Domingo 19 de Julio 2020
Comenzando las
despedidas
Como la mayoría
sabréis estoy viviendo las últimas semanas aquí en Yaundé pues a finales de
agosto regresaré a España, no de vacaciones sino para pasar una temporada de
varios años. Los superiores han decidido que así sea y aunque no haya sido de
mi agrado al principio he aceptado con serenidad este nuevo destino. Claro está
que eso significa el dejar esta comunidad en donde llevo ya más de 7 años y
medio, y el dejar a la gente con la que he entablado amistad y he trabajado en
estos años.
Las despedidas
no son nunca fáciles y me toca también el vivir estas últimas semanas diciendo
adiós y hasta la próxima a unos y a otros. El primer grupo que ha querido
hacerlo de un modo oficial y muy entrañable ha sido el GAMIX, Grupo de los
Amigos de los Misioneros Javerianos, con los que nos encontramos una tarde al
mes y con los que acabo de pasar un fin de semana de ejercicios espirituales.
Para acabar han querido preparar una comida para toda nuestra comunidad y así
saludar a los 8 diáconos que también están marchándose y a mí también.
Estuvieron toda la noche del sábado cocinando sin dormir, desde las 9 de la
noche hasta las 6 de la mañana, para poder participar por la mañana a la
conclusión de los ejercicios y a la misa. Y ya veréis en las fotos que lo
prepararon muy bien y con mucho cariño. Y no solo eso sino que al final
tuvieron un detalle con los 8 diáconos una estola muy bonita bordada para cada
uno y a mí me regalaron una camisa de las de aquí colorida como me gusta y que
estaba hecha que ni a medida con un par de gorros, que los guardo para regalar
alguno de vosotros cunado nos veamos por la tierra.
En estos
momentos me viene natural el decir gracias a tantas personas por tantos
pequeños gestos de amor y de atención y es un compromiso el que me llevo de
seguir recordando a todas estas personas y teniéndolas presentes en mi oración.
Lunes 27 de Julio 2020
Encaramada en lo alto
de la colina sin casi poder caminar
El ayuntamiento de Yaundé ha querido copiar
la publicidad de Roma diciendo que Yaundé es la ciudad de las 7 colinas, pero
yo creo que tienen algún problema con las matemáticas pues solo en nuestro
barrio y alrededores yo puedo contar más que 7. Está claro que suena bien y lo
que importa hoy es la publicidad y la comunicación. Es bonito para la vista pero
un poco menos para los que viven encaramados en algunas de estas colinas.
Imaginaros los senderos que cada día deben recorrer los que viven en esos
lugares, por la noche a oscuras y cuando llueve con un barro que no os podéis
ni imaginar. Claro está que los tubos de agua corriente no llegan hasta allí, y
deben caminar un poco hasta algunos manantiales en donde se abastecen en agua.
Y esto en un barrio de la capital. El ayuntamiento que debería organizar los
barrios y las construcciones desgraciadamente no hace nada o casi nada, a no
ser obligar a pagar para impedir que la casa sea demolida.
En lo alto de una de estas colinas vive
Henriette una mujer de unos 50 y pico, enferma desde hace ya bastante años, al
menos 8, que yo conozca. Tiene un problema en sus pies o piernas que le impiden
casi andar, se mueve poco con 2 muletas, arrastrando casi sus pies. E
imaginaros a esta mujer encaramada en lo alto de su colina. Solo las motos
llegan hasta allí y para hacerlo y más con una persona un poco obesa hay que ser
un piloto muy experimentado. Físicamente se le ve bien y si no se mueve de su
silla uno no sabe que está enferma. Ella la encuentro siempre serena y haciendo
algo. Un plato muy apreciado aquí es el de las pipas de calabaza cocinadas al
baño María con carne o pescado dentro. Y para ello hay que romper las pipas de
calabaza una a una. Muchas mujeres y a veces niños los ves hacer este trabajo
con mucha paciencia, y Henrirette es una experta en el oficio. Otras veces la
veo cortando verduras con cortes muy pequeños y calculados, otras con la
mandioca rallándola, otras peinando y haciendo trenzas a sus nietas… Rara es la
vez que la encuentro con los brazos cruzados. Por un lado eso me alegra pues la
distrae y al mismo tiempo se siente útil y colabora con la economía de la casa,
que no es floreciente en absoluto. Me alegra mucho también el verla rodeada de
nietos y de ver la paciencia que tiene con todos estos críos, y su modo de
educarlos enseñándoles pequeños trabajos que ellos también hace siguiendo el
ejemplo de la abuela.
Precisamente hace 2 o 3 años viví en mi
propia carne una anécdota simpática un domingo llevando la comunión a
Henriette. Recuerdo que durante toda la noche del sábado había caído una tromba
de agua enorme y yo después de la misa me puse en camino para llevarle la
comunión como cada domingo, pero no calculé bien y en vez de ir con las
zapatillas fue con sandalias. Conforme iba subiendo el sendero, el barro se iba
pegando a mis sandalias y cada vez pesaban más. Las limpié un par de veces de varios
kilos de barro pegados, pero no esperaba que me sorprendieran. Todavía estaba a
medio camino cuando la suela de una de ellas se despegó completamente debido al
barro pegado y a su peso, así que me quedé descalzo. Gracias a Dios que muy
cerca de allí estaba la casa de un amigo de la parroquia y allí me dirigí
inmediatamente. Viéndome con un pie descalzo entendió enseguida y le pedí si me
podía prestar unas chancletas y gracias a ellas pude llegar a casa de Henriette
y volver a casa como Dios manda. Como veis esta anécdota que yo viví son cosas
que la gente vive cada día en su piel, sin quejarse ni hacer ninguna denuncia,
porque nadie les dará una solución inmediata.
Jueves 23 de Julio 2020
Aprovechándose incluso
de la pandemia.
En los últimos
ecos os hablaba de cómo la corrupción se encuentra por todos los sitios y a
todos los niveles y cómo se va convirtiendo en un mal que será muy difícil de
extirpar. Precisamente estos días se ha hablado mucho en todos los medios de
comunicación de cómo se está gestionando el corona-virus y de cómo se factura
al gobierno productos que son comprados para combatir el corona pero a precios
desorbitantes en comparación con su verdadero precio en las farmacias. Y de
verdad que las cifras sorprenden y hacen temblar. Como se suele decir para
muestra vale un botón, y aquí van 4 botones: la caja de guantes látex es
facturada al gobierno a 15 Euros cuando en las farmacias cuesta a 5, es decir 3
veces más cara; los termómetros que parecen una pistola, aquí llamados
termoflax los facturan a 228 E cada uno cuando en la farmacia valen 38 E, 6
veces más caros; los buzos de plásticos los facturan a 122 E cuando en las
farmacias valen 22 E, 5 veces y media más caros; y por ultimo las gafas
protectoras las facturan a 22 E cuando en la farmacia se venden a 0’7 E, es
decir 31 veces más caras. Creo que poco hay que decir y ya veis que eso
multiplicado por miles, pues claro está se compran al por mayor, se convierte
en cifras que dan miedo.
También se ha hablado
mucho de lo que cuesta cada enfermo de corona virus al gobierno, unos 475 E al
día. Eso aquí es mucho pero bueno, no seremos desconfiados, y esa cifra
multiplicada por 14 que son los días que en principio debe permanecer el
enfermo en el hospital da una friolera de 6400 E, que aquí es mucho dinero. Uno
de los hospitales que debían acoger a los enfermos de corona, en el que según
fuentes de enfermeros ha habido 10 casos ingresados, ha presentado otras cifras
oficiales que no coinciden pues ellos hablan de 150 ingresos, es decir 140 más
de los que en realidad ha habido. Y claro si multiplicamos esos 140 por los 6.400 E veremos que hace una cifra
impresionante. Claro está dinero robado a la gente sencilla y que va a los
bolsillos de 4 sin vergüenzas que se enriquecen aprovechándose hasta del
sufrimiento de sus hermanos.
Hace unas
semanas se celebraron los 60 años de independencia del Congo RDC, y leí la
homilía que el cardenal de Kinshasa, Fridolin Ambondo, hizo para la ocasión. Me
sorprendió su tono profético y de verdad que no tiene desperdicio. Quiero justo
copiar algunas de sus palabras que creo ilustran bien lo que hemos contado un
poco más arriba: “A esto se suma la cultura de impunidad para los
poderosos. Los niños que roban una gallina, una cabra, que golpean a alguien
son condenados. Pero para los poderosos, la impunidad es total… Hemos
fracasado vergonzosamente. No hemos sido capaces de hacer de Congo un país más
bello que antes. No hemos ayudado al pueblo a alzar la cabeza, que hoy está más
baja que nunca. En definitiva, hemos fallado colectivamente… No es la clase
política la que ayudará al país a salir de la zozobra… Es el pueblo mismo el
que debe hacerlo».
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