“¿Qué mundo queremos dejar para el futuro?
Dejemos un mundo con familias.
Cuidemos las familias porque son verdaderas escuelas del mañana, son espacios de libertad, son centros de humanidad.
Y reservemos un lugar destacado en ellas para la oración, personal y comunitaria.
Recemos para que las familias, gracias a una vida de oración y a una vida de amor, se vuelvan cada vez más "laboratorios de humanización”.