Lunes 23 Mayo 2022
Y en pleno siglo XXI la aberración sigue estando presente. La noticia decía que una estudiante cristiana había sido lapidada hasta la muerte por decenas de estudiantes de su escuela, acusándola de blasfemia contra el profeta Mahoma, en el estado de Sokoto, en el noroeste de Nigeria. Tanto el obispo como el sultán musulmán de Sokoto condenaron este crimen y pidieron que se haga justicia, llamando a la población a la calma.
Cuando publicó una nota de voz en el grupo de mensajes de whatsapp de su clase, Deborah Samuel Yakubu, nunca hubiera imaginado que estaba firmando su sentencia de muerte. La joven estudiante cristiana fue lapidada hasta la muerte por decenas de estudiantes de la escuela Shehu Shagari, quienes luego quemaron su cuerpo. Estos trágicos hechos fueron anunciados el jueves 12 de mayo en un comunicado de prensa de la policía del estado de Sokoto donde ocurrió la tragedia.
Según testigos oculares, Deborah Samuel se había quejado de la afluencia de mensajes religiosos en el grupo de Whatsapp de su clase. La estudiante había hecho una nota de voz para recordar a sus compañeros el propósito académico del foro. Parece ser que este comentario suyo fue considerado blasfemo contra el profeta Mahoma y provocó la ira de sus compañeros fanáticos.
En un vídeo, que circuló el jueves 12 de mayo en las redes sociales, se veía la espantosa escena de su linchamiento por una multitud enfurecida. Dos sospechosos fueron arrestados, según informó la policía, mientras que las autoridades escolares anunciaron el cierre inmediato de la escuela y enviaron a los estudiantes a casa.
El obispo de Sokoto, Monseñor Mathew Hassan Kukah, condenó este acto como un “acto inhumano”, y pedían que sus autores fueran llevados ante la justicia y castigados de acuerdo con las leyes del país. Invitaba también a "todos los cristianos de Sokoto y alrededores a mantener la calma y rezar por el descanso del alma de Deborah", no sin expresar su pésame a los familiares de la víctima. Es cierto que existe una convivencia pacífica entre cristianos y sus vecinos musulmanes en Sokoto desde hace muchos años.
También el sultán de Sokoto, Muhammadu Sa'ad Abubakar, expresó su consternación por la muerte de esta estudiante. En un comunicado de prensa afirmaba: “el consejo del sultanato condena el incidente en su totalidad y pide a los cuerpos de seguridad llevar ante la justicia a los perpetradores de este injustificable incidente”. También ellos invitaban a “todos a mantener la calma y garantizar la coexistencia pacífica entre todos”.
Es cierto que en el estado de Sokoto, como en otros once estados del norte de Nigeria, la sharia, ley islámica, se aplica junto a la ley civil; y la ley islámica castiga a los culpables de "blasfemia" con la pena de muerte. Es por eso que los obispos de Nigeria hace ya casi un año presentaron al Comité de Reforma Constitucional del Senado un memorando en el que pedían “acabar con el estatus que disfruta el Islam en la constitución”, lo que contradice el laicismo del Estado, consagrado en los artículos 10 y 38 de la constitución.
El episcopado había señalado que la creación de los tribunales de la sharia, al igual que las referencias a la ley islámica en la constitución, provocan graves desigualdades en el sistema judicial nigeriano y ponen en peligro las "libertades de pensamiento, conciencia, religión, culto, enseñanza, práctica y observancia de sus creencias”.
Cuando leía esta noticia me venía a la cabeza
la escena que ocurrió hace unos 2.000 años en la entrada del templo de Jerusalén
en donde Jesús estaba enseñando. El evangelio nos dice: “Los
escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y,
colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en
flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué
dices?». Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús,
inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El
que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». Y el evangelio termina con estas palabras que Jesús dirige a la mujer: “Mujer,
¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?». Ella contestó: «Ninguno, Señor». Jesús dijo: «Tampoco yo te
condeno. Anda, y en adelante no peques más”. Creo que si se aplicaran hoy en día muchas cosas cambiarían.
“El amor te hace humano, y esa es su
verdadera recompensa. El amor no es un medio para alcanzar un premio. Es el
camino y la meta de todos los caminos”. Fray Marcos
“Me gusta la gente sentipensante, que no
separa la razón del corazón. Que siente y piensa a la vez, sin divorciar la
cabeza del cuerpo ni la emoción de la razón”. Eduardo Galeano
"Lo grito aquí: ¡Paz! Y lo grito llenas
de llanto las mejillas. ¡Paz, de pie! ¡Paz! ¡Paz, de rodillas! ¡Paz hasta el
fin del infinito! No otra palabra, no otro acento ni otro temblor entre las
manos. ¡Paz solamente! ¡Paz, hermano! Amor y paz como sustento." Rafael Alberti
Tres
actitudes de servicio
Imaginemos a un grupo de montañeros que han
salido a escalar un pico difícil, y vamos a observarlos unas cuantas horas
después de que han comenzado su empresa. Para entonces, es de suponer que el
grupo se haya dividido en tres subgrupos.
Los primeros están pesarosos de haber abandonado
el refugio. Piensan que la fatiga y los riesgos no guardan proporción con lo
que les supondría la satisfacción de haber llegado a la cumbre. Deciden
volverse.
Hay otros que no se arrepienten de haber
salido. Brilla el sol y el paisaje es maravilloso. ¿Qué necesidad tienen de
subir más arriba? Es mucho mejor disfrutar de la montaña desde aquí (en la
amena pradera o en lo profundo del bosque). Y así, se recuestan en la hierba o
exploran el entorno hasta que llegue la hora de atacar sus provisiones.
Nos quedan los verdaderos montañeros; los que
mantienen la mirada fija en las cumbres que han decidido coronar. Son los que
continúan hacia adelante. Los cansados, los hedonistas, los entusiastas. Tres
tipos humanos. En el fondo de nosotros mismos, llevamos los gérmenes de los
tres. Teilhard de
Chardin
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