenes y en sus palabras se filtra una gran esperanza. "Ellos
serán los protagonistas de esta obra, siempre y cuando también se den cuenta de
sus capacidades y comprendan que pueden trabajar, ganar dinero y ayudar a su
comunidad", subraya, aclarando también el significado del nombre pensado
para el proyecto, "Bethléem, la maison du pain", "de la Eucaristía
que reúne a tanta gente. Una casa que
reúne, que llama a los demás, para vivir juntos".
El "Premio Internacional Francisco de Asís y
Carlo Acutis para una Economía de Fraternidad" fue instituido por el
arzobispo de Asís el 10 de octubre de 2020, día de la beatificación de Carlo
Acutis, y tiene como objetivo promover una renovación de la economía bajo la
bandera de la fraternidad universal de todos los seres humanos, partiendo de la
condición y los intereses de los más humildes y desfavorecidos. Pretende
inspirar a las personas con pocos medios económicos, especialmente a los
jóvenes menores de 35 años, de las regiones más pobres del mundo, para que se
unan y presenten, como un cambio, un proyecto que beneficie y satisfaga las
necesidades concretas de los más necesitados. Bethléem, la maison du pain" fue elegido entre 41 proyectos
presentados por 23 países, de los cuales 18 eran de África, 7 de América, 3 de
Asia y 13 de Europa.
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