Estos días de nuevo encontré esta noticia en Vatican
News que informaba del secuestro de dos sacerdotes y dos niños que estaban
cerca de ellos en una ciudad en el norte de Nigeria. El 25 de mayo, hombres
armados no identificados irrumpieron en una parroquia en el norte de Nigeria y
secuestraron a cuatro personas: dos sacerdotes y dos niños. La información fue
confirmada por la diócesis de Sokoto, que invita a todos los fieles a orar por
su liberación.
Según los medios locales, los secuestradores
asaltaron la iglesia católica de San Patricio en Katsina, uno de los 36 estados
federales de Nigeria, la noche del 25 de mayo. Secuestraron a los padres
Stephen Ojapa y Oliver Okpara, así como a otros dos niños cuya identidad se
desconoce. La prensa local señala que no hay aún reclamación de la autoría del
suceso.
La noticia del secuestro fue confirmada a lo
largo de día por el padre Chris Omotosho, director de comunicaciones sociales
de la diócesis de Sokoto. “A la medianoche de hoy, 25 de mayo de 2022,
hombres armados irrumpieron en la casa sacerdotal de la iglesia católica St.
Patrick, Gidan Maikambo, área del gobierno local de Kafur en el estado de
Katsina. No hay información sobre su paradero. Rezad por su seguridad y su
liberación”, ha señalado el portavoz de la diócesis. Este hecho, lejos
de ser un acontecimiento aislado ya que la inseguridad en Nigeria ha crecido
por todo el noreste del país en los últimos meses, difundiéndose varias redes
terroristas y criminales.
Este secuestro es el último de una serie
dirigida a instituciones eclesiásticas, sacerdotes, religiosos y religiosas en
Nigeria. En los últimos años, el norte del país se ha enfrentado a problemas de
seguridad recurrentes, alimentados por las actividades del grupo extremista
islámico Boko Haram, así como por enfrentamientos entre pastores nómadas y
agricultores locales.
En los últimos meses, hombres armados no
identificados, comúnmente denominados "bandidos", han sido
responsables de secuestros, asesinatos y saqueos en pequeños poblados y esto preocupa
a las autoridades. Solo en el Estado de Kaduna, en el centro del país, los
«bandidos» han asesinado en los tres primeros meses de este año a 360 personas
y herido a 258, según un informe presentado la semana pasada por su
gobernador. En ese corto espacio de tiempo se perpetraron allí también
1.389 secuestros.
Estas bandas de bandoleros o terroristas
suelen irrumpir en motocicletas en los poblados, abren fuego indiscriminado
contra la gente, secuestran a algunas personas y se dan a la fuga antes de que
las fuerzas del orden puedan reaccionar. Según un informe de la ONG local Global
Rights, el año pasado murieron en Nigeria casi 7.000 personas a causa de
la violencia de Boko Haram y de los «bandidos» que operan en el
norte. De esa cifra, la inmensa mayoría (6.051) eran civiles y el resto (844)
agentes de la seguridad del Estado.
A principios de mayo, la diócesis de Kaduna
anunció la muerte del padre Joseph Aketeh Bako, quien murió en cautiverio después
de ser secuestrado en marzo de 2022 por hombres armados de la Iglesia Católica
de St. John, Kudenda (centro del país). Este secuestro se produjo además doce
días después de la muerte de Deborah Samuel Yakubu, una joven cristiana
lapidada por “blasfemia” en el estado nigeriano de Sokoto, el 13 de mayo, y que
había conmocionado profundamente al país.
Por el momento se desconoce el lugar de detención de las cuatro personas, seguimos rezando por esta situación y dando a conocer lo que ocurre en algunos lugares de África pero que no son noticias de nuestros telediarios ni informativos.
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