¿Cómo puede ser que actualmente muchas
minorías religiosas sufran discriminaciones o persecuciones?
¿Cómo permitimos
en esta sociedad tan civilizada que haya personas que sean perseguidas
simplemente por profesar públicamente su fe? No solo es inaceptable, es
inhumano, es una locura.
La libertad
religiosa no se limita a la libertad de culto, es decir a que puedan tener un
culto el día prescrito por sus libros sagrados, sino que nos hace valorar al
otro en su diferencia y reconocer en él a un verdadero hermano.
Como seres
humanos tenemos tantas cosas en común que podamos convivir acogiendo las
diferencias con la alegría de ser hermanos.
Y que una
pequeña diferencia, o una sustancial diferencia como es la religiosa, no opaque
la gran unidad de ser hermanos.
Elijamos el
camino de la fraternidad. Porque o somos hermanos, o perdemos todos.
Recemos para que
las personas que sufren discriminación y que sufren persecución religiosa
encuentren en las sociedades en las que viven el reconocimiento y la dignidad
que proviene de ser hermanos y hermanas.
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