Sábado 6 Febrero 2021
Conociendo un poco más Chad y sobre todo nuestra comunidad
de Bitkine.
El 31 de agosto de 2019 los misioneros
javerianos se instalaron en Bitkine y abrieron así una nueva presencia
misionera en Chad, en el Vicariato Apostólico de Mongo. Son tres los misioneros
javerianos que allí fueron enviados: Jesús Calero, español; François
Xavien Agung, indonesio y Antoine Ntabala, congoleño de la República
Democrática del Congo. Esta nueva misión javeriana en la región llamada Guéra
fue puesta bajo la protección de San
Guido Maria Conforti, Fundador de los Misioneros Javerianos y de Santa Josefina
Bakitha. Una religiosa de Sudán que fue secuestrada, por
unos comerciantes de esclavos, cuando solo era una niña y apodada de forma
irónica “Bakhita”, que significa “afortunada”. Al igual que ella, su hermana
también fue secuestrada y desarraigada de su familia. Tuvo que salir
forzosamente de su tierra, perdió su nombre y fue sometida a esclavitud y
tortura. Pese a perder todo y a ser vendida a distintos amos que la maltrataron
durante años, Bakhita conservó la inocencia y un corazón limpio. “Fui realmente
afortunada, porque el nuevo patrón era un hombre bueno. No me maltrataba ni
humillaba, algo que me parecía completamente irreal”, escribió Josefina en su
diario con trece años, refiriéndose a la paz y tranquilidad que sintió por
primera vez desde el comienzo de su pesadilla, al conocer a su quinto y último
amo, el único que la trató bien. Bakhita viajó con él a Italia donde trabajó de
niñera para después ingresar al noviciado del Instituto de las Hermanas de la
Caridad, en Venecia. Allí supo que Dios le había dado fuerzas para poder
soportar la esclavitud y fue bautizada como Josefina Margarita Afortunada. Ella
es símbolo de África, por su origen; del absurdo del racismo, por su negritud;
de las mujeres maltratadas, por la violencia que padeció; de la fe de los
pobres, pues su única posesión fue un crucifijo; y de la reconciliación que
encarnó. Su vida es un signo de nuestros tiempos; posee el don de la
universalidad.
Así que bajo la protección de estos 2
santos, un sueño se convierte realidad para nosotros los Misioneros Javerianos. Porque
se necesitaron 16 años para que la Dirección General, en colaboración con la
Región de Camerún-Chad, respondiera positivamente a la solicitud del obispo
Henri Coudray, obispo del Vicariato Apostólico de Mongo.
Monseñor Henri Coudray, les confió la gestión
de la parroquia de Bitkine, que no es ni mucho menos como una de nuestras
parroquias de aquí en España. Daros cuenta que esta parroquia de los Santos
Pedro y Pablo de Bitkine es una de las seis parroquias del Vicariato Apostólico
de Mongo (Mongo, Bitkine, Dadour, Baro Abéché y Am-Timan), en Chad. Este
Vicariato tiene una superficie de 540.000 km2 (mayor que toda
España). Comparte 400 km de frontera con Libia en el norte, más de 1000 km
con los dos Sudan en el este y finalmente con la República Centroafricana en el
sur. Al oeste limita con Níger, Nigeria y Camerún.
Monseñor Henri Coudray en las palabras de
acogida que dirigió a los javerianos y a los cristianos allí reunidos les habló
de “movilidad misionera ". Y
con estas palabras quiso definir la presencia de los misioneros javerianos en
el Vicariato Apostólico de Mongo. ¿Por qué “movilidad misionera”? Porque
esta nueva misión está realmente en las fronteras geográfica y humana. En
efecto, la parroquia de Bitkine es una iglesia minoritaria que busca vivir de
Cristo y dar testimonio de la posible fraternidad con los musulmanes que son
mayoría y con los que siguen la religión tradicional de sus antepasados. Es
también la única comunidad en todo el Vicariato de Mongo que todavía tiene
cristianos autóctonos. Los protestantes también son numerosos allí con
muchas obras sociales.
Ante esta situación, la Parroquia de
Bitkine se ha marcado el objetivo de testimonio y servicio. La tarea a la
que se dedican es en primer lugar la evangelización, también trabajan en el
diálogo interreligioso y llevan adelante muchas iniciativas de promoción
social. Actualmente los compañeros javerianos siguen aprendiendo el idioma local
llamado Kenga y el árabe. Ellos, en medio de sus hermanos y hermanas Kenga y
árabes, viven la misión a través de diferentes actividades: el anuncio de la
palabra de Dios, el acompañamiento y animación de movimientos, grupos y
servicios; educación de los jóvenes en el centro cultural, biblioteca
parroquial, clases en el colegio de niñas de Santa Joséphine Bakitha; la
gestión de dos internados (niñas y niños); cursos de alfabetización y
costura para la promoción de la mujer y las jóvenes, en un entorno donde la
mujer es muy marginada y considerada como un objeto de reproducción y placer.
El obispo no ocultó su alegría al decir, “¡este es un momento que llevo soñando desde hace mucho tiempo! ¡Buena suerte a los pioneros!
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