Domingo 31 de agosto 2025
Nelson Mandela: sin reconciliación no existe la paz
Mandela nació en Mvezo, Sudáfrica, el 18 de
julio de 1918 y murió un 5 de diciembre de 2013 en Johannesburgo. Siguió la
religión de sus padres y fue bautizado en la iglesia metodista. Fue educado
según las costumbres de su tribu, pasando por el rito de iniciación, es decir,
el paso de la niñez a la etapa adulta.
Pese a que la mayoría de sus
contemporáneos estaban en contra del colonialismo, Mandela consideraba a los
colonos como benefactores y no como opresores. En la escuela aprendió los usos
y costumbres de los ingleses, sin embargo, nunca perdió el interés por la
historia de los pueblos africanos. En la universidad aprendió inglés, se enfocó
en la antropología y la política y daba clases en una comunidad como parte de
su compromiso cristiano.
Le costó trabajo asimilar las
ideas del Congreso Nacional Africano, movimiento antiimperialista, porque había
mucho de socialismo marxista y de ateísmo que iban en contra de sus ideales
cristianos. En 1943 retoma sus estudios con la intención de convertirse en
abogado y así adentrarse en la política.
Las tensiones políticas entre
colonos y nativos fueron en aumento hasta la represión y así se llegó al apartheid,
por lo que Mandela tuvo que luchar de manera no violenta, al estilo de Gandhi.
Conoció la cárcel por primera vez en 1952. Mandela siguió su lucha por la
libertad, le pasaron por la cabeza ideas de guerrilla para liberar a su pueblo.
Mientras tanto, sus enemigos lograron llevarlo a prisión, condenándolo a cadena
perpetua desde el 12 de junio de 1964 hasta su liberación el 11 de febrero de
1990.
Ante los tribunales se defendió
solo, pues estaba convencido de sus ideales: “siempre he atesorado el ideal de
una sociedad libre y democrática en la que las personas puedan vivir juntas en
harmonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal para el que he vivido. Es
un ideal por el que espero vivir, y si es necesario, es un ideal por el que
estoy dispuesto a morir”.
Después de salir de prisión,
Mandela se convirtió en todo un personaje a nivel mundial, por eso en las
elecciones de 1994 fue elegido como el primer presidente nativo de Sudáfrica
hasta 1999. Su mandato no fue nada fácil, reunificar a su país era una empresa
titánica, sin embargo, él siempre habló de paz y reconciliación: “los valientes
no temen al perdón, si esto ayuda a fomentar la paz”. Durante su gobierno tomó
medidas para una reforma de la propiedad de la tierra, combatió la pobreza y
buscó mejorar los servicios de salud. Al final no quiso postularse para un
segundo mandato.
En 1993 le fue otorgado el Premio
Nobel de la Paz. Fueron 27 años de cárcel, hubo muchas campañas internacionales
que abogaron para su liberación. Como ser humano no pudo acabar con los
problemas de su país, pero nos deja una gran lección: por la libertad de un
pueblo ningún sacrificio es grande.
P.
Alberto Morales sx
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