sábado 3 diciembre
2022En 2050, África pesará mucho en
la dirección que tome el mundo
Juan José Aguirre (Córdoba, 1954) es titular de la Diócesis de
Bangassou desde el año 2000, una región de la República Centroafricana,
"el segundo país más pobre del mundo detrás de Eritrea". A sus
68 años, el cordobés repasa la actualidad del continente africano, tacha a
Occidente de "hipócrita" y denuncia el "enorme cementerio sin
lápidas" que es el mar Mediterráneo.
-¿Cómo se encuentra Córdoba cada
vez que viene?
-La primera
impresión que me da siempre Córdoba es la abundancia, la opulencia. Vosotros
aquí no os dais cuenta, incluso pensáis todo lo contrario, cuando os falta el
carburante o sube la factura del gas. No os podéis imaginar lo que significa
que al abrir el grifo para la izquierda salga agua caliente. Allí en África se
vive y se come al día, no hay posibilidad de ahorro: allí donde yo vivo no hay
bancos, está la selva. Esa es la sensación que tengo, en Europa se vive en la
opulencia mientras gran parte de la humanidad vive con un euro al día.
-La felicidad es una cuestión de
expectativas, ¿no?
-La
felicidad es ausencia de necesidad y la necesidad aquí te la meten con
sacacorchos. Allí no hay ese tipo de lluvia del consumo exacerbado que se vive
en Europa, no hay tantos estímulos. La gente normalmente es feliz, encuentra
razones para reír. La esperanza de vida es de 48 años, la gente sabe que la
vida es corta, entonces la aprovechan al máximo.
-Pero a cualquier ser humano que
metas en una sociedad de consumo, ya sea de Europa, de Asia o de África, se va
a comportar de la misma manera.
-Seguramente.
Hay unos comportamientos sociales que son miméticos y vas imitando lo que vas
viendo. Africanos que se han venido a vivir aquí y se han traído sus familias,
en cierto momento entran en este ritmo de la sociedad consumista. Ahora está
llegando internet a algunas partes de África a través del teléfono y está
descubriendo aspectos del consumismo que ellos quieren también imitar, pero
siempre falta dinero; Ahora vuelvo a Bangassou y llevo unas cajetillas de
tabaco para mis centinelas de la catedral. Les gusta muchísimo, van a fumar a
marchas forzadas y dentro de dos días no tendrán ya tabaco, pero tampoco
tendrán dinero para comprárselo, así que esperarán al próximo viaje que yo haga
y se lo fumarán en cuestión de horas. Es así.
-Por curiosidad, ¿con un euro
allí qué se puede comprar?
-Un euro son
665 francos de los países de África central y con 1€ puede vivir una familia al
día, si no es carne o pescado lo que van comiendo.
-Entonces, cuando la Fundación
Bangassou recauda 8.000 euros (última campaña de Lotería de Navidad) se
entiende que allí es muchísimo, aunque uno desde aquí pueda pensar que no es
suficiente para hacer ciertas cosas.
-Bueno, es
muchísimo, aunque depende de lo que quieras. Si es para comprar cosas locales,
como por ejemplo madera roja de gran calidad que hay en Centro África, es una
fortuna, pero si lo que quieres comprar es cemento para una construcción, que
tiene que venir desde Camerún con barcos que vienen de Europa, se encarece
muchísimo y queda corto.
-Hablando de la República
Centroafricana (RCA), su capital, Bangui, fue una ciudad muy próspera bajo la
influencia francesa, conocida como La Coquette (la coqueta). Por
recursos naturales es uno de los países más ricos, sin embargo, escuché en una
ocasión, durante el conflicto civil que estalló en 2013, que es un país en el
que viven mejor los animales que las personas. ¿Cómo se explica ese deterioro
tan grande?
-Bangui era
una ciudad muy bonita porque los franceses la quisieron así, pero la
colonización francesa fue muy dura también. Hubo un momento en que llegó la era
de la independencia con los primeros presidentes locales, que tampoco fueron
brillantes, llegaron los golpes de estado y los amotinamientos, uno tras otro,
y eso hizo que la ciudad se fuera deteriorando. Ahora hay un gran deterioro,
hay partes que no están asfaltadas, situaciones caóticas, la capital está
sucia, no se ha construido casi nada desde la época colonial, no hay edificios
bellos..., en ese sentido ha ido para abajo; La guerra civil también ha hecho
que la vida se deteriore, pero no pierdas de vista que la gente sabe vivir, la
gente lucha para vivir y la gente no se mata para vivir, entonces vive. Tengan
la mentalidad que tengan y la pobreza que haya, la gente sabe encontrar la
manera de ser felices con los niños, con la familia; Los animales no viven
mejor, eso es una expresión dicha por alguien que no conoce bien el país: aquí
los gatos apenas existen porque se los han comido, y los animales salvajes
luchan mucho por la vida y la muerte, la vida en la selva es muy dura.
-El país lleva décadas inmerso en
una espiral de guerras ¿Cuál es la situación política actual?
-La
República Centroafricana se descubre como un país enorme, como España y
Portugal juntos, pero muy poco poblado, con apenas cinco millones de habitantes
a causa de que fue un caladero de la esclavitud, cuando llevaron a tantos
negros a América o a Cuba para los trabajos de la caña. Entonces es un país en
el que otros países miran para quitarnos alguna parte. Desde 2013 hemos tenido
avalanchas de mercenarios que han ido destruyendo el país, casi las ganas de
vivir y la esperanza. Primero vinieron los seleka, armados por los países
del Golfo y querían imponer el islam como religión dominante. Qué va, aquello
era una cortina de humo, estaban comandados por otros países que querían buscar
las minas de oro, de coltán, manganeso, el cobalto, el litio..., esos diferentes
mercenarios se fueron constituyendo en señores de la guerra para dividirse el
país y tener hegemonía. Contra estos señores nacieron otros grupos de
centroafricanos no musulmanes, los anti-balaka, que se armaron como
pudieron para luchar contra los seleka para echarlos, pero lo
hicieron de una forma tan brutal que fue horrible. Eran católicos protestantes
o de sectas, la mayoría, pero gracias a Dios casi todos están en la
cárcel.
-Los últimos en llegar han sido
los rusos, ¿no?
-Ahora han
llegado los mercenarios rusos de la Wagner. Rusia ha llegado a RCA como
trampolín para irse a otros países como el Níger, e Chad, Burkina Faso, para
luchar contra el ISIS. Son militares fuertes y bien armados que ahora mismo
tienen acogido el país. Los franceses dejaron el país porque no podía haber dos
gallos en el mismo corral y ahora los rusos controlan el país salvo por dos
señores de la guerra que no han podido echar, uno de ellos está en la zona de
mi diócesis. Ahora tengo que tratar con los rusos y con el comandante
mercenario, que se cree el líder de todo aquello.
-¿Qué supone geoestratégicamente
la llegada de Rusia?
-Sabemos que
hay dos esferas grandes: la Unión Europea está con la OTAN y los EEUU y Rusia
está en la otra parte de la balanza. Están haciendo que los demás países se
vayan definiendo a una u otra parte. En África, que hay 54 países, más de la
mitad son prorrusos, pero desde hace varios años, no ahora. Hablo de países
como Angola, Cabo Verde o Camerún, que han podido desarrollar todos sus proyectos
de petróleo con maquinaria rusa.
-También hay un gran interés en
el coltán y en el litio, ¿no?
-Exacto, el
coltán y el litio son minerales del futuro, también las materias raras. Los
misiles que cayeron sobre Kiev funcionan con un superconductor que se llama
tantalio y que está en el coltán. El que tiene el coltán controla las guerras y
hoy lo controla China. El litio son las baterías del mañana y Rusia quiere
hacerse con el monopolio mundial.
-¿Por qué ignoramos aquí tantas
cosas que pasan en África?
-Porque no
leemos, no nos informamos, preferimos entrar en TikTok o
en Google. Don Google te lo dice todo, te puede dar noticias de
todo. Por ejemplo, el otro día en la ONU se votó contra-Putin para pegarle un
mamporrazo en la nariz y sin embargo en el momento de la votación, la mitad de
los países africanos se levantaron y se fueron diciendo que iban al baño -se
ríe-. No votaron. Pues eso yo lo vi en internet, entrando en las páginas
justas. A veces hay un desinterés en saber lo que está pasando, por ejemplo, en
Asia, que es un continente muy vivo, o en África que es el continente del
futuro. En 2050, el continente africano pesará mucho en la dirección que tome
el mundo porque tiene las materias primas que el mundo necesita.
-O sea, nos llevamos las manos a
la cabeza con África, nos vamos allí de voluntarios a hacernos fotos, pero
luego realmente nos interesa lo que pasa allí.
-Es pura
hipocresía. No queremos saber lo que hace Arabia Saudita con el Yemen. Es una
guerra brutal y nosotros a quienes barajan en Arabia Saudita les ponemos una
alfombra roja, y son unos auténticos sanguinarios. Están permitiendo una guerra
y Estados Unidos también porque le vende una enormidad de material bélico. El
Yemen es frágil y tiene su orgullo como Ucrania, pero nadie los ayuda, lo están
aplastando. Eso es una guerra actual, de gran intensidad y de la que nadie
habla porque vamos a ir a jugar al fútbol a Qatar, que está por allí y no nos
gusta molestar a los países del Golfo Pérsico porque nos dan mucho dinero y nos
compran equipos de fútbol. A todo aquel que invierte en España, no le toques
las narices.
-Ya que lo comenta, ¿qué haría
usted con el Mundial de Qatar?
-Haría un
boicot de televisiones y de equipo. Aquello fue vergonzoso cómo engrasaron la
pata, como dicen los franceses. Funcionó con muchísimo dinero por debajo, quién
hubiera aceptado cortar los campeonatos locales de Europa para meter ahí con
calzador un Mundial...
-Abriendo otro tema: ¿Cómo ha
afectado el coronavirus al país?
-Muy
poquito, en el sentido de que el país ya tenía hecha una selección natural de
las personas más fuertes. Ha llegado y se ha ido sintomáticamente.
-Sin embargo, el sida y la
malaria siguen presentes.
-El sida y
la malaria todo el año. También la tuberculosis que se lleva a muchísimas personas
o la diarrea que aquí la terminamos con una pastilla y allí deja a un niño
prácticamente sin agua y sin potasio, muriéndose.
-Hay un debate que también está
encima de la mesa, aunque no se habla mucho de ello, sobre el crecimiento de la
población mundial y la insostenibilidad del planeta. Muchas veces desde Europa
se mira a Asia y África como dos continentes donde, por razones culturales o
religiosas, falta conciencia frente a este problema. ¿Usted qué piensa?
-No sé,
cualquier cosa que te diga habrá detractores y gente a favor. En África, el
continente que yo conozco, queda muchísima tierra que está desocupada y hay
espacio para mucha gente. Allí no tenemos problema, en el sentido de que
también hay muchísima mortalidad infantil y el honor de una mujer es ser
fértil; África es un continente con mucha riqueza de niños, dentro de unos años
el 50% de los habitantes tendrá menos de 14 años, con lo cual es la vitalidad,
es el futuro. Hay países con más dificultades como pueden ser China o India en
donde sí que no quedan muchos espacios, donde la población ha desbordado las
posibilidades de ser alimentada.
-Hay mucho sitio por ocupar, pero
no se quiere ocupar, sea culpa de terceros países movidos por sus intereses o
por la situación de algunos regímenes africanos. La historia, como sea, es que
llegan oleadas de inmigrantes a la valla de Melilla y los rechazamos.
-Bueno, en
concreto cuando saltaron la valla de Melilla como la última vez que mataron a
22 personas fue horrible, eso fue un crimen. Luego muchos de los que llegan en
patera los veo trabajando de albañiles o por ejemplo en la pesca vasca hay
muchos trabajadores africanos. Digo africanos del África negra, no del Magreb;
Pero los que vienen a Europa, los que escapan y huyen, los que arriesgan su vida,
y hacen todo ese esfuerzo enorme por llegar a Europa para que luego Europa les
diga que no y los devuelva..., todo eso es la punta del iceberg de la
inmigración. La mayor parte, los centenares de miles de personas que huyen de
un país se van al país vecino, no llegan a Europa, no pasan el Sáhara. El
desierto es una valla de Melilla enorme de miles de kilómetros. Aquí se
habla mucho del tema, pero de manera inexacta, con la ignorancia de lo que está
pasando.
-En todo esto también intervienen
las mafias de inmigración, ¿esto es real como la vida misma?
-Existen y
son tremendas. Los que han conseguido cruzar el desierto y llegar a Tánger,
tienen que pasar 12 barreras hasta llegar a la playa: una para pagar el bote,
otra para el carburante, otra para los papeles, otra para..., te pueden incluso
violar porque no tienes ya dinero y hay que pagar de alguna forma. Cuando
llegas a la playa y te montas en la patera, empieza otro capítulo: el del
Mediterráneo. El mediterráneo es un cementerio sin lápidas enorme, donde han
muerto miles de personas y no sabemos cuántas porque no tenemos constancia de
ello. Sabemos cuantos llegan, pero no cuantos se han ahogado por el camino. Si
quieres fastidiar a las mafias para que no se enriquezcan sobre la pobreza,
como dice Salvini en Italia, puede ser parte de la solución, pero vas a dejar
empantanado a miles de personas que no van a saber qué hacer..., por eso yo
creo que las mafias es un mal menor.
-¿Y cuál es el mal mayor?
-Que toda
esa gente se quede aislada y no puedan volver ni para atrás ni para adelante y
tengan que vivir como sucede en el Monte Gurugú (en la frontera Marruecos con
Melilla), personas que llevan allí cuatro o cinco años sin nada, con la ayuda
de la Cruz Roja. Es una situación calamitosa, ese es el mal mayor.
-Por acabar esta entrevista con
otro sabor, ¿dónde encuentra usted la paz entre tanto caos?
-Mi día a
día es muy feliz, ahora estamos construyendo un colegio para gente de una zona
catastrófica para que no miren al pasado, que miren al futuro de sus hijos. La
gente es tremendamente vivaz desde el punto de vista religioso y todo eso me
llena de alegría.
-¿No pasa miedo allí?
-El miedo
existe, pero lo que siempre nos salva es la oración, lo que nos da confianza,
saber perfectamente que la providencia nos va a proteger, que Dios nos
acompaña, que la Virgen pone su manto sobre nosotros. Ese momento de oración
diaria es esencial para la vida misionera.
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