En la primera foto, los chavales de una escuela primaria haciendo ladrillos. En nuestros tiempos nos sacaban de excursión y a ellos a trabajar. Por cierto que son más de 500 y sólo siete maestros. Uno de ellos tiene en su aula 120 alumnos, nuevo record.
En la segunda foto otra escuela primaria con sólo dos aulas (los hierbajos en primer plano también forman un aula) aunque la primaria consta de seis cursos, así que todos mezclados.
El martes resultó un día muy
significativo por todo lo vivido y por eso os lo cuento en su integridad aunque
el relato resulte un poco largo.
Por la mañana fui a celebrar el funeral
de la chica de 21 años fallecida durante el parto hace dos semanas, caso que ya
os conté. Momento triste porque el marido sigue sin presentarse alegando falta
de dinero para el viaje. Era previsible su ausencia porque ahora tiene que
pagar lo que faltaba de dote más los gastos de la hospitalización de su mujer,
además de escuchar todo lo que la familia de la difunta va a decirle sobre su
irresponsabilidad. Ni siquiera tiene interés por conocer a su hijo, que sorprendentemente
sigue vivo. Lo más bonito fue la colaboración de las vecinas que aportaron algo
de comida y así tras la misa todos los presentes, unos 200, compartimos la
mesa. La celebración tuvo lugar bajo los mangos, que este año están
cargadísimos de frutos, tanto es así que durante la misa dos ramas se
desgajaron por el peso, afortunadamente no donde estábamos nosotros.
Tras la misa y la comida me dediqué a «
desfacer tuertos ». El primero con una candidata al bautismo : su marido la ha
repudiado y echado de su casa porque se ha buscado otra mujer. Sin que las
autoridades hayan oficializado el divorcio, ella aparece embarazada… ¡de su
marido que la repudió ! Las autoridades han dado carpetazo al asunto y le han
dicho que ahora se la queda, pero ella ha puesto como condición para volver que
su marido le construya sus propias chozas, porque si las dos mujeres tienen que
convivir en la misma choza se van a despedazar.
El segundo caso a resolver era la
división dentro de la familia de la difunta : un día estaba el padre pegando a
la madre (lo cuenta él mismo como algo normal) y el hijo mayor intervino para
defenderla y como a pesar de todo el padre no paraba se liaron a golpes entre
los dos. Desde entonces no se hablan, y aunque lo intenté con los dos el día
del funeral la reconciliación entre ellos parece estar aún muy lejos.
Reconocieron que fue precisamente la difunta quien intentó varias veces la
mediación sin resultado. Más tristeza todavía, porque ya no está.
Del lugar del funeral fui a visitar a
otra familia que también llora la muerte de una hija y que también era
cristiana. Fui por un camino que recorría por primera vez, y como me ha pasado
otras veces cuando innovo recorridos, pinché. Se ve que es la forma que tiene
la bicicleta de expresar que está hasta los pedales de que la meta por parajes
inhóspitos. Afortunadamente cuando estaba en la tarea de reparar el pinchazo
pasó por allí un amigo a quien bauticé hace 22 años y que además de ayudarme me
acompañó hasta la casa del duelo, porque él también iba hacia allá. El padre de
la difunta tiene tres mujeres que le han dado 28 hijos : diez la primera y la
segunda y ocho la tercera. Yo he conocido quien ha tenido 38 con cinco mujeres
y 47 con seis, pero como promedio este gana. Seguí camino para visitar a un enfermo
y allí encontré a otra conocida, catequista en sus años mozos y que ahora es
quinta mujer. Estas situaciones son para mí un misterio : ¿Cómo se explica que
alguien con estudios (ella lee perfectamente en francés y en la lengua local) y
por tanto con posibilidades acepte ser mujer de un polígamo ?
Tras todas estas vueltas llegué a uno de
nuestros cuartitos (además de donde vivimos tenemos dos cuartitos en sendos
pueblos a 10 kilómetros de distancia), me duché y cuando acabé la oración de la
tarde descubrí que el vecino me había enviado a dos de sus hijos, que esperaban
pacientemente y sin molestarme, para invitarme a cenar en su casa. Regresé a mi
cuartito disfrutando de la noche estrellada. Ahí estaba también la Cruz del
Sur, que hacía tiempo que no veía.
Una jornada completa y llena de momentos
significativos.
Y ayer he ido a visitar la escuela de
ese pueblo para ver con mis ojos y filmar un aula con 140 alumnos. Si ya 120 me
parecían muchos… Por cierto que la mayoría son niñas. Si se quedasen en casa no
tendrían esos problemas de hacinamiento. Como siempre la culpa es de las
mujeres (como veis, estoy preparando el 8M).
La primera foto es de la familia de la
chica fallecida hace dos semanas y la segunda es de una de nuestras cristianas
camino del mercado para vender mangos (la bicicleta que se ve al fondo es la
que uso).
Me sigue sorprendiendo la cantidad de chicas y mujeres que asisten a las celebraciones y actividades de la parroquia. El domingo pasado calculé que había siete mujeres por cada hombre (ver fotos). Esperemos que el mundo femenino no nos organice una huelga, porque entonces nos quedaríamos casi solos. Por cierto que en ese lugar en concreto la asistencia está aumentando de forma espectacular, a ver si nos decidimos a hacer un proyecto para mejorar las condiciones del lugar.
Hablando de mujeres, una foto de cinco campeonas. La primera por
la izquierda es Jacqueline, a la que bauticé hace 22 años y desde entonces es
catequista porque sabe leer, y además ahora es la responsable de nueve pueblos.
A su lado, segunda por la izquierda, está Augustine, también durante muchos
años responsable y catequista porque habla y lee perfectamente en francés y en
la lengua local. Y las otras tres son las nuevas consejeras en sus respectivos
sectores.
Empieza a haber ya situaciones de carencia de alimentos, demasiado
pronto ya que normalmente los meses más duros suelen ser julio y agosto. Un
pequeño consuelo para engañar al hambre son los mangos porque este año hay
muchos. Ampliando la foto se ven esos puntitos amarillos que son los mangos ya
maduros y bajo el árbol los niños que los recogen. El
próximo relato va a ser un poco largo pero merece la pena contar con detalle mi
visita a una escuela. Los niños entran a las 7 de la mañana y allí estaban, en
el aula y sin ningún maestro dando clase. De los siete maestros, tres son
mujeres pero una tenía permiso de ausencia ese día y las otras dos estaban en
el patio (una ha dado a luz recientemente y amamantaba a su bebé). El director
apareció a las 8 y llamó a los maestros que faltaban, que aparecieron uno a las
8h30 y el otro hacia las 9, mientras que el tercero cuando me fui todavía no
había aparecido. Total, dos horas de clase perdidas, y en todo ese tiempo los
621 alumnos tranquilos en sus aulas, hablando pero sin provocar ningún barullo.
Para ambientar este relato, una foto de otra escuela con el mejor alumno al
lado. No os confundáis de alumno, que en la otra foto soy yo durante una misa.
Estamos terminando de recorrer los
pueblos de nuestras parroquias para encontrar a los cristianos (en la primera
foto el grupo de ayer) y me encuentro situaciones duras. La segunda foto es del
chaval que con 12 años se está haciendo él solito su choza porque su padre está
casi ciego, su tía es muy mayor y su hermana tiene una discapacidad (sordomuda
y con parálisis parcial). Menos mal que tiene otros dos hermanos que aunque no
viven en el domicilio familiar echan una mano (tercera foto).
Eveline es viuda desde hace un año. Se negó a ir en "herencia" como mujer de su cuñado y éste le negó el acceso a los campos. Los cristianos intercedieron ante el jefe del pueblo quien le concedió cultivar la tierra de los alrededores de donde vive. Siendo insuficiente para ella y sus siete hijos los cristianos insistieron y el jefe le concedió otra porción de terreno. Ella puso a cultivar a sus cinco hijos mayores y la sorpresa ha sido que esas tierras han producido mucho más que el resto y Eveline tiene ahora comida abundante. La pega es que sus hijos escolarizados ya han terminado las clases por este curso pues a partir de ahora ya están otra vez en los campos preparando el terreno para la nueva siembra.
En uno de mis habituales recorridos en bicicleta me interceptaron atravesando un pueblo porque querían hablar conmigo. No sabían que iba a pasar por allí y sin embargo enseguida me vi rodeado por una decena de personas. Menos mal que en este mes del gran calor (véase la foto de las vacas a la sombra) yo me pongo en camino cuando amanece, así que podía pasar un rato en ese pueblo sin miedo de llegar tarde a mi destino. Querían desahogarse ante todos los casos trágicos que han sucedido en los últimos días: dos jóvenes suicidados, otro joven accidentado en moto, el juicio a un vecino por haber matado a patadas a su mujer, el señor quemado por venganza dentro de su choza, otro incendio fortuito que ha dejado con lo puesto a otro vecino... Ante tanta tragedia estaban desorientados. Hicimos un rato de oración y me acompañaron a ver al accidentado: se cayó de cara y por eso ha perdido un ojo y todos los dientes, daba lástima. Pero como la vida se empeña en imponerse, en el mismo espacio familiar había un recién nacido con cuatro días de vida.
Paréntesis explicativo: cuando una mujer da a luz se queda dentro de su choza o dos o cuatro días si ha nacido una niña (las mujeres son pares) o tres si ha nacido un niño (los hombres son impares), con lo cual decir que el bebé tenía cuatro días significa que justo la víspera había sido presentado en sociedad.
El padre tanto del accidentado como del recién nacido es un polígamo con seis mujeres que con este último, primer hijo de su sexta mujer, tiene ya 49 hijos. Es decir, sus primeras cinco mujeres le han dado 48 hijos, una media de casi 10 por cabeza. No me fue necesario animarle a alcanzar el medio centenar de hijos porque la madre del último (para ella el primero) y otras tres de sus seis mujeres son jóvenes todavía. Tiene tres hijos mayores enfermeros, otros dos estudiando medicina y otros tantos magisterio, gasta cada año millones en sus estudios. Le pregunté si él era también enfermero y me respondió que él nunca había ido a la escuela, que consigue mantener a toda su amplia familia trabajando el campo. Me pareció milagroso. No hay fotos de esta familia porque como el accidentado tenía toda la cabeza vendada me parecía una burla sacarles la foto.
Pero sí va la foto de la señora que me encontré en el camino con su bulto en la cabeza, haciendo a pie un recorrido de 30 kilómetros...