Domingo
3 de noviembre 2024Experiencias
de encuentro entre orantes: musulmanes y cristianos orando a Dios
AMISTAD
Un amigo sufí me decía hace un año: “Rolando,
lo que tenemos que hacer todas las mañanas al levantarnos es preguntarle a Dios
lo que quiere que hagamos, pues lo que hacemos no lo hacemos solos sin su ayuda”.
Esa idea ha estado rondando mi espíritu desde entonces, viene de un amigo y
este amigo musulmán me ayuda a vivir y dar sentido a mi oración. Claro, es un
hombre que busca a Dios, y su búsqueda de Dios alienta la mía. Sin premeditar
nada, hemos ido haciendo camino juntos, él como musulmán y yo, como cristiano,
nos estamos ayudando mutuamente y nuestra amistad abre caminos hacia Dios. Es
así como nació el deseo de hacer una peregrinación islamo-cristiana el año
pasado, y sin buscar muchas teorías hemos ido dejando madurar en la oración y
con el tiempo lo que sería. Sin lugar a dudas Dios viene a nuestro encuentro y
nos prepara el sendero, pero hay que andarlo, y ese andar es en confianza, sin
la confianza es difícil caminar hacia lo desconocido y esta va forjando nuestra
fe, pues sin lugar a dudas Dios la fortalece y nos hace vislumbrar lo que
sabemos pero que tenemos que experimentar, es decir, que Dios nos supera
siempre, y que cuando avanzamos confiándonos en él nunca defrauda.
CAMINAR
JUNTOS
Caminar juntos hacia Dios, claro suena bien,
pero no olvidemos que uno es musulmán y el otro cristiano, y que ninguno de los
dos quiere dejar de ser lo que es, pero sí tenemos esa certeza interior de que
Dios nos acompaña en el caminar y por ello podemos caminar en la confianza.
Cuando caen los obstáculos y ya no hay barreras se experimenta a Dios. Esos
obstáculos pueden ser prejuicios, también malas experiencias del pasado, o
enfrentar un camino desconocido. Se requiere una cierta sutileza para sentir
espiritualmente lo que quiere Dios, se requiere un cierto conocimiento de los
movimientos internos del corazón que se expresan en paz, serenidad, confianza,
miedo, inquietud, desasosiego.
Se requiere abandono y confianza, mucha
oración y preguntar-preguntarse, confrontar y confrontarse para ver los caminos
que no hay que andar o los que aunque no se hayan andado se pueden andar.
ESCUCHAR EL
CORAZÓN
Hace tiempo leía en Teresa de Lisieux un
pensamiento que me ha guiado personalmente y del que disfruto cuando lo vivo:
Dios “hace desear lo que él te quiere dar”. Sí, indudablemente es el
corazón el que recibe las mociones del espíritu, y hay que saberlas leer,
sentir, orar, y luego al final, este camino no se hace sólo, en el otro, Dios
pone los mismos deseos, y cuán admirable parece ser cuando el otro que no es
cristiano como uno, sino musulmán, tiene esos mismos deseos, y ha llegado por
otros caminos a sentir el mismo deseo. Ahí nace una nueva comprensión de Dios.
Dios nos supera infinitamente, y nos lleva a desear lo inédito. Mi pensamiento
evoca el testamento espiritual de Christian de Chergé en donde expresa que, “su
deseo más punzante era, si Dios, el Padre se lo permitía, hundir su mirada en
la del Padre para contemplar con él a sus hijos del Islam tal como él los ve…”.
JESÚS
INSPIRA TODA
ORACIÓN
No dejo de inspirarme en Jesús, para mí su
vida es central: “ya no es aquí o en Jerusalén en donde los verdaderos adoradores
adorarán a Dios, Dios es espíritu y verdad, y los verdaderos adoradores lo
adoran en espíritu y verdad” (Jn 4,23-24). Hace años una imagen me
había penetrado impregnando mi espíritu, Benedicto XVI orando en la mezquita
azul de Estambul, su mirada orante y silencio me decían todo. La amistad de
Francisco con el imam Ahmed Al Tayyeb, que se concretizaría en el documento
sobre la Fraternidad Humana, salta a mi espíritu. Sí, la Iglesia de Jesucristo
me anima para descubrir que ella es una misión en la tierra, y que se
desarrolla en la medida en que acogemos el Espíritu Santo que nos empuja y envía
al mundo, y nos llama a tejer lazos de amistad, de fraternidad, de compromiso
social, y de oración con los creyentes de otras religiones. Han quedado atrás
los tiempos de las guerras de religiones, que en ocasiones siguen impregnando
nuestras relaciones, sin embargo estamos llamados a vivirlas de manera nueva y
humana.
LA MISIÓN
COMO DIÁLOGO Y SALVACIÓN
Ha caído en mis manos un pequeño libro que es
una pequeña teología de la misión, de la misión hoy, es del cardenal Jean-Marc
Aveline, arzobispo de Marsella y de este libro me nace el trascribir el
siguiente texto: “Por tanto, diálogo y misión no pueden contraponerse, como a veces
ocurre. Se trata más bien de vivir el mandamiento de la misión en la actitud
espiritual del diálogo, inspirado a su vez por el gesto de Dios en su
revelación. En definitiva, lo más asombroso no es que haya tantos caminos hacia
Dios, sino que los caminos hacia la humanidad se adaptan siempre a la situación
cultural, social, religiosa, irreligiosa, arreligiosa o atea de cada ser
humano. Esta es la profunda acción de gracias de todo misionero que se descubre
constantemente precedido en todas las Galileas de las naciones a las que es
enviado (Mc 16,7).”
Sin lugar a dudas, ahí está Dios, en las
Galileas del mundo, y como decía Jean-Pierre Schumacher, sobreviviente de
Tibhirine “nuestro trabajo es detectar la acción del Espíritu Santo que obra en
nuestros hermanos musulmanes”. Una convicción clara es que el Espíritu
Santo obra en cada ser humano y por ello nuestra tarea consiste en buscar
expresamente el rostro de Dios en el otro, que profesa otra religión y que
lleva en sí al mismo Dios, que nos ha creado a todos, pues nuestras fibras más
íntimas están marcadas por el mismo Artesano, y es el mismo soplo vital el que
nos inspira el deseo de buscarle.
RIBAT-EL-SALAM
Hace años nacía en Argelia el vínculo de la
Paz (Ribat-el-Salam) cuyos fundadores han sido Claude Rault y Christian de
Chergé. Se puede resumir como encuentros de oración islamo-cristianos. Nosotros
Misioneros Javerianos al llegar a Marruecos hace cuatro años, deseábamos
insertarnos en esta nueva misión y abrirnos al diálogo interreligioso desde lo
espiritual, es decir a través de la oración. Ciertas circunstancias, que no
menciono para no extenderme demasiado, han hecho posible el encuentro entre
miembros de la Tariqa Alawiya de Tetuán y los Misioneros Javerianos de Fnideq.
Y poco a poco hemos ido encontrándonos gracias a lo que yo considero como una
semilla que ya había sido sembrada por otros y, que a nosotros nos toca observar
y gustar de sus brotes, contemplando la novedad de su planta.
Mons. Claude Rault, obispo emérito del Sahara
argelino (Diócesis de Laghouat-Ghardaia) y actualmente miembro del Servicio
Nacional por el Encuentro con los Musulmanes de la Conferencia Episcopal de
Francia, que se encontraba en Tetuán para una sesión sobre el evangelio de
Marcos a las novicias de las hermanitas de Jesús, nos ha acompañado en una de
nuestras reuniones de oración y nos ha recordado ciertos principios de esta
oración:
·
Cada uno de nosotros debe ser lo que es, ya
sea musulmán o cristiano.
·
La experiencia que el otro lleva de Dios me
ayuda a crecer a mí en mi fe.
·
Nuestra unidad reside en la búsqueda de Dios
a través de nuestras diversas prácticas de fe.
·
No es una amalgama, se trata de identificarse
plenamente con su fe y dejarse tocar por la experiencia espiritual que el otro
vive.
Hay momentos de oración musulmana a la que
los cristianos asisten con su simple presencia y momentos de oración cristiana
a la que los musulmanes asisten con su simple presencia.
CONCLUSIÓN
No cabe duda de que vamos iniciando un camino
poco andado, un camino bello y que se nos presenta intrépido y a la vez
atractivo. Un camino en el que hay que pararse y reflexionar, pero que se vive
haciendo experiencia y evaluando desde la vida de fe y oración: “por
sus frutos los conoceréis…” (Mt 7,16-20). En este camino la dimensión
espiritual es muy importante, pues nuestra presencia debe estar arraigada en
Dios: “los musulmanes esperan el testimonio de verdaderos cristianos, el
testimonio de vidas entregadas, porque han sido transformadas por la presencia
íntima de la Trascendencia y convertida por gracia en deseable, comunicable y
grata”. La novedad del siglo XXI con sus desafíos para la humanidad y
para la misión nos invitan a ser hombres y mujeres de Dios, a tejer lazos entre
los creyentes de las diferentes religiones, a estrechar puentes y ofrecer
experiencia de Dios al mundo de hoy, a orar juntos y descubrir que venimos de
Dios y vamos a Dios.
Con todo este patrimonio espiritual de la Iglesia e impulsados por el Espíritu Santo, hemos podido iniciar una experiencia de oración islamo-cristiana que se ha ido concretando en momentos de oración, en una peregrinación islamo-cristiana en la que uno acoge y es acogido, en un retiro espiritual en silencio y buscando a Dios. En fin, la misión tiene mucho que ver con la oración, como dicen las Constituciones de los Misioneros Javerianos “La oración es la primera actividad del misionero, sostén de su fidelidad y de su tarea apostólica”. Acogiendo este 2024, año de Oración, en preparación para el jubileo de 2025, acogemos la invitación para vivirlo también desde la oración junto a nuestros hermanos y hermanas musulmanes en la tierra en la que nos ofrecen su hospitalidad.
Artículo tomado de la revista: Misiones
Extranjeras: la oración y la misión. Preparación al Jubileo 2025 “te pido
también por los que van a creer en mí mediante su mensaje” Jn 17,20, no
309 Abril-Junio 2024, pp 245-249.
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