viernes, 17 de diciembre de 2021

ECOS DE LA SABANA nº 147

 

Viernes 17 Diciembre 2021
El drama de los niños mineros de Camerún

Estamos a unos días de Navidad, y de la fiesta de los reyes magos, fiestas mágicas para todos pero en especial para los más pequeños de la casa. Hace unas semanas leía un artículo sobre la cruda realidad de los niños mineros en Camerún y quiero compartir con vosotros el fruto de estas lecturas. Sé que en estos días quizás sea algo no políticamente muy correcto, y vendría mejor poner alguna historia más feliz y más navideña, pero me parece que pueda ayudarnos a vivir con más profundidad estos días de Navidad y a darnos cuenta de lo privilegiados que somos y de la suerte que tienen nuestros hij@s por el mero hecho de haber nacido aquí en España. No todos los niños tienen la dicha de jugar como ellos lo hacen, o de escribir una carta a los Reyes Magos, o de ir a la escuela y poder disfrutar dentro de unos días de unas semanas de vacaciones.

La pobreza extrema y la ausencia de educación obligan a muchos niños a ganarse la vida extrayendo oro en las minas de Camerún y de muchos otros países africanos. Aunque os parezca mentira la pobreza extrema sigue golpeando a la infancia en el mundo. Son muchos los niños que buscan oro, cobalto y otros muchos minerales en las minas de Camerún y de muchos países de África.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que más de un millón de niños de entre 5 y 17 años trabajan en minas de oro de todo el mundo. En el este de Camerún, miles de niños pasan sus días en minas improvisadas, arriesgando su salud por pequeñas cantidades de oro que luego venden por una miseria en el mercado negro local. La mayoría de estos niños nunca han ido a la escuela, sacrificando su educación por la supervivencia de sus familias y perpetuando así un ciclo de pobreza. Es cierto que son actividades difíciles de medir porque se hacen en la oscuridad y en la ilegalidad. Son muchos los que trabajan de lunes a domingo para intentar ganar algo de dinero con el que poder ayudar a sus familias o para poder ir al colegio.

La Republica Democrática del Congo (RDC) es un país situado en el centro de África, casi 5 veces mayor que España, que posee todo tipo de minerales y en especial de minerales raros hoy muy buscados para las nueves tecnologías de los teléfonos, tabletas, ordenadores, baterías de coches eléctricos… Quizás hayáis oído hablar del Coltán o del Cobalto… la mayor parte de las reservas mundiales de estos minerales estratégicos se encuentran en este país, la RDC. A pesar de tantas riquezas es un país en donde parte de la población sufre y vive día a día. Y lo que es más triste todavía es que muchas de esas minas se explotan gracias a la mano de obra de niños y menores de edad.

Lo que es más triste todavía es saber que grandes multinacionales como Apple, Microsof, Dell, Alphabet y Tesla fueron denunciadas por la organización de defensa de los derechos humanos International Rights Advocates por ser cómplices del trabajo infantil y con acusaciones claras por explotación y trabajo infantil. En el documento que esta organización internacional presentó se denuncia que estos gigantes tecnológicos son cómplices en el uso de fuerza de trabajo infantil en la extracción de cobalto que utilizan en sus productos.

Según una ong que trabaja en Camerún los accidentes en estas minas artesanales son habituales: entre 2014 y 2021al menos 157 niños y adultos se ahogaron o fueron enterrados por deslizamientos de tierra en excavaciones abandonadas.

Y lo que es más curioso y que debemos conocer es que según el Informe Transparencia de las Industrias Extractivas de 2017 de Camerún, se contabilizaron 115 empresas dedicadas a la extracción de oro, el 95% de propiedad extranjera, principalmente de China, Corea del Sur, Grecia y Sudáfrica y el primer importador es Emiratos Árabes Unidos.

Quiero acabar con estas palabras que el papa Francisco escribía hace 8 años en su encíclica Evangelii Gaudium, la Alegría del Evangelio, y que siguen siendo muy actuales:

La dignidad de cada persona humana y el bien común son cuestiones que deberían estructurar toda política económica, pero a veces parecen sólo apéndices agregados desde fuera para completar un discurso político sin perspectivas ni programas de verdadero desarrollo integral. ¡Cuántas palabras se han vuelto molestas para este sistema! Molesta que se hable de ética, molesta que se hable de solidaridad mundial, molesta que se hable de distribución de los bienes, molesta que se hable de preservar las fuentes de trabajo, molesta que se hable de la dignidad de los débiles, molesta que se hable de un Dios que exige un compromiso por la justicia. Otras veces sucede que estas palabras se vuelven objeto de un manoseo oportunista que las deshonra. La cómoda indiferencia ante estas cuestiones vacía nuestra vida y nuestras palabras de todo significado. Evangelii Gaudium n.203.

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