Sábado
21 octubre 2023Fernando García: “El misionero le recuerda a la
Iglesia su razón de ser”
Os presento la entrevista
realizada por José Luis Celada a nuestro compañero y superior general FERNANDO
GARCIA y publicada en VIDA NUEVA el 13 octubre 2023. Creo que es un testimonio
muy bonito de la belleza de la misión en este fin de semana en el que
celebramos el DOMUND con el lema “CORAZONES ARDIENTES, PIES EN CAMINO”.
Bukavu (República Democrática del Congo) fue el escenario
elegido por los Misioneros Javerianos para celebrar en julio su XVIII
Capítulo General. No solo porque llegaran a aquel país en octubre de 1958 o
porque hoy no pocos de ellos sean de allí, sino porque “África existe, es
una riqueza, y cuenta –y mucho– para el futuro de la humanidad y de la
Iglesia”. Lo reivindica Fernando García Rodríguez, superior general de
este instituto misionero, reelegido para otros seis años en el cargo.
Con este granadino de La Huertezuela (Huéneja), aprovechando las preguntas del
documento preparatorio para la cita capitular, pasamos revista al pasado, el
presente y el futuro de la familia javeriana… y de la misión.
PREGUNTA.- ¿De dónde vienen los Misioneros Javerianos?
RESPUESTA.- Nacen del sueño de un joven sacerdote italiano, Guido
M. Conforti, que no pudiendo ser misionero por un problema serio de salud,
pensó en iniciar un instituto misionero con la única finalidad de
anunciar el Evangelio a quien todavía no lo conociera. Y lo fundó en su Parma
natal el 3 de diciembre de 1895, fiesta de san Francisco Javier, nuestro
patrón. Ya en 1898, los dos primeros misioneros fueron enviados a China.
Rostro intercultural
P.- ¿Dónde están ahora mismo?
R.- Estamos en veinte países de cuatro continentes.
La primera presencia fue en China, y las últimas en Mozambique,
Tailandia y Marruecos. Hasta los años 80, casi todos éramos europeos,
principalmente italianos. A partir de entonces, nos hemos ido enriqueciendo con
una diversidad de procedencias: Asia, América y África. Hoy el rostro
javeriano no solo es multicultural, sino intercultural. Vivimos en
pequeñas comunidades misioneras compañeros de diferentes países y culturas con
un fin concreto: testimoniar el amor de Dios a la humanidad manifestado en
Jesucristo, y esto en contextos netamente misioneros.
P.- ¿Hacia dónde se encaminan?
R.- Queremos seguir siendo fieles a la misión que
la Iglesia nos ha confiado: anunciar y testimoniar el Evangelio hasta
los últimos confines de la tierra (Mt 28,18-20). Después de dos mil años, nos
damos cuenta de que el número de quien no conoce a Jesucristo sigue aumentando.
Hoy dos terceras partes de la humanidad no saben que Él es el Camino, la Verdad
y la Vida. Estar ahí, en contextos geográficos, culturales y existenciales
muy diferentes entre sí, es parte de nuestra vocación misionera.
Capítulo en Bukavu
P.- Resulta muy significativo –y así se lo agradecía
el Papa en su mensaje– el lugar elegido para celebrar el Capítulo…
R.- Nos sentimos parte de la humanidad, con una atención
especial a países, regiones y grupos humanos que cuentan poco delante de
los poderes que guían nuestro mundo; personas de carne y hueso que sufren
violencia, son explotadas en sus riquezas naturales, se les niega el derecho a
vivir dignamente… Se oye poco hablar de ellas, salvo en caso de calamidades,
violencia… como si esa fuese la única realidad. Sin embargo, hay una gran
riqueza natural, humana y espiritual. Celebrar el Capítulo en la República
Democrática del Congo fue una opción pensada para decir en voz alta una gran
verdad: África existe, es una riqueza, y cuenta –y mucho– para el futuro
de la humanidad y de la Iglesia.
P.- El lema de
la cita era “Amar nuestra vocación javeriana” ¿Siente que el ardor misionero
relega en ocasiones a un segundo plano esa pasión por el propio carisma?
R.- Amar nuestra vocación javeriana ha sido,
primero, una invitación a ir al origen
de lo que somos cada uno de nosotros, ese momento de nuestra vida en el que
sentimos que Dios nos amaba incondicionalmente y, amándonos, nos invitaba a colaborar en la realización
de su sueño: que la humanidad, en su diversidad, pueda vivir dándose la
mano, construyendo puentes de comunicación, de fraternidad, de servicio, de
justicia, de paz…
Y, en segundo lugar, ha sido una llamada a
cada uno de nosotros no solo a seguir manteniendo vivo ese sueño de Dios. Que
es también el nuestro, sino a seguir
creciendo en la fidelidad diaria al amor del Señor que se manifiesta en la
entrega cotidiana de nuestras vidas, amando
la misión que la Iglesia nos ha confiado y sirviendo a las personas que el
Señor pone en nuestro camino.
P.-¿Qué es la
cultura javeriana” esa idea tan presente en el Capítulo?
R.- Nuestro servicio de evangelización, de hacer
presente al Señor Jesús en las personas que todavía no lo conocen ni
lo aman, pasa en primer lugar por el testimonio
de nuestra vida concreta, de cada día. Lo que llamamos “cultura javeriana”,
por consiguiente, es un estilo de vida
de quien desea con todo el corazón hacer del mundo una sola familia en Cristo.
Esto se traduce en la inmediatez de las relaciones, en la sencillez de
vida, en la capacidad de relativizar la propia cultura y acoger la riqueza de
la cultura de los demás. Este estilo de vida, fundado en una profunda
consagración a Cristo, modelado según el ejemplo de San Guido M. Conforti, con
ese espíritu de fe viva que les hace ver a Dios, buscar a Dios y amar a Dios en
todo y en todos, nos une a todos como Familia Javeriana.
P.- ¿Y cómo vive
la Familia Carismática Javeriana la misión compartida entre religiosos,
religiosas y laicos? ¿En qué medida les está ayudando el Sínodo de la Sinodalidad?
R.- Evangelizar
es propio de quien ha acogido en su vida el amor de Dios manifestado en Cristo y, a partir
de ahí, siente la urgencia de compartir esta Buena Noticia en los cuatro
rincones del universo. El carisma javeriano participa de este deseo urgente de
evangelizar hoy. Y ahí estamos, religiosos y laicos, compartiendo misión y a
veces en lugares diferentes, otras caminando juntos. El camino sinodal es la manera concreta de ser hoy Iglesia. No hay
otra. Nuestro deseo es seguir creciendo en esta mentalidad y estrechando lazos
de fraternidad y colaboración mutua.
P.- La creciente
pluralidad de la congregación enriquece su presencia y testimonio, pero ¿cómo
se conjuga la apertura al mundo con la atención a las diversas Iglesias
locales?
R.- El carisma misionero es parte esencial de la
Iglesia. El misionero nace, crece, se
desarrolla y vive en la Iglesia. Allí donde hay un misionero, la Iglesia
está presente. El misionero, con su
testimonio de vida, le recuerda a la Iglesia su razón de ser en este mundo,
evangelizar, hacer presente el Reino de Dios.
P.- ¿Cómo
afronta este segundo mandado como superior?
R.- Hay una convicción grande en mi vida: la
misión cristiana es la misión de Dios. Somos
colaboradores de la obra divina. Si
Dios nos ha guiado hasta hoy, continuará haciéndolo. De esto no tengo duda.
Es importante esta confianza en el Señor que guía a la Iglesia, y que, a través
de su Espíritu, le indica qué caminos recorrer. Intento vivir día a día con
esta confianza. El resto, lo iremos descubriendo haciendo camino.
P.- ¿El futuro
de la Iglesia católica pasa por la misión?
R.- Evangelizar es la vocación de la Iglesia. El futuro de la Iglesia dependerá de la calidad de testimonio de nuestra vida cristiana, de nuestro amor a Dios y a la humanidad; sabiendo y sintiendo que no estamos solos, que el Señor Jesús está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.
Nota: Agradecemos
a la Revista Vida Nueva que nos ha permitido publicar la entrevista
que José Luis Celada ha hecho a nuestro superior general: Fernando García
Rodríguez. Vida Nueva nº 3.336, año 2023, páginas 16-17.
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