Domingo 28 de Julio 2024El mediterráneo
es un cementerio y el desierto un calvario
Creo que muchos de nosotros
estos días hemos leído las distintas reacciones al sarcasmo que se hizo durante
la ceremonia de inauguración de los juegos olímpicos de Paris, en donde un
grupo muy variopinto hizo una escena en la que se puede intuir la última cena
de Leonardo da Vinci pero con muy poco gusto y de un modo grotesco. Muchas han
sido las reacciones, las denuncias y hasta las misas celebradas para limpiar
ese desagravio.
Está claro que hoy en día que
hablamos de libertad y sobre todo de respeto del otro y de la diversidad,
parece mentira que algunos sean tan intolerantes y tan insultantes con lo que
para otros es muy importante y hasta sagrado.
Pero quizás esto debería ayudarnos a nosotros los cristianos a reaccionar contra todo lo que va en contra de la vida y de la dignidad del ser humano, pues esto sí que ofende a nuestro Dios, que se ha identificado con lo débil, lo humillado, lo dejado de lado. Por eso creo que deberíamos consternarnos mucho más de lo que lo hacemos por todas las víctimas inocentes de las guerras de Ucrania, de la Banda de Gaza y de otras muchas guerras intencionadamente silenciadas; deberíamos consternarnos de la pobreza y el hambre que perdura en tantos rincones de nuestro mundo; deberíamos consternarnos de todas las víctimas inocentes de la pobreza. Precisamente leía estos días en el sitio web del vaticano esta noticia que me dejó sorprendido. Creo que nos vamos acostumbrando a las noticias de la llegada de inmigrantes en pateras y casi ni nos inmutamos ante tantas personas que pierden la vida en busca de una vida mejor. Somos conscientes del drama de los que vienen en pateras y cayucos pero muchos ignoran el drama de los que han recorrido miles de kilómetros hasta llegar a la costa atravesando el desierto del Sahara. Hay una película que tiene como título 14 km, se estrenó hace 17 años, del director Gerardo Olivares, y que habla precisamente del drama de la emigración hasta llegar a la costa del Estrecho de Gibraltar, solo 14 kilómetros de agua pero con cientos de kilómetros antes de accidentes, deshidratación, hambruna y violencia en la travesía del desierto.
El desierto del Sahara, una frontera mortal para los
migrantes
Según un informe de la ONU
publicado el 5 de julio de este año, el viaje que emprenden migrantes y refugiados a través
del Sahara es más mortífero que cruzar el Mediterráneo. Se calcula que son más
de 1.000 personas que han fallecido en el desierto más grande del mundo
durante los últimos tres años.
Los hay que se cayeron de
camiones o personas enfermas abandonadas en medio de la nada.
Para las organizaciones humanitarias
es muy difícil llegar allí debido a las condiciones geográficas extremas, pero
también porque los Estados no quieren que estas sean testigos de esta violencia
silenciosa y secreta.
Es importante conocer que la mayoría de los migrantes y refugiados africanos permanecen en el continente africano. El 70%, después de lo que han vivido en esa travesía, se arrepienten de haber tomado esta decisión y se quedan en el país vecino a su país de origen con la intención, cuando las cosas mejoren, de regresar a casa.
Desgraciadamente la mayoría de estos países del norte de África no respetan los acuerdos internacionales relacionados con la protección de los refugiados, ni las leyes sobre asilo. Son también frecuentes las expulsiones de Marruecos a Argelia o Mauritania, de Argelia a Níger, de Túnez a Libia o Argelia, de Libia a otros países vecinos. Dejando a los inmigrantes, a veces, en medio de la nada del desierto.
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