miércoles, 10 de diciembre de 2014

Ecos de la Sabana - nº 36

Sábado 22 de noviembre 2014
Pequeños signos de solidaridad y de amor.
Esta tarde he estado celebrando el funeral de Eveline fallecida hace poco más de un mes con solo 33 años y dejando dos chiquillos. El 11 de septiembre de este año día a luz en el centro de salud en donde trabajaba como auxiliar de enfermería, aunque dudo que tuviera el titulo. Estaba enferma hace tiempo y de hecho algunos pensaban que no llegaría a dar a luz.
Hoy en el funeral han contado algo de su vida que no ha sido una vida muy alegre que digamos, ni mucho menos. Y en cambio Eveline era una chica muy sonriente y servicial conocida en el barrio y apreciada por todos. Yo no pensaba que tuviera esos problemas familiares, ni mucho menos.
No vivía con su familia, ni parece que tuviera relación con ellos. Hace ya bastantes años tuvo un embarazo de gemelos que no llego a término y perdió los gemelos. Tuvo varios novios y con uno de ellos tuvo una niña, Dominique, hace unos 8 años. El novio la abandono y nunca hizo nada ni por la madre ni por la hija. Hace unos pocos días se presento diciendo que se iba a ocupar de la pequeña, y hoy estaba en la celebración y se ha levantado para decir que siempre se ha ocupado de la niña y seguirá haciéndolo. Los que conocen su historia estaban abochornados de oírle decir eso delante de todo el mundo sabiendo que no había dado ni siquiera un botón a Eveline para criar a su hija. Pero hay personas que no tienen vergüenza de hablar delante de todos e incluso de decir tales mentiras como si nadie estuviera al corriente. Durante la velada alguien que estaba muy enojado con sus palabras me decía que encima esta señor había sido seminarista durante bastantes años y que pensaban que tendría principios, pero que no era el caso.
Otra persona que ha dado su testimonio al final decía que durante su último embarazo Eveline había recibido amenazas de alguien, probablemente del que la había dejado en ese estado. Y que ella pensaba que no llegaría a dar a luz, así que cuando dio a luz en el centro de salud le dijo al enfermero que la asistió, François, “gracias a Dios que no he fallecido antes, he aquí tu hija, a ti te la confió para que la cuides”.
Eveline trabajaba en un centro de salud privado aquí en nuestro barrio desde hacía 7 años. François es el responsable y entre ella y él había una relación casi de padre a hija. Quizás en él encontró el padre que no tuvo o del que no recibió ningún cariño. De hecho cuando falleció en el hospital los que la asistían le llamaron a él para ver que iban a hacer con el cadáver de Eveline, en vez de hacerlo a su familia como normalmente se hace. La familia la enterró rápidamente y no hicieron casi ninguna celebración, es por eso que hoy los que trabajan en el centro de salud de François y el grupo de cristianos que la asistieron en su enfermedad querían celebrar una eucaristía en recuerdo y memoria de Eveline que vivió sin mucho amor y que murió sin recibir tampoco mucho amor.
Cuando dio a luz y viendo su estado de salud la llevaron a otro hospital en donde estuvo ingresada hasta que falleció el 28 de octubre. Casi nadie de su familia se hizo presente y gran parte de los gastos fueron asumidos por el grupo de cristianos que vivían alrededor de ella.
Hoy hemos dado gracias a Dios por ella y por su vida que no fue fácil pero que supo llevar siempre con una sonrisa en los labios e intentando ayudar a los que le pedían ayuda. Yo he agradecido a los que han tenido este detalle de reunirnos para pedir por Eveline y dar gracias por su vida. Son gestos que cuentan y valen mucho, que no hacen ruido pero que humanizan este mundo a veces tan cruento y deshumanizado. Allí estaba Raphaelle, la pequeña que Eveline dejó, y que François está cuidando y haciendo crecer, dándole el cariño que no recibirá ni de su madre ni de su padre, desconocido. Esperemos que la familia de Eveline no obligue a François a darles el bebe, como muchas veces ocurre por estos lugares, pues si no han tenido cariño con la madre no creo que lo tengan con la hija.

Domingo 30 de noviembre 2014
La ofrenda de la viuda.
Cada domingo por la mañana un grupo de seis personas de la parroquia y otros seis de nuestra comunidad vamos a llevar la comunión a los enfermos y a visitarlos, de dos en dos y si no se puede uno solo. Es una actividad muy enriquecedora para todos nosotros y hace unos días cuando hacíamos una reunión para ver el número de enfermos que había y como acompañarlos, todos decían que ese servicio cada domingo, aunque exigente, les ayudaba mucho y les enriquecía como personas. Intentamos que cada uno no tenga más de cuatro enfermos pues lleva su tiempo, aunque hay uno que lleva a seis. Ellos suelen hacerlo siempre a la misma hora el domingo por la mañana, yo en cambio lo hago según mi disponibilidad en el domingo pues los horarios no son siempre los mismos. Son treinta los enfermos que cada semana visitamos, llevamos la comunión y hacemos con ellos un rato de oración.
Esta mañana he visitado a Odile, una señora mayor que tiene problemas en la espalda y casi no puede andar. Ella suele estar en el pueblo, pero cuando no está bien su hija se la suele traer aquí a su casa. No habla nada de francés y gracias a su hija hacemos un rato de oración y me ayuda a comentar el evangelio y a hacer algunas oraciones. Hoy la hija no estaba y me he defendido como he podido, es cierto que aun sin saber la lengua existe eso que se llama “lenguaje” y que nos permite poder comunicarnos. Después de la oración Odile me ha dicho que esperara un poco y ha ido renqueando a su habitación. Cuando ha vuelto me ha dado unas monedas, 300 francos = 45 céntimos de Euro. Yo me he quedado sorprendido y se lo he agradecido con el corazón. Precisamente en la bolsa llevaba una de las cruces misioneras que traje y como ella no llevaba cruz se la he puesto y me ha regalado otra gran sonrisa.
Cuando volvía a casa recordaba el gesto que Odile ha hecho conmigo y me venía a la cabeza la moneda que la viuda echo y que Jesús supo descubrir y alabar. Pues si, son muchas las viudas que siguen haciendo estos gestos de compartir desde su pobreza, y eso nos da fuerza y animo a nosotros que seguimos cada domingo, acompañándolas y haciéndonos presente en sus casas para que sepan que el Señor no las abandona ni la comunidad tampoco.

Lunes 8 Diciembre 2014
Blanche ha sido empujada hacia arriba.
En el reparto de los niños con cáncer hay una niña de dos años llamada Ginette, muy graciosilla y con una lengua de trapo que además siempre tiene algo que decir. Esta mañana a las cinco de la mañana cuando he entrado en la habitación ha sido ella la primera que me ha recibido y quien enseguida me ha dicho “Blanche ha sido empujada hacia arriba”. Una hora antes Chanceline,la madre de Blanche, me ha despertado con su llamada y llorando me ha dicho que Blanche había fallecido hacia las dos de la mañana.
Ayer a la tarde después de una mañana de retiro con los jóvenes y antes de la misa de las seis de la tarde fui con la moto a visitar a los amigos del hospital pues bastante tienen con estar enfermos. Les llevé un poco de pollo frito con patatas fritas que habían sobrado del mediodía. La sorpresa fue de encontrar al padre de Blanche que había venido desde Douala (230 km) en autobús para ver a su hija, creo que llevaba los tres meses que ella llevaba hospitalizada sin verla. Blanche tenía grandes dolores y llevaba ya varios días con la temperatura muy alta de 40° C. Gemía de dolor y no quiso comer nada, a pesar de insistirle. Nos hicimos una foto pues el otro día quería que me hiciera la foto con ella y llamaron a un fotógrafo, pero yo quería tener una foto con ella y pude hacer también de los padres y de ella. Se sentó en la silla y la vistieron, y aun estuvo así una media hora sin gemir ni quejarse, pero en cuanto se recostó en la cama empezó de nuevo a gemir y a quejarse fuerte. Sin duda que el mal la corroía por dentro y debía ser cruento. Me despedí de ellas preocupado y confiándola a Dios pues la veía mal.
Hoy a mi llegada al hospital de madrugada, había una cama en el pasillo con una sabana por encima pero he pasado de largo como diciéndome que no era Blanche. En la habitación es la pequeña Ginette de dos años que me ha recibido con esas palabras “ Blanche ha sido empujada hacia arriba”. Que sin duda quería decir con su ingenuidad y su pequeñez que Blanche se había ido junto al Padre “empujada” por sus ángeles. Su madre me decía que la pequeña Ginette durante toda la noche había seguido los gritos de Blanche y su agonía y que preguntaba quien le hacía daño para  que se lamentara tanto. Chanceline lloraba y todos en la habitación estaban bajo el choque y con el dolor. Hemos hecho una pequeña oración ante el cuerpo de Blanche y luego he echado una mano para resolver los problemas de la burocracia. Llevaban allí casi tres meses y aunque es un hospital que ofrece ciertas cosas y algún medicamento gratis, debían pagar por la hospitalización y varias transfusiones de sangre en total casi 300 E. Ella no los tenía, y la enfermera le ha hecho el acta de defunción y le ha dicho que se fuera antes de que amaneciera pues durante el día podría tener problemas. Nos hemos quedado todos sorprendidos y hemos cargado las cosas que tenían en el coche y Blandine, solo rodeada y atada con la sabana la hemos puesto en el asiento trasero. Manos mal que una tía de Chanceline estaba allí y me han dicho que las llevara a la estación de los autobuses que van hacia el oeste del país, lugar de su pueblo natal. En esto iban llamado por teléfono a unos y a otros. Allí en la estación había autobuses grandes y pequeños de 20 y 30 plazas. La tía ha ido a preguntar y claro decían que no aceptaban llevar el cadáver en un autobús con pasajeros pues estos no lo consienten. Ha tenido que alquilar un micro bus y ha estado casi una hora discutiendo, mientras yo estaba con Chanceline junto al coche. Muy pocos se han dado cuenta del cadáver y era curioso ver el hormigueo de gente que iba y venía y nosotros ahí con Blanche fallecida en el coche. Al final se han puesto de acuerdo y el micro bus ha salido hasta un sitio cercano, yo le he seguido y allí hemos colocado el cuerpo de Blanche en los asientos traseros. De verdad que ha sido algo difícil de imaginar, en medio del ajetreo y del movimiento de la ciudad esta madre casi sola con su hija, después de tantos esfuerzos y fatigas. Yo tenía un retiro con los jóvenes de la comunidad, así que he tenido que marcharme con la tía que iba justo a avisar en su casa y a buscar algo de dinero para acompañar a Chanceline al pueblo.
Esta tarde he hablado con ella y me decía que han llegado al pueblo hacia las tres de la tarde y que el funeral será mañana. Que Blanche descanse después de haber sufrido tanto en su corta vida y que Chanceline también pueda descansar pues ha estado día y noche al pie de su hija con muchas atenciones y tanto cariño.









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