Jueves 7 de Julio 2016
Testigos de la vida en medio de
la violencia.
Es
cierto que hace ya mucho que no escribo y alguno puede pensar que los ecos se
han silenciado. Os aseguro que no es por ganas de escribir ni por experiencias
y vivencias que compartir, sino por falta de tiempo. Es cierto que yo también
soy de los que creo que uno encuentra el tiempo para lo que quiere y le gusta
de verdad, pero estos meses han sido muy ajetreados y entre las muchas cosas
que hacer había que elegir las más urgentes, asique los ecos los he dejado un
poco de lado.
La
fecha en la que escribo es muy significativa, sobre todo para un navarro como
yo, pero tranquilos que no os voy a hablar ni de los sanfermines, ni de los
encierros, ni del ascenso del Osasuna a 1ª división. Seguro que con más de uno
de vosotros nos encontraremos en este verano y podremos hablar cara a cara,
pues esta tarde tomo el avión para ir a España y poder disfrutar de un par de
meses de vacaciones y de la presencia de la familia.
Esta
vez no son ecos de la sabana ni de Camerún, ahora cuando os escribo estoy en el
centro de África en un país pequeñito llamado Burundi. Aquí llegamos, pues
éramos cuatro de Camerún, el jueves pasado, no sin contratiempos ni sin
dificultades. De hecho cuando estábamos en Nairobi, capital de Kenia para
cambiar de avión, no nos dejaban tomar el avión. Teníamos una carta de
invitación de nuestro compañero javeriano y superior aquí en Burundi, pero nada
de nada. Necesitábamos un documento de la policía de Burundi con el que
podríamos hacer el visto a nuestra llegada a Bujumbura. Como os digo éramos
cuatro y ahí estuvimos insistiendo y empujando. Solo cinco minutos antes de que
el avión despegara nos dejaron pasar y luego fue gracias a Mario, nuestro
compañero superior de Burundi, que en Burundi pudimos obtener el visto que también
ellos rechazaban. Eso os hace comprender ya un poco la situación que se vive en
este país.
Creo
que los que escucháis las noticias estáis un poco al corriente de la situación
de violencia que se vive en este país. El actual presidente ha cambiado la
constitución para poder ser reelegido de nuevo como presidente, cargo que ocupa
desde hace más de diez años. Ha habido muchas protestas contra su posición y la
respuesta ha sido de una violencia muy grande. Muchas personas detenidas,
muchos muertos, algunos encontrados en los bordes de las calles a la mañana
pero otros muchos, no se sabe cuántos enterrados a escondidas en fosas comunes
que se conocen pero que nadie puede aproximarse bajo peligro de muerte. Hablan
de unas 200.000 personas que han tenido que irse del país por miedo a la muerte
o la cárcel. De hecho toda persona contraria al presidente es un presunto
enemigo que puede ser detenido, encarcelado o matado. De varias personas que
hemos encontrado y no doy nombres hemos oído las mismas o parecidas palabras:
hay mucho MIEDO y por todos los sitios hay ESPIAS que pueden grabar o
fotografiar cualquier cosa que uno dice.
Algunos
os preguntareis que es que lo que he venido a hacer a este país en situación de
tensión y de violencia. El motivo del viaje era un encuentro que hemos tenido
durante cinco días un grupo de catorce javerianos para revisar los métodos y el
trabajo que estamos haciendo en Burundi, en Congo RDC y en Camerún en el campo
de la formación de los futuros misioneros javerianos. Han sido días de reunión
y de encuentro sin casi tregua, pero para eso hemos venido.
Nosotros
llegamos el jueves y al día siguiente un compañero nos acompañó para visitar
las familias de dos jóvenes que están haciendo su formación en Yaundé. Fue
bonito el conocer en donde viven, pasar un rato con sus familias, traerles
alguna carta y contarles como estaban sus hijos y hermanos. Además tuvimos que
poner a prueba nuestro estomago pues en cada familia nos ofrecieron un plato
impresionante que veréis en las fotos con alubias, arroz, plátanos cocidos y
algún pedacillo de carne. Pero claro está no se podía decir que no, ni mucho
menos. Tuvimos la suerte que cerca de una de las casas estaba el lugar en donde
un explorador alemán hace ya muchos años descubrió el nacimiento más meridional
del rio Nilo. Ya veis que sin quererlo ni saberlo el Señor nos hace conocer
grandes cosas.
Otros dos compañeros acompañados
por Mario fueron a visitar las tumbas de dos de nuestros hermanos que fueron
asesinados el 30 de septiembre de 1995 junto a una voluntaria laica javeriana.
Mario, el actual superior de todos los javerianos que trabajan en Burundi nos
decía que la vida misionera de los javerianos y de la iglesia en Burundi en los
últimos 30 años está atravesada por un hilo rojo de sangre. Los padres Ottorino
y Aldo llegaron a Burundi en 1970, la laica Catina lo hizo unos años más tarde,
apenas ordenados sacerdotes con muchas ilusiones, proyectos y esperanzas, y
desde el principio se metieron a fondo en el estudio del idioma kirundi, en la
cercanía con la gente y en el trabajo misionero. Pero fueron cobardemente
asesinados de rodillas y con un balazo en la cabeza la tarde del 7 de
septiembre de 1995. El motivo haber decidido quedarse en medio de su gente en
unos años de mucha violencia y de sufrimiento después de varios genocidios que
allí se vivieron comenzando en 1972 con la muerte de unas 300.000 personas y en
1993 después del asesinato del presidente Melchior Ndadaye que provoco de nuevo un genocidio con más de
100.000 muertos y muchísimos refugiados. Si hay algo por lo que se les acusaba
y perseguía era por ser testigos de la justicia en medio de tantas injusticias
y sembradores de la paz en medio de tantas violencias. Junto a ellos han sido
muchos los muertos y los mártires de la fe. Los más cercanos de nosotros han
sido Olga, Lucia y Bernadetta, tres misioneras javerianas con una edad ya muy
avanzada que habían dado todo a la misión y a África en donde habían derrochado
hasta su última gota, y estas fueron de nuevo vilmente asesinadas, antes de ser
torturadas el 7 de septiembre de 2014. Ellas vivían junto a nuestros compañeros
en una de nuestras parroquias situada en un barrio periférico de Bujumbura
llamado Kamenge. Las tres murieron decapitadas, al parecer después de haber
hecho algún rito macabro e incluso satánico con sus cuerpos. De nuevo la
violencia atroz frente a unas abuelas indefensas y portadoras de misericordia.
La
casa de las hermanas en donde fueron encontradas decapitadas ha sido
transformada en una capilla llamada el santuario de la paz y de la
reconciliación. Es allí en donde comenzamos nuestra reunión de formadores el
sábado con un momento de retiro y de oración. De verdad que es un lugar en
donde se siente algo. Han demolido los muros para hacer una gran capilla y han
conservado justo una fila de ladrillos delante de la que era la habitación de
Olga, de Lucia y de Bernadetta en donde fueron asesinadas. Para nosotros ha
sido un motivo de oración profunda, de reconciliación entre nosotros y de
petición de paz y reconciliación para este país que sigue sufriendo tanto.
San Ireneo decía que “la sangre de los mártires es semilla de nuevos
cristianos”. Y así es, desde hace unos años los jóvenes que llaman a nuestras
puertas para ser misioneros en varios países de África son muy numerosos. Este
era uno de los motivos de nuestra reunión, el mirar, reflexionar, y buscar
caminos para acompañar bien a estos jóvenes que quieren dar sus vidas a Cristo
para la misión. Es cierto que en medio de tanta violencia y pobreza hay que intentar
tener criterios y modos de discernimiento serios para que la vocación misionera
no sea una evasión en búsqueda de una vida mejor. Como veis no es una tarea
fácil la nuestra, aunque bien sabemos que no es solo ni en primer lugar nuestra
tarea sino la tarea del Señor. A esta tarea también vosotros estáis asociados
con la amistad y la oración.
Como
siempre os dejo con alguna fracesilla que he encontrado y que vale la pena
recordar:
Tres actitudes de servicio.
Imaginemos a un grupo de montañeros que han salido
a escalar un pico difícil, y vamos a observarlos
unas cuantas horas después de que han comenzado su empresa. Para entonces, es
de suponer que el grupo se ha ya dividido en tres subgrupos.
-Los primeros están pesarosos de haber abandonado
el refugio. Piensan que la fatiga y los riesgos
no guardan proporción con lo que les supondría la satisfacción de haber llegado
a la cumbre. Deciden volverse.
-Hay otros que no se arrepienten de haber salido.
Brilla el sol y el paisaje es maravilloso. ¿Qué necesidad tienen de subir más arriba? Es mucho
mejor disfrutar de la montaña desde aquí (en la amena pradera o en lo profundo
del bosque). Y así, se recuestan en la hierba o exploran el entorno hasta que
llegue la hora de atacar sus provisiones.
-Nos quedan los verdaderos montañeros; los que
mantienen la mirada fija en las cumbres que han decidido coronar. Son los que
continúan hacia adelante.
Los cansados, los hedonistas, los entusiastas. Tres
tipos humanos. En el fondo de nosotros mismos, llevamos los gérmenes de los
tres.
Teilhard de Chardin
SI...
Si la nota dijese: "Una nota
no hace melodía...", no habría sinfonías.
Si una palabra dijese: "Una
palabra no puede hacer una página...", no habría libros.
Si la piedra dijese: "Una
piedra no puede levantar una pared...", no habría casas.
Si la gota de agua dijese: "Una
gota de agua no puede formar un río...", no habría océanos.
'Si el grano de trigo dijese: "Un
grano no puede sembrar un campo...", no habría cosechas.
Si el hombre dijese: "Un
gesto de amor no puede ayudar a la humanidad...", no habría justicia,
García Salve
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