Domingo
22 de Junio 2025Floribert Bwana Chui, mártir de
Jesús en el Congo por su honestidad
El domingo pasado 15 de junio fue beatificado
Floribert Bwana Chui, joven mártir
congoleño asesinado en 2007, “a los veintiséis años porque, como
cristiano, se oponía a la injusticia y defendía a los pequeños y a los pobres.
¡Que su testimonio dé valor y esperanza a los jóvenes de la República
Democrática del Congo y de toda África!”, son las palabras que el
papa pronunció en el ángelus de ese domingo a todos los que estaban presentes
en Roma.
Normalmente las celebraciones de beatificación
se suelen hacer en la ciudad en donde estas personas han vivido y fallecido. Esta
vez no se ha podido hacer en la ciudad de Goma en la República Democrática del
Congo en donde él vivió y fue asesinado, porque allí no hay las condiciones de
seguridad y tranquilidad para celebrarla y por la gran inestabilidad que allí se
vive desde hace varios años y que se ha intensificado en estos últimos meses a
causa de la ocupación de la ciudad y de la región por tropas rebeldes. Por este
motivo el cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio para las Causas
de los Santos, presidió esta beatificación en Roma en la basílica de San Pablo
Extramuros. En la ceremonia participaron prelados congoleños, como el cardenal
Fridolin Ambongo, arzobispo de Kinshasa. También monseñor Willy Ngumbi, obispo
de Goma, diócesis de origen del beato. Y la comunidad congoleña en Roma.
Mártir de la honestidad
Fue el Papa Francisco, el pasado 25 de
noviembre, quien reconoció el martirio de Floribert Bwana Chui “por
odio a la fe”. Y sintetizó su vida como mártir de la honestidad y de la
integridad moral. En efecto, el joven Floribert, era comisario de la Oficina
Congoleña de Control (OCC), organismo nacional de control de aduanas y
mercancías.
Floribert era responsable de
evaluar la conformidad de los productos que cruzaban la frontera oriental de la
República Democrática del Congo. En 2007 y con tan solo 26 años fue asesinado por no
aceptar la corrupción en la frontera con Ruanda, donde trabajaba de aduanero. Decidió no permitir la entrada a
su país de alimentos procedentes de Ruanda, que no hubieran obtenido las
autorizaciones necesarias para su comercialización y consumo. Según algunos
testigos, “Floribert prefirió morir antes que dejar
pasar alimentos que podrían haber envenenado a un gran número de personas”.
En nombre de su fe cristiana
Floribert, pertenecía a la comunidad
cristiana de San Egidio de Goma, fue secuestrado el 7 de julio de 2007.
Dos días después su cuerpo sin vida se encontró frente a la Universidad de Goma.
En Goma, lo recuerdan como alguien que quería
servir y para quien todas las vidas tenían valor. Estaba especialmente
implicado con los niños de la calle, jóvenes, sin hogar, sin escuela y sin
perspectivas. Su vida, marcada por el servicio a los más vulnerables y el sueño
de un Congo unido, inspira hoy a jóvenes y líderes por igual. Gertrude Kamara
Ntawiha, madre de Floribert, dijo que su hijo fue asesinado en nombre de su fe
cristiana.
Un hombre de paz, unidad y fraternidad
Además de su trabajo con los niños, Floribert era un
auténtico promotor de la paz. En cualquier espacio, dentro o fuera de la
comunidad, buscaba la felicidad de quienes lo rodeaban. En una foto difundida
por San Egidio, se lo ve en una comida de Navidad para los pobres, sentado
entre niños. “Ahí no hay distinción entre los que sirven y los que son servidos. Eso
era exactamente lo que él quería”, destaca Aline.
Manos limpias y el valor de hacer el bien
Floribert fue asesinado por rechazar un soborno. Se
negó a dejar pasar una carga de arroz en mal estado que ponía en riesgo la
salud pública. Por ese acto de integridad, fue secuestrado, torturado y
asesinado con solo 26 años.
Durante su
visita a la RDC en 2023, el Papa Francisco lo citó como ejemplo ante
miles de jóvenes en Kinshasa: “Pudo haberse hecho el desentendido, nadie lo
habría notado, y hasta habría ganado dinero. Pero como cristiano, oró, pensó en
los demás y eligió la honestidad. Dijo ‘no’ a la corrupción… Si alguien te
ofrece dinero o favores, ¡no caigas en la trampa!”.
Aline invita a los jóvenes congoleños y africanos a
seguir ese ejemplo y escribir “una nueva historia”. Cree que hablar de
Floribert ayuda a mostrar que es posible ser coherente entre la fe y la vida
profesional, resistiendo a la tentación del dinero fácil y del egoísmo.
Un referente también para los líderes
Pero su ejemplo no es solo para los jóvenes. Aline
sostiene que la vida de Floribert también interpela a quienes tienen poder. En
su país, donde el tejido social se desmorona, especialmente en el este –región
donde Floribert fue martirizado y donde aún hoy reinan la inestabilidad y la
violencia–, su mensaje es más urgente que nunca.
Las ciudades de Goma y Bukavu están hoy bajo control
del grupo armado AFC/M23, respaldado por la vecina Ruanda. La violencia ha
dejado incontables víctimas. Aline hace una llamada a todos los congoleños para
que trabajen por la unidad nacional, recordando las palabras de Floribert: “Sueño
con un Congo donde todos estén sentados en la misma mesa”.
A los líderes de la región de los Grandes Lagos, les
pide valentía para seguir su ejemplo: combatir el mal haciendo el bien, cesar
las matanzas, dejar de derramar sangre y construir una paz duradera. “¡Basta
de muertes, basta de vidas perdidas!”, clama. “No podemos permitirnos
perder ni una sola vida más”.
Una África inclusiva
Floribert solía cantar el “Canto de resurrección por
África”, himno de San Egidio. “¡Sí, Goma puede convertirse en un jardín de
paz! ¡La RDC puede florecer! Cada uno puede plantar un árbol que dé sombra y
frutos, incluso en medio del caos, la confusión o el suelo volcánico de Goma”.
Aline desea que la beatificación de Floribert sea un
momento que una al pueblo congoleño, que los inspire a reflexionar sobre su
realidad y les dé esperanza. “En la paz, todos ganan. La paz es como un
trozo de pastel que se comparte”, termina diciendo Aline con
convicción.
“Señor, tú eres mi Dios; te
ensalzaré y alabaré tu nombre… porque fuiste fortaleza para el débil, fortaleza
para el pobre en su aflicción, refugio en la tempestad, sombra contra el calor”
(Is 25,1.4)
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