Sábado 13 Febrero 2021
LOS QUE MUEREN DOS VECES
Las redes sociales han entrado de manera
irrevocable en la marcha de la humanidad afectando profundamente nuestras
costumbres. Se están imponiendo como medios de comunicación por excelencia de
la globalización. Esa es una de sus mayores virtudes. El reverso de la medalla,
sin embargo, es que son plataformas por las cuales se difunden cada vez más vídeos
e imágenes obscenos y espantosos. Son literalmente canales por los que los seres
humanos perdemos la humanidad y la dignidad. Y cuando toca a los fallecidos, es
como si esos pobres cuerpos inertes que a muchos les gusta enviar y reenviar
sin ningún respeto por esas víctimas ni por sus familiares, murieran por
segunda vez.
Veamos. El 21 de octubre de 2016 tuvo lugar en
Eséka, un territorio periférico de la región del Centro de Camerún, un
accidente de tren, una catástrofe histórica en la que perecieron oficialmente
unos ochenta viajeros. Entre ellos el misionario javeriano P. Carlo Girola,
vicario de la Parroquia Jésus le Bon Pasteur de Oyom-Abang. Al poco tiempo de
suceder el desastre ya pululaban en la web imágenes de cuerpos destrozados, otros
amontonados los unos sobre los otros y otros yaciendo en un charco de sangre.
Aquellas imágenes chocantes vinieron a aumentar el suplicio del duelo que ya
superaba los límites de lo soportable. Esa poca consideración en el cuidado de
los cuerpos humanos y su difusión irracional por las redes sociales justificaron en parte el nacimiento, dos años
más tarde, de la FOCAGI (Fundación Carlo Girola y otras víctimas del
descarrilamiento de Eséka) cuyo objetivo principal es abogar por el respeto de
la dignidad humana en situaciones siniestras, y más ampliamente en el
cotidiano. Esta empresa implica una sensibilización no solo por el cambio de
conducta en la vida real, sino también en el mundo virtual, el de las redes sociales.
A principios del mes de diciembre de 2020, la
FOCAGI organizó una campaña de sensibilización en algunas agencias de viajes que
registran importantes flujos de tránsito en la capital. La idea era anticipar los
accidentes que suelen multiplicarse durante las fiestas navideñas. Esto no
impidió que se repitieran las tragedias por las carreteras de Camerún en aquel
periodo. En ningún momento este resurgimiento debe entenderse como señal de
fracaso de la fundación, sino como señal de que la labor es inmensa, pero los
obreros son pocos. Entre los accidentes aludidos detengámonos en dos que fueron
particulares.
El 1º se produjo el 27 diciembre
de 2020 y costó la vida a 37 personas y causó mas de 20 heridos, varios entre ellos
graves. Este accidente se produjo en Ndikiminiki y fue el resultado de la
colisión entre un autobús de transporte público y un camión. En realidad hubo
un primer accidente entre el camión y un coche que no se señalizó y esto fue la
causa del segundo accidente de un autobús que al acercarse repentinamente al lugar del primer accidente
hizo todo lo posible para evitar a las personas que se encontraban en la
carretera intentando asistir a los accidentados. Total el autobús para
evitarlos cayó por un barranco. Es triste darse cuenta que el segundo
accidente, el que más muertos provocó, hubiera podido evitarse si la gente
hubiera colocado ramas de árboles o matas de hierba, como es la costumbre en Camerún
para indicar un peligro cercano, en ambas direcciones de la carretera para proteger
la escena del accidente. Son pequeños gestos sencillos pero preciosos cuyo
valor desconocemos hasta que semejante tragedia sucede.
El otro accidente tuvo lugar en Dschang, en el
Oeste de Camerún, exactamente un mes después del mencionado arriba, en la noche
del 26 al 27 de enero de 2021. Un autobús procedente de Douala con unos 80
pasajeros y que estaba ya cerca de
su destino Dschang,
chocó con un camión que transportaba gasolina ilegal que viene de Nigeria y se
transporta en bidones y garrafas de todo tipo. El autobús se volcó de tal modo
que el lado de los pasajeros y sus puertas quedaron contra el suelo, lo cual hizo
casi imposible la posibilidad de escaparse. A los pocos segundos de volcarse
ambos vehículos y gracias a la gasolina que se derramaba, esta explosionó y
prendió fuego provocando 55 fallecidos,
en su mayoría calcinados y 29 heridos muy graves.
En otra ocasión hablaré de este transporte de gasolina que es ilegal y está prohibido, así como de la venta
de esta gasolina de contrabando, que se encuentra en botellas o garrafas en el
borde de las carreteras en la mayoría de nuestras ciudades y pueblos y que se
vende a la vista de las fuerzas del orden que no dicen nada. Muchas son también
las personas que se preguntaban cómo podía haber pasado este camión con productos
ilegales y de contrabando, tan
peligrosos, delante de un control de policía frente al que tuvo que pasar justo
unos kilómetros antes del accidente. Misterios difíciles de entender.
Es muy triste el descubrir la escena tan
terrible en donde familias enteras desaparecieron y perecieron a causa de la explosión y del gran
incendio provocado por la gasolina, pero lo más triste es que apenas ocurrieron los
accidente, otra vez no faltaron por las redes sociales imágenes y vídeos de
cuerpos calcinados yaciendo en las cenizas. Un fenómeno deshumanizante que en
muchas circunstancias duele más que el mismo duelo, porque el espectáculo de la
tragedia es una segunda tragedia en la que mueren por segunda vez los
fallecidos. A veces no nos imaginamos lo impactante y lo traumático que puede
resultar el hecho de volver a encontrar por las redes sociales imágenes
brutales de un accidente que sufrimos o en el que perdimos a un familiar. Se
debe tomar esta cuestión muy en serio, de lo contrario terminaremos siendo
seres miserables cuya dignidad puede cambiarse debido a un rápido toque en las
redes sociales.
Gils da Douanla
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