Sábado
11 de Marzo 2023Regresar a
la misión
Eran las 21h del 6 de septiembre de 2022.
María de Coppi y Ángeles López, desde la misión de Chipene (Mozambique) habían
estado hablando con sus familias y contaban la dramática situación que allí se
vivía debido a la presencia de un grupo islamista que operaba en la zona. Cuando
se separaron para ir a descansar María llamó a su sobrina para saludarla. Esa
llamada al teléfono la mató. Los terroristas ya estaban allí, mirando por la
ventana, y al verla hablar no le dieron opción a nada, le dispararon y su voz y
su llamada terminaron ahí, bruscamente.
Ángeles sobrevivió. La historia ya la
conocemos. Vino a España para recuperarse. Llevaba todavía en el cuerpo las marcas
del susto de aquella noche y tanta pena y sufrimiento en el corazón al pensar
en el pueblo que allí había dejado. Pero no pensó en su dolor sino que habló de
lo vivido y puso ante los ojos de muchas personas una realidad desconocida.
El domingo 5 de febrero pasado Ángeles regresó
a su misión en Mozambique. No lo hizo por obligación, sino por una vocación sólida
como una roca. Regresar a la misión para
seguir ofreciendo su servicio en la medida de sus posibilidades. Y de nuevo un
teléfono para comunicar, para seguir en contacto con los lejanos y los
cercanos. Pero ¿qué misión si la suya la habían quemado?
Regresar a
la misión no es solamente regresar a un espacio geográfico. Es regresar a
una auto comprensión de la propia vocación y fidelidad a la misma. Es mirar el
presente desde la realidad concreta que uno vive. Muchas personas con muy buena
intención han intentado disuadir a Ángeles de regresar a Mozambique... “por tu edad”,
“por tu situación de salud”, “porque ya has dado todo lo que tenías que dar”... Sabemos que ese “regreso” es un camino
interior marcado por separaciones no indiferentes, pero que lleva la marca de
la fuerza de Dios y de su Espíritu. Sin Él el misionero sabe que poco puede
hacer. Es un regreso a Dios, a la propia fuente de la que vive nuestra
vocación.
Regresar a
la misión no es cuestión de nostalgia; es cuestión de respeto a las personas
con las que se comparte la vida y es también cuestión de solidaridad. Quizás no
se puedan realizar muchas acciones como en el pasado, pero siempre podemos
escuchar, ofrecer una palabra de aliento, un hombro donde llorar y una sonrisa
para agradecer tanto bien recibido.
Regresar a
la misión es ser conscientes de la propia debilidad y fragilidad. Regresar
a la propia realidad para tomar conciencia de que el misionero también es una
persona que necesita que la cuiden, que necesita de los demás. Regresar a la
autoconciencia de que estamos de paso.
Regresar a
la misión es poder reírnos con libertad y caridad de nuestras propias
debilidades, de lo ridículas que son nuestras exigencias, y empatizar con
nuestro entorno para ser más humanos.
Regresar a
la misión es un acto de fe marcado por el coraje y la confianza. Lo vivido
ahí está, se ha quedado marcado a fuego en el corazón. Pero la fe en ese Dios que
guía la historia es más fuerte que el propio dolor. Regresar a la confianza en
Dios que sabe sacar tanto bueno de aquello que para nosotros son situaciones de
sufrimiento.
Regresar a
la misión es en definitiva comunicar tanto bien recibido, con teléfono o
sin él. Comunicar tanta belleza que viene de Dios y que nos abruma.
Mª del Prado
Fernández Martín, Misionera Comboniana
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