martes, 12 de noviembre de 2013

Ecos de la Sabana - nº - 21 - 85

Lunes 7 de Octubre 2013
Visita grata de Susana y de Lorenzo
Hay gente que pasa el tiempo a añorar el pasado y a ver los defectos y limites del presente, pero es más difícil encontrar personas que tienen una mirada positiva y objetiva de la realidad que vivimos, intentando descubrir los signos positivos en el día a día.
El jueves por la mañana he recibido en la estación de tren una sobrina-prima llamada Susana y Lorenzo. Los dos venían del Chad en donde Lorenzo vive y ejerce su trabajo de misionero-medico como encargado de la salud en una gran diócesis llamada diócesis de Lai, no muy lejos de donde yo vivía en Gounou Gaya y en donde Susana ha estado dos meses haciendo voluntariado en el centro de Bayaka. Ya os he hablado otras veces de este centro de acogida de niños huérfanos o con grandes dificultades sociales que es llevado por una encantadora pareja de malagueños: Sergio y Pili. Este verano habían organizado actividades de apoyo escolar para los niños del centro y para los niños del pueblo por primera vez. Han sido muchos los niños que se han inscrito y por ello mismo han debido de hacer dos grupos uno que seguía los cursos por la mañana y otro por la tarde y para llevar adelante estas actividades han contado con el apoyo de tres jóvenes voluntarios que han querido compartir un poco de su tiempo, de sus energías y de sus ahorros con estos críos: Susana enfermera de Lérida, Alberto de Santander y Jimmy de Alicante. La experiencia ha sido muy positiva y enriquecedora. Y estos tres son solo un botón de muestra de tantos otros que ofrecen su tiempo, sus energías e incluso parte de sus ingresos para ayudar a otros dentro y fuera de nuestro país. Está claro que son muchas las semillas, que aun siendo pequeñas, se siembran por todos los rincones de nuestro país y del mundo y que hacen ver la fuerza de la gratuidad y del voluntariado, no siempre motivado por razones de fe, pero si por razones de humanidad y de amor.
Susana es hija de un primo carnal mío y por eso no sé si será mi prima o sobrina… Aquí la he presentado como sobrina para que se entendiera mejor. Después de los dos meses pasados en Chad no quería regresar a España sin pasar unos días conmigo y eso me ha alegrado mucho. Sabéis que las visitas de amigos y familiares por estos rincones no suelen ser frecuentes por eso mismo me ha alegrado muchísimo y he agradecido el paso de ellos dos unos días por nuestra comunidad.
También es cierto que una visita así te obliga a organizar tu tiempo y ver cómo acompañar a estas personas sin dejar las actividades que uno tiene que hacer, así que lo he intentado, aunque no he podido pasar con ellos todo el tiempo que hubiera querido.
Aquí hay uno de Pamplona, José Luis, que lo conocí precisamente el 15 de agosto, en la fiesta de la Virgen quiso venir a pasar el día a nuestra casa, y quería que fuéramos con ellos a cenar. Nos dimos la cita para el sábado a la noche y me dijo de ir a un sitio llamado “Café de Yaundé”, yo no conocía ese sitio pues no son lugares que suelo frecuentar y porque tampoco son del nivel en el que yo vivo y me muevo. Era un sitio muy bonito de estos de película, el dueño era Alfonso, un italiano ya de una cierta edad muy simpático y que decía bromeando “yo soy ateo por la gracia de Dios”. Ya veréis alguna foto pero de verdad que era un pequeño gueto de blancos y de gente de pasta. Es cierto que lo pasamos muy bien pero de regreso hablando con ellos dos comentábamos que eso no era lo nuestro y una vez se puede hacer, pero uno se siente como pez fuera del agua. Así que ya veis que gracias a Lorenzo y Susana he descubierto cosas que ignoraba y que nunca había visto. Como se suele decir es gracias a los turistas que uno descubre rincones desconocidos de su ciudad.

Sábado 12 de Octubre 2013
Flamenco y sevillanas tropicalizadas
Desde luego que Susana y Lorenzo no podían llegar en mejor momento. Y quien lo iba a pensar de poder participar en un concierto de sevillanas, de flamenco y de rumbas aquí en plena capital de Camerún. Hoy es la fiesta nacional y yo había recibido una invitación para participar en una recepción que ofrece el embajador de España aquí en Camerún en su casa. Y como preparación a la fiesta ayer nos invitaron a un concierto de un grupo flamenco “Agustín el Jayao y su grupo”. Claro está que no se podía desperdiciar la invitación, quería haber ido con todos los estudiantes de casa, 16, pero solo dejaban a una persona y junto a Susana y Lorenzo nos acompañó Paolo, el compañero italiano que toca muy bien la guitarra y yo sabía que lo iba a disfrutar como un chiquillo y así fue. El concierto comenzaba a las 7’00  de la tarde y salimos de casa hacia las 6’30 pensando llegar sin ningún problema, pero nos tocó un atasco increíble y llegamos al sitio a las 8, pero justo unos minutos antes de que empezara. Es como si nos estuvieran esperando. La sala estaba decorada con banderas españolas y parecía que estuviéramos lejos de Camerún y de la tierra africana. El concierto estuvo muy bien, aunque algunos expertos decían que la calidad era mediana, pero ¿qué más se puede pedir en Camerún? 
Por lo visto fue financiado en gran parte por empresarios españoles que están trabajando aquí con varios proyectos de construcción, así que ya veis que en tiempos de crisis los hay que vienen a ganarse las habichuelas aquí, y con buenos sueldos. Son cosas que a veces cuesta entender, pero esta vez no es de eso de lo que quería hablar.
Después del concierto tuvimos la suerte de comer un poco de tortilla de patatas y de echarnos un vinico que no estaba nada mal. Yo comentaba a Susana y a Lorenzo que algunos pueden pensar que estamos siempre de fiesta, pero bueno, el que quiera ver que venga a pasar una temporada.
Esta tarde hemos estado en casa del embajador, situada en uno de los barrios de lujo y para los extranjeros y gente con pasta, muy distinto del nuestro. Ha sido un momento muy agradable pues he encontrado a muchos misioneros/as que están por aquí trabajando y dando el callo. Algunos los conocía, pero otros muchos no, y da alegría el saber que somos muchos y que andamos por los distintos barrios, a menudo más populares. Si ayer nos ofrecieron tortilla de patatas y un vinico, hoy la variedad ha sido grande y el jamón ha estado presente en abundancia. Como os imaginaréis hemos hecho un esfuerzo y hemos aprovechado, al menos una vez, del impuesto que todos pagáis y que hoy nos ha alimentado. También han estado presentes los del grupo de flamenco y esta vez con menos gente nos han animado mucho.

Domingo 13 de Octubre 2013
Bendiciendo la casa de Praxedes
Ayer por la mañana aprovechando la presencia de Susana y de Lorenzo pasamos un rato muy a gusto en casa de Praxedes. Es una mujer joven y llena de energía con cuatro hijos muy guapos pues el padre es Peppino, un italiano con el que se caso y vive desde hace ya unos cuantos años. Ella se dedica por completo a sus hijos y los lleva al colegio, va a recogerlos, los trae los sábados a la tarde a la parroquia pues dos de ellos cantan en la coral de niños, los vuelve a traer el domingo para que participen y canten en la misa de los niños, os aseguro que vive para ellos y por ellos. Es cierto que Peppino suele estar muy ausente a causa de su trabajo y el peso de la familia recae sobre ella.
Y por si fuera poco es una mujer muy emprendedora y que busca el modo de ganarse la vida. Me había comentado hace unas semanas que estaba construyendo unas habitaciones en un terreno que habían comprado con la intención de alquilarlas y de tener algo para cuando sus hijos sean grandes. Me pedía si podía ir allí a bendecir el sitio y la obra, y pensé que sería una buena cosa el hacerlo junto a nuestros huéspedes. Pero le dije que preparara alguna cosica para celebrar el momento y aunque solo fuera que los críos tuvieran algo para comer y celebrarlo.
Allí fuimos y pasamos un rato muy agradable. Ella es la que está leyendo en la foto y como veis no solo preparó para los niños sino que todos compartimos un poco de la alegría del momento. Le preguntaba cómo había podido hacer todo eso ella y sin duda que se habría levantado muy temprano de madrugada. Pero como se dice “hace más el que quiere que el que puede”, que el Señor siga bendiciendo esta familia y las ganas de luchar y de salir adelante, que es un acicate para los que los rodean.
Jueves 24 de Octubre 2013
De regreso de una semana intensa
El domingo 20 de octubre celebramos el día del DOMUND, pero este año nosotros lo anticipamos al sábado 19 y lo celebramos de un modo muy especial pues ese día fue ordenado sacerdote Martin ALIGEGE, primer javeriano chadiano y por si fuera poco natural de Gounou-Gaya en donde yo he trabajado hasta hace unos meses. Como os imaginaréis no podía estar ausente a esta gran cita de la historia, ni tampoco Fernando el de Guadix, que también trabajo allí casi 10 años y que fue el que acompañó a Martín en sus primeros pasos de su vocación, ni Paolo que ha sido su rector durante cuatro años.
El miércoles 16, casi a media, noche viajaba Susana de regreso a España y a su trabajo que le esperaba en el hospital de Lérida; pero unas horas antes ella y otro compañero nos acompañaron a la estación de tren para emprender el viaje hacia el Chad y poder participar allí a la celebración de la ordenación del sábado. En total unos 1200 km, la mitad en tren y la otra mitad por carretera. Casi me olvidaba de Lorenzo que nos acompañaba o mejor dicho que viajaba con nosotros de regreso a su casa y a su trabajo en Chad. El tren salió a la hora prevista, 6’10 de la tarde bajo una lluvia torrencial pero esta vez no había goteras en el camarote. Y sorprendentemente llegó a su destino a unos 600 km hacia las 7’30 de la mañana, se puede decir que con gran puntualidad. Allí nos esperaba el chofer con el coche de Lorenzo y al poco rato nos pusimos en camino por una carretera nueva que yo no conocía y de nuevo sorprendentemente buena, casi sin tráfico y en buen estado. Teníamos que recorrer unos 500 km hasta la ciudad de Lorenzo. Hicimos una parada para comer y recuperar fuerzas y de nuevo sorprendentemente estábamos en Kelo, la ciudad en donde reside Lorenzo, a las 16’15. Allí se acababa nuestro confortable viaje en coche, solo nos separaban 60 km de Gounou-Gaya y como el camino no estaba muy bien cogimos tres motos taxis, uno en cada una pues llevábamos nuestras bolsas y nos pusimos en camino hacia el destino final. Os aseguro que es difícil contar con palabras estos últimos 60 km de viaje, y para que os hagáis una idea lo que hicimos fue como un rallye de los que se ve por la tele. Las motos iban a una velocidad endiablada, una detrás de otra por un camino no muy bueno, con baches, charcos, piedras, animales que atravesaban, personas que caminaban por los lados… Yo iba en la última y le dije al piloto que lo importante era llegar enteros ya que no había premio que ganar, pero no escuchaba mucho. Por cierto nadie llevaba casco ni nada de eso y al ir detrás venía una polvareda de los de adelante que impedía el ver y que me puso toda la ropa y el cuerpo del color rojo de la tierra.
No es exageración, ni mucho menos, pues esos 60 Km los recorrimos en una hora en punto, a pesar de los baches, piedras y todo eso que os decía y que justo poco antes de llegar a Gounou-Gaya había un charco inmenso que ya conocía del año pasado y en el que la primera moto se quedó un rato atascada pues lo pasó por el lado malo, nosotros al ir detrás enderezamos el tiro y no nos mojamos.
Así que en 24 horas pasamos de un mundo de ciudad, desde la capital de Camerún, a otro rural y totalmente distinto. El susto y el apretón del estomago del viaje en rallye se transformó en alegría de volver a encontrar a personas conocidas, a los compañeros y amigos de allí con los que he vivido hasta hace solo unos meses.
El viernes después de la misa matinal de las 5’30 de la mañana, de los saludos y de los reencuentros fuimos a visitar y dar el pésame a una familia muy conocida que había perdido al padre y marido, nuestro profesor de musey y un gran colaborador de la parroquia. Allí de nuevo tocamos con mano el sufrimiento y como la vida en estos lugares es una suerte y un regalo pero en equilibrio precario.
Después nos pusimos a echar una mano a los compañeros en la limpieza y decoración del área sagrada en donde se celebraría la ordenación el sábado. Allí estuvimos trabajando casi hasta las tres de la tarde pero ya veréis en las fotos que quedo muy chula. Enseguida empezaron a llegar los huéspedes que venían de lejos y la gente de las parroquias vecinas que habían recorrido algunos 25 y 30 km a pie.
Por la noche después de cenar habían preparado una bonita vigilia de oración con testimonios de Martin y de Fernando, videos sobre Guido María Conforti y sobre los primeros misioneros que llegaron a Gounou-Gaya en 1952. La gente se sorprendía de ver los cambios que había, la mayoría de la gente medio desnuda y cosas que ahora ya no se ven. Como veis la noche fue corta y el sábado el movimiento para algunos comenzó muy temprano, todavía casi a oscuras.
Conforme iba llegando la gente se saludaba y pasaba un rato con los que conocía, pero como os imaginaréis era difícil el atender a todos y el charlar con todos. La misa comenzó con un poco de retraso según el tiempo previsto, pero aquí media hora no es gran cosa y solo duró tres horas y un poco. La celebración estaba bien preparada, aunque habían dicho a la gente de no moverse ni bailar, y para ello había un grupico de crías y cuatro hombres que bailaban en nombre de todos. El gentío era grande y el área sagrada a pesar de poder contener  más de mil personas, estaba saturada y muchísima gente seguía la celebración desde fuera sentándose en donde podía y sobre todo buscando la sombra pues ese día el sol picaba mucho.
Martin tiene 32 años y estaba contento y feliz del día, al final de la celebración nuestro superior anunció que había sido destinado a ir a misión a Sierra Leona, en el oeste de África. Sin duda que un bonito signo en la víspera del Domund que toda iglesia es misionera y que cada uno puede compartir de su pobreza. Al final de la celebración y de los regalos pudimos compartir un poco de comida para recuperar las fuerzas y sobre todo hidratarnos pues hacía calor. Al día siguiente se celebró la primera misa allí mismo y de nuevo un gentío pues era domingo y es el día del mercado en Gounou-Gaya, así que el venir a misa luego se ve recompensado con un paseo por el mercado.
Es increíble el trabajo y el esfuerzo de los compañeros y de todos los que colaboraron para que esas celebraciones se pasaran en armonía. Toda la gente estaba contenta y es cierto que siempre se puede hacer mejor pero os aseguro que no será fácil.
Nosotros nos pusimos de viaje de regreso el martes y esta vez no bastaron 24 horas sino el doble. Los primeros 60 km no hicimos el rallye sino que un compañero nos acompañó, pero luego el resto fue en medios públicos. 250 km en un coche normal detrás iban sentados 4 adultos y dos chavales de unos 7 u 8 años, y delante Fernando y yo junto al chofer; sin mirar el maletero lleno hasta los topes. Yo iba sentado encima del freno de mano y la maniobra difícil para el chofer era cuando cambiaba de velocidad, pero como la carretera era muy buena no hubo demasiados problemas. Después de esperar un poco más de dos horas cogimos un autobús pequeño y esta vez íbamos delante junto al chofer bastante cómodos y con un asiento para cada uno. Llegamos a la ciudad en donde había que coger el tren a eso de las ocho y allí nos hospedamos en casa de una amiga religiosa que tiene un centro de acogida de críos con dificultad. Todo un gran regalo, pues al día siguiente que lo teníamos libre hasta la hora del tren pudimos visitar el centro y así ver de cerca todas las actividades que allí realizan: escuela materna, primaria, secundaria y profesional; granja de vacas, de cerdos y de gallinas ponedoras; taller de fabricación de hostias; la casa de los críos y por ultimo un santuario que están construyendo en la ladera de un monte y en el que se ha implicado de lleno un sacerdote suizo, amigo nuestro pues trabajo en Chad más de 30 años y era nuestro vecino. De verdad que muchas maravillas en pocos años pues Nicole, la religiosa que dirige todo lleva solo unos 10 años. También con ella trabajamos juntos en Chad. De verdad que fue la guinda o la cereza del viaje y nos sirvió para seguir dando gracias a Dios por todo lo que habíamos vivido en esos días.
¿Qué más se puede pedir? Creo que muy poco y es por eso mismo que esta vez el tren que debía salir a las 6’10 salió con dos horas de retraso y llegó un poquico más tarde hacia las 11’30. Tampoco hay que exagerar.





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