Domingo 28 de Julio 2024“En la vejez no me abandones”.
Desde hace 4 años,
coincidiendo con la fiesta de san Joaquín y santa Ana, los padres de María y
los abuelos de Jesús, el papa Francisco invita a celebrar la jornada de los
abuelos y de las personas mayores. Este año lo ha hecho recordando la
frase del salmo 71 que dice: “En la vejez no me abandones”. Es una bonita interpelación que el papa nos hace
para ver qué es lo que estamos haciendo con nuestros mayores y cómo nos
preocupamos y cuidamos a nuestros mayores.
Debido a todos los avances y
progresos en la medicina vemos cómo cada día se va alargando más la vida, los
hay que siguen buscando cómo lograr ser inmortales, y que tienen miedo de
hacerse mayores y de envejecer. Pero la realidad es ver que conforme la edad
avanza, los achaques se hacen presentes y los limites ligados a la edad van
siendo más grandes, muchas personas mayores sienten que son una carga, se
encuentran solos u obligados de ir a una residencia de personas mayores al no
poder valerse por sí mismos.
Intento visitar a los
mayores y enfermos del pueblo, y me duele mucho ver cómo algunos están gran
parte del día solos y sin nadie que los acompañe, a pesar de tener varios hijos
y varios nietos. Incluso he escuchado de alguno esta frase que tanto me duele: “llevo
días en los que casi no hablo con nadie”.
Hace unos días hablaba con
una persona sobre el aumento de las mascotas y todas las atenciones que sus
dueños tienen con esos animales. Y alguien me decía que si se preocuparan lo
mismo, o incluso menos, de sus padres y abuelos sería algo formidable.
Es la triste realidad de
nuestro tiempo en donde se vive mucho, pero al mismo tiempo son muchas las
personas que viven sus últimos años de vida semi-abandonados de los suyos, después
de una vida de esfuerzo y de sacrifico para criar a unos hijos y ofrecerles
todo para que tengan una vida mucho mejor que la que ellos tuvieron. Por eso
mismo me parece muy acertado el mensaje del papa de este año para la jornada de
los abuelos y de las personas mayores.
El papa invita a descubrir
cómo Dios sigue mostrándonos su
misericordia, siempre, en cada etapa de la vida, y
en cualquier condición en la que nos encontremos. En la Biblia envejecer es signo de bendición aunque son muchos los
que lo experimentan como un tiempo de abandono. El papa también subraya esa
idea que, a veces escuchamos cada vez más en boca de algunos, que el cuidado y
la atención a los mayores son un peso y una carga cada vez más grande para las
generaciones jóvenes. Sabemos que es una falacia y poner a los jóvenes en
contra de los ancianos es una manipulación engañosa fruto, como dice el papa,
de decisiones políticas, económicas y sociales que no reconocen la dignidad
infinita de la persona. Lo peor es que, a menudo, los mismos ancianos terminan
por someterse a esta mentalidad y llegan a considerarse como un peso, deseando
ser los primeros en hacerse a un lado.
En muchos
ancianos podemos advertir ese sentimiento de resignación del que habla el libro
de Rut, cuando relata que la anciana Noemí —después de la muerte de su marido y
de sus dos hijos— invitó a sus nueras, Orpá y Rut, a regresar a sus países de
origen y a sus casas (Rut 1,8). Noemí teme quedarse sola, pero como
viuda, es consciente de valer poco ante la sociedad y está convencida de ser un
peso para esas dos jóvenes que tienen toda la vida por delante. Rut, una de sus
nueras, no se separa de ella y le dirige estas palabras sorprendentes: «No
insistas en que te abandone» (Rut 1,16). Rut nos invita a
recorrer un camino nuevo, a seguir sus pasos.
El papa en esta
IV Jornada Mundial dedicada a los abuelos y a los mayores de nuestras familias,
nos invita a que no dejemos de mostrarles nuestra ternura, a que los visitemos y
les hagamos descubrir la importancia que ellos tienen, todo lo que de ellos
hemos recibido y seguimos recibiendo y que nunca podremos agradecer del todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario