Miércoles 20 de Mayo 2020
Por fin apareció.
En los últimos ecos os hablaba de la ausencia
total de nuestro presidente y del don que él mismo hizo para todo el país. Pues
ayer noche por fin hizo su aparición, casi de sorpresa, pues su mensaje fue
anunciado solo hacia el mediodía y lo hizo con un discurso que pronunció ante
las cámaras.
Hoy es fiesta nacional en Camerún y se
conmemora la reunificación de las dos partes, anglófona y francófona, el 20 de
Mayo del 1972. Normalmente hay un gran desfile militar aquí en el centro de la
ciudad y luego por la tarde un gran convite ofrecido por el presidente a los
peces gordos del país. Ya desde hace más de 3 semanas se había anunciado que a
causa del corona virus el desfile sería anulado, pero no se sabía nada más.
Algunos decían que se celebraría una fiesta más discreta pero eran solo rumores.
Como el presidente en estos casi 3 meses de pandemia no había hecho ninguna
aparición pública ni dicho ni una sola palabra, se rumoreaba que aprovechando
de la fiesta nacional haría una aparición, y así desaparecerían todos los
rumores que se hacen en los medios de comunicación desde hace semanas
anunciando que ha muerto, otros que está en cautiverio… Ayer a las 8 de la
tarde en punto ahí estaba, como veréis en las fotos sin una sola cana y con un
pelo negrísimo a pesar de sus 87 años. Hay que ver lo que hacen los peluqueros
y los maquilladores. Y es así como hizo un discurso de unos 20 minutos hablando
sobre todo del corona virus, de las medidas tomadas y de la lucha que había que
seguir haciendo. Dijo muy poco sobre la fiesta que hoy celebramos y sobre el
sentido de la unidad en medio de una realidad en donde siguen los conflictos
armados en las 2 regiones anglófonas y en donde continúan las muertes por un
lado y por otro.
A propósito del presidente y del don que hizo
hace unas semanas, os escribía y subí la foto de lo que él repartía, y estos
días se ha difundido por todos los medios el vídeo de como un sous-prefet,
autoridad regional, distribuye estos dones del presidente a los jefes o
alcaldes de los pueblos de su comarca. En el vídeo se muestra cómo a uno de
ellos, jefe del pueblo llamado Minka, le ofrece un cubo en el que según dicen
había 10 trozos de jabón y algunas mascarillas, todo eso el gran don del
presidente para luchar contra la pandemia. El hombrecillo viendo lo que el otro
le ofrece se queda perplejo y dice que eso no le interesa pues ¿cómo distribuir
eso con la gente de su pueblo? Al escuchar sus palabras el sous-prefet le echa
un rapapolvo y le amenaza diciendo que no se critican los dones del presidente
y que tenga cuidado pues tiene que saber que al hablar así puede ser destituido
rápidamente. Ya veis un poco la realidad que nos rodea.
Sábado 23 de Mayo 2020
Un viejo amigo
responsable de la lucha contra el corona en Chad.
La vida da muchas vueltas y quizás todavía un
poco más para nosotros, que somos un poco nómadas. Lo nuestro es así, ya que
con cierta frecuencia se nos pide el dejar el sitio en donde hemos estado
trabajando, viviendo y compartiendo alegrías y penas durante varios años, dejar
las amistades hechas para irnos a otro sitio totalmente nuevo y desconocido.
Esa es quizás una de las exigencias más fuertes para nosotros los misioneros.
Muy a menudo perdemos el contacto con estas personas conocidas, amigas y con
las que hemos compartido muchas fatigas y muchas alegrías. Por eso que cuando
después de muchos años volvemos a saber de alguna de ellas eso nos produce una
gran alegría, y aún más si uno escucha noticias buenas de esa persona.
Rebeca la conocí en Gunu Gaya en los años en que
estuve allí presente. Era una mujer de confianza total, encargada de guardar
las ofrendas del domingo y colaboraba en la gestión de la cooperativa de
cereales o del granero comunitario que se creó después de 1998, año en donde
vivimos una hambruna que se llevó consigo a bastantes personas. Ella era viuda,
vivía del fruto de su trabajo en el campo y en un pequeño comercio y es así
como sacó adelante a sus hijos. Todos estaban muy presentes y activos en la
iglesia a través de su madre y se puede decir que mamaron eso desde pequeños. Ella
se esforzó e hizo todo para que todos estudiaran y en 2013, al poco de llegar
aquí a Yaundé tuve la suerte de volver a ver a su hijo Henry que estaba
haciendo un master en analítica y laboratorio en la ciudad de Duala. Nos
encontramos porque a uno de sus sobrinos le habían detectado un cáncer y él se
encargó de traerlo aquí para operarlo y hacer el seguimiento de su enfermedad.
Fueron unos meses en los que nos veíamos a menudo a causa del sobrino. Esto me
permitió conocer y tocar de cerca esta realidad del cáncer en los niños aquí en
Camerún. Desgraciadamente todos los que conocí en el hospital fallecieron en el
lapsus de unos meses y desgraciadamente el sobrino de Henry también falleció al
cabo de 8 meses de tratamiento. De ello escribí en los ecos más de una
vez.
Fijaros que alegría tuve ayer cuando leía las
noticias en la página de “vatican news” y de repente me encontré con la gran sorpresa
de ver una artículo que hablaba de un laboratorio móvil en Ndjamena, Chad, para
luchar contra el corona virus. Hasta ahí nada de extraordinario pero
precisamente el medico encargado de este laboratorio y de las enfermedades infecciosas
de todo el país, era ni más ni menos que Henry, el hijo de Rebeca. En el
artículo le hacían una entrevista a Henry para que explicara el funcionamiento
de ese laboratorio móvil del que él era el responsable. Y lo leí como mucho
interés y alegría. Enseguida busqué su dirección de correo electrónico que
tenía desde que estuvo aquí en 2013. Le escribí y me contesto también con mucha
alegría informándome de la salud de su madre Rebeca, de su hermana, la madre
del chaval que falleció aquí, y del resto de la familia. Gracias a los medios
de comunicación de hoy en día la comunicación es fácil y nos permite un
contacto fácil y rápido.
Como os imaginareis esta noticia y el volver
a saber de Henry, de Rebeca y de la familia me ha dado mucha alegría. Y no exagero
si digo que todo esto ha sido posible gracias al esfuerzo, trabajo y a la honestidad
de su madre que luchó para sacar a sus hijos adelante ella solo y creo que
estaréis de acuerdo conmigo que lo consiguió y muy bien. Esta noche pensaba que
esto confirma que aunque “las montañas
no puedan encontrarse, los hombres, en cambio, sí que pueden hacerlo a pesar
del tiempo, de la distancia y de las sorpresas de la vida”
Viernes 29 de Mayo 2020
Salva se marchó sin
hacer ruido.
Eran más de las 9 de la noche del sábado
pasado y ya casi todos estábamos acabando algunas tareas y preparándonos para
descansar. Yo estaba acabando de preparar la celebración del domingo y buscando
algún canto para la celebración con los niños del día siguiente. De hecho el
evangelio del domingo era dificilillo de explicar y buscaba algún canto que
pudiera ayudarnos, así que andaba metido en mis cosas cuando Beppe, el
compañero que tiene la habitación junto a la mía, vino acalorado casi gritando
la noticia que Salvador había fallecido y os aseguro que se me pusieron los
pelos de punta.
Salvador Romano era un caso aparte, con el
que podríamos llenar cientos de páginas por sus conocimientos, sus anécdotas, su
carácter alegre y bromista, su don de animación, su capacidad de gestión que en
él quizás era congénita pues era un catalán de pura cepa nacido en San Feliu de
Codinas, Barcelona en 1945. Un hombre con enormes dotes y capacidades que quiso
ponerlos desde joven al servicio de Jesús y del anuncio de su evangelio.
Salva comenzó su camino con los misioneros
javerianos cuando tenía 18 años y esta aventura le llevó a Italia para hacer
los primeros años de su formación y los estudios de teología, a Guernica en
donde teníamos una comunidad de jóvenes que tenían deseo de ser misioneros.
Allí estuvo primero un año como estudiante y luego 4 como sacerdote. Estando
allí recibió una carta que lo destinaba a la misión de Burundi y después de
unos meses en Paris estudiando el francés, llegó a Burundi a finales del 1978.
La situación del país era muy tensa y prácticamente todos los misioneros fueron
expulsados del país en cuestión de unos meses. Salva lo fue en 1981, solo
después de 3 años, pero os aseguro que hablaba siempre con mucho cariño de este
país, de sus gentes y le gustaba recordar cantos e historias en ese idioma, el
kirundi. Él fue expulsado junto a otros 17 misioneros y parece ser que en el
aeropuerto antes de salir, y luego en el avión se pusieron a cantar el padre
nuestro en kirundi ante la sorpresa de todos los que allí estaban presentes.
Regresó a España y mientras digería la
expulsión, empezó a transmitir su pasión por esta África que apenas había
conocido. Al año siguiente recibió una carta que le destinaba a trabajar en la
nueva misión que los javerianos querían abrir en Gunu-Gaya, Chad, a donde llegó
en 1983. Allí estuvo hasta el 1992 y en esos años tuvimos la oportunidad de
encontrarnos varias veces. Precisamente yo llegué allí, a Gunu-Gaya, justo un
año después de que él se fuera para llenar el vacío dejado por él y otro
compañero que fue destinado a otro sitio. Durante mi estancia allí los
recuerdos y anécdotas que la gente recordaba de Salva fueron muchos y estaban
en la boca de muchos.
De hecho, fueron 4 los primeros misioneros
javerianos que llegaron a Gunu-Gaya en 1983 y a cada uno le dieron el nombre de
una variedad de mijo que correspondía en cierto modo con la persona de estos
compañeros. Say fekna, el mijo muy
alto, fue el nombre que dieron a Sergio
que era el más alto; Mbul siilina,
el mijo que hace espigas muy gordas, fue el nombre de Franco que era el más grueso del grupo; wandawna fue el nombre de Carlo
y es cierto que no sé muy bien el porqué. Y a Salva lo llamaban “wadana”,
que es una variedad de mijo pequeño, duro y difícil de machacar; a cada uno de tirar
sus conclusiones...Todos admiraban el gran trabajo que Salva había hecho con el
idioma musey y el dominio que de él poseía, como habían organizado la
catequesis insistiendo sobre el método oral de la transmisión del evangelio, y también
por el modo de trabajar en equipo de los javerianos. Antes de que ellos
llegaran estaban los misioneros oblatos pero estos no vivían en comunidad sino
uno en cada sitio un poco dispersados.
Después
de esos años duros pero fructuosos en Chad, Salva fue destinado a España y allí
estuvo 9 años, haciendo el trabajo de animación misionera por eso se le encargó
de elaborar nuestra revista “Misioneros
Javerianos” que modificó y la hizo mucho más atractiva, contando con la maravillosa
colaboración de varios jóvenes periodistas. Los últimos años fue elegido superior
de los javerianos en España y es así como en 2001 participó en el capítulo
general representando a los demás compañeros en donde fue elegido consejero de
la dirección general por lo que tuvo que desplazarse a Roma siendo él nombrado
el encargado de la economía en la congregación. Durante los 6 años de servicio
en Roma recorrió las distintas presencias de los javerianos por todo el mundo para
animar a los hermanos sobre el tema de la economía y de la pasión por la misión.
Al
acabar su servicio en Roma, después de unos meses de descanso, fue destinado de
nuevo a su querido Chad, con una tarea muy delicada: la de ser el ecónomo de la
diócesis de Pala. En mi blog he colgado un video realizado por el equipo de “Misioneros en el Mundo” de 13TV hace un
par de años, en donde se ve el trabajo que Salva hacia allí en Pala, explicado
por él mismo, creo que es un testimonio fabuloso que resume en 10 minutos la
actividad que allí ejercía y su pasión por África y por los africanos. Allí estuvo
11 años y ya los últimos años cansado y a veces un poco enfermo pidió de poder
dejar ese puesto de responsabilidad y hacer algo más llevadero para su salud y
su edad. El año pasado, terminó su presencia en Chad y a mitad de febrero
regresó a España en donde estuvo 7 u 8 meses intentando reponerse y controlando
su salud un poco maltrecha. A primeros de octubre llegó aquí a Camerún para
vivir lo que han sido sus últimos meses de misionero en África. Precisamente yo
fui a recogerlo al aeropuerto el día de su regreso y recuerdo que estaba todo
enfadado pues su maleta no había llegado, llegaría al día siguiente. Me quedé
sorprendido pues apenas subió al coche se puso a fumar sin cortarse un pelo,
cosa que aquí no estoy acostumbrado a ver.
A
los pocos días fue a Bafoussam, una ciudad al oeste del país, situada en una
zona montañosa, con un clima fresco y muy agradable durante todo el año, y allí
se encontraba muy a gusto. En Bafoussam los javerianos tenemos una comunidad de
jóvenes cameruneses que comienzan sus primeros pasos con nosotros con el deseo
de ser futuros misioneros y Salva era el “hermano mayor” que acompañaba,
guiaba, aconsejaba y educaba a partir de toda su experiencia de vida. Con él
estuve hace 3 semanas pues yo tenía una reunión allí y pasamos 4 días juntos, charlando
bastante juntos pues hay que decir que a Salva le gustaba hablar, recordar,
aconsejar y lo hacía muy bien. Se le veía contento y a gusto, con su ritmo más
tranquilo y rodeado por los jóvenes que apreciaban su presencia de abuelo o
hermano mayor.
El
sábado que no se levantó para la oración pues no había pasado buena noche, los
compañeros querían llevarlo al médico para que le hiciera un control. Salva decía
que ya le había pasado otras veces y que se pasaría con un poco de reposo. Pero
viendo que no mejoraba llamaron una ambulancia para que viniera a por él, pero
esta nunca vino a pesar de llamarles varias veces. Así que contra su voluntad
lo llevaran al hospital después de comer pues no estaba bien, pero allí no es
que recibió grandes atenciones ni los cuidados que hubiera necesitado,
desgraciadamente es la triste realidad que vivimos aquí en Camerún. Estuvo consciente
y charlando con Diego toda la tarde, sentía molestias y al final dificultad
para respirar y en unos minutos y casi sin hacer ruido se fue apagando y
falleció. Precisamente en el programa “Misioneros
en el Mundo”, que citaba más arriba, al final de su entrevista Salva decía
que ese era su pueblo y que allí, indicando el cementerio de Pala, quería ser
enterrado junto a los otros cristianos que él conocía. La profecía no se ha
realizado pero Salva ha sido enterrado en África, en Duala, junto a otros 3
compañeros con los que compartió penas y alegrías: Giovanni, Carlo y Bruno. Ayer
estuvimos allí acompañándolo en este su último viaje por tierras africanas. Una
celebración sencilla pero emotiva y llena de recuerdos. Que su recuerdo y su
ejemplo nos ayude a vivir con pasión y con alegría sabiendo darnos enteramente
al Señor y a los que él nos ha confiado. Salva, “servidor bueno y fiel, has sido
fiel en las cosas pequeñas ahora te confío otras más importantes, entra a
participar del gozo de tu Señor” (Mt 25,21).
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