La foto de arriba es de un cuadro en la entrada del obispado de Tanger y representa el abrazo entre Francisco de Asís y el sultán
de Egipto
En septiembre de 1219, hace un poco más de
800 años, tuvo lugar un insólito encuentro entre dos hombres, Francisco de Asís
y el sultán Al Malik Al Kamel de Egipto. La ocasión se presentó gracias a la
tregua de un mes entre los ejércitos cristiano y musulmán durante la quinta
cruzada, cuando ambos se enfrentaban por el control de la ciudad de Damieta en
el delta del Nilo.
En el encuentro de hace ocho siglos no hay
conversión al cristianismo ni al islam. Existe, en cambio, una actitud de
escucha y de diálogo, una presencia y un testimonio sincero de vida por parte
de Francisco, que llena de estupor al soberano musulmán.
Las consecuencias de la entrevista de 1219
llegan hasta nuestros días, con un milagro no imaginado por los cruzados
sitiadores de Damieta: los ocho siglos de la custodia franciscana de Tierra
Santa. Donde no triunfó la espada, triunfó la presencia de testigos cristianos,
los hermanos menores franciscanos, enviados a vivir entre los musulmanes, pero
no al margen de ellos.
Los franciscanos practicarán un evangelio
de la presencia, donde brille la luz de las buenas obras y los hombres
glorifiquen al Padre que está en los cielos (Mt 5, 16).
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