"Mientras algunos intentan ir a la luna, otros intentamos llegar a los poblados. Ecos de la vida cotidiana de los poblados de Chad y de Camerún"
sábado, 27 de mayo de 2023
sábado, 20 de mayo de 2023
ECOS DE LA SABANA nº 207 SEMANA SANTA EN MARRUECOS
PINCHA EN LA FOTO PARA VER EL ALBUM DE FOTOSSábado
20 mayo 2023Pascua:
sentados todos a compartir con Jesús
Este año he vivido el regalo de una
Pascua distinta, tanto en el dónde como en el con quién. Ha sido
en la comunidad javeriana de Fnideq y entre hermanos musulmanes, pero
también con hermanos musulmanes, buscadores de un mismo Dios. Ha sido
una experiencia de encuentro y acogida, de sentirse cuidado por el otro al
ser recibido en su casa y compartir con ellos momentos sagrados de la fe (ellos
celebrando el mes del Ramadán, nosotros la Pascua).
Un ejemplo vivo de lo que ha sido esta
experiencia lo tuvimos el Jueves Santo, el día de la celebración de la Última
Cena, de la entrega, este año tuvo un sabor especial: sabor marroquí. Ese día
nos invitaron a celebrar el Iftar, la ruptura del ayuno al caer el Sol.
Para mí sentarme a su mesa fue un honor, pero también el símbolo hermandad y
algo más profundo: universalidad. Esa noche no celebramos que Jesús se
entregara por nosotros, cristianos, sino que lo hiciera por todos. Además
también nos invitaron a acompañarles en dos momentos de oración propios, como
Cristo invitó a sus discípulos a rezar con él en el monte de los Olivos. El
Señor se encarnó de nuevo allí, entre nosotros, para invitarnos a su mesa.
También hubo tiempo de encuentro con la
Iglesia local. Una Iglesia abierta a ello, en salida pero sin querer cambiar al
otro: amando la diferencia como oportunidad de acercarse a Dios, haciendo de su
fe una vocación, no una provocación. Como uno de los javerianos dijo, no se
trata de convertir al otro en cristiano, sino de vivir como cristiano entre una
mayoría musulmana: llevar más a Cristo en la vida que en la boca, aún sin
callar, pues la vida habla por sí misma. Por eso también pudimos encontrar a
hermanos musulmanes en la Catedral, el Obispado, la Comunidad... y, al fin, en
la vida, que se juega en el día a día, el reconocimiento y el amor a los otros.
No quiero olvidarme de otro aspecto tan
esencial de esta experiencia como fue la comunidad parroquial: una pequeña
comunidad, de alrededor de una decena de personas, cada una con un testimonio
cargado de enseñanzas. Entre su diversidad, me acuerdo especialmente de Tony,
un joven católico sudanés que ha vivido la persecución por su fe en su tierra
natal. Con ello, y no a pesar de ello, su vocación era clara: amar a los que le
perseguían; amarles desde donde estaba, desde casa. Porque Tony se sentía
en casa en esa pequeña comunidad, en esa pequeña capilla bañada por el
Mediterráneo. A pesar de que casi nadie hablara sus idiomas (árabe e inglés),
había algo más grande que les unía y les permitía compartir: la fe en Dios, en
Jesús y en los misterios que celebrábamos.
En resumen, fue una Pascua de encuentro,
de esperanza y de resurrección, de ver los diversos caminos en
los que Dios se abre para llamarnos por nuestro nombre. Solo hay que estar
dispuesto a dejarse seducir, a aceptar esa invitación que termina con una
pregunta: ¿te animas?
Carlos
Martínez Sebastián
sábado, 13 de mayo de 2023
ECOS DE LA SABANA nº 206: MISIONERA EN PALESTINA
Soy Lourdes García, Misionera Comboniana
mexicana y vivo la misión en Palestina. Antes de llegar aquí estuve en Emiratos
árabes y jordanos, para aprender inglés y árabe. Es por esta razón que
para mí, el versículo del Evangelio de Mateo donde Jesús nos invita a hacernos
como niños, contiene la esencia de este tiempo vivido en mi corta experiencia
misionera. Un tiempo de dejarme guiar para ir dando mis primeros
pasos. Un tiempo de gran y continuo aprendizaje, desaprender para volver a
aprender: el idioma, a ser paciente, a ser humilde para dejarme enseñar y
corregir (que no ha sido fácil). Aprender a estar, a mirar, a conocer
culturas, diversidad y tradiciones nuevas.
El primer año y medio aproximadamente, estuve en emiratos árabes, un mundo
completamente desconocido para mí. Allí no solo tuve que aprender el
inglés, además tenía que ser capaz de entenderlo en los diferentes acentos de
las comunidades con las que compartieron el día a día: filipinos, indios y
africanos varios. Fue una experiencia que me ayudó a fortalecer mi fe, a
pesar de que fuera del el recinto de la iglesia es muy difícil ser
cristiano.
Después me enviaron a Jordania para estudiar árabe y nuevamente tuve que
descalzarme para entrar a esa tierra sagrada. Jordania es un país musulmán
también, bastante acogedor, donde musulmanes y cristianos conviven en el día a
día. Los cristianos podemos expresar nuestra fe de una manera más
libre. Hay más iglesias que en Emiratos árabes, y volver a escuchar las
campanas de las iglesias llamando diariamente, para mí, era un signo de
hermandad.
Aquí los primeros meses me integré en
algunas de las actividades del centro de Refugiados de los Padres Jesuitas,
donde tuve la oportunidad de convivir con gente de Sudán, Somalia, Irak, Yemen
y Siria. Ahí también me dejé enseñar por ellos, y aprendí a estar,
escuchar y conocer más sobre la religión musulmana.
Compartí la vida con migrantes en su
mayoría jóvenes, que huyen de sus países en busca de mejores
oportunidades. Casi todos están de paso por Jordania y su meta es llegar a
los Estados Unidos. Las pláticas con ellos se hacían cortas. Hablaban
de sus sueños, sus deseos, sus valores, y muchos de ellos nos hablaron de las
similitudes entre ambas religiones, de lo que nos une, ¡siempre con tanto
respeto!
Recuerdo una vez que fuimos a visitar a una señora musulmana, refugiada de
varios años en Amman y en una situación económica muy difícil. Ella quería
saber más sobre la vida religiosa y con mi poquito árabe le expliqué y ella no
paraba de bendecirme. Al final de la visita concluimos con una sencilla
oración a Dios, y me di cuenta de que no habíamos predicado con palabras sino
con el estar, el compartir la vida y el escuchar. Todo eso nos une como
hermanos y hermanas de un mismo Padre.
Ahora estoy en Palestina y mis hermanas de comunidad me han introducido a
algunas de las comunidades de beduinos, todos ellos musulmanes. Me dejo
sorprender por su acogida, su generosidad tan grande y el cariño que la gente
tiene a las misioneras combonianas. Toca volver a ser como una niña, con
el corazón abierto para dejarme enriquecer por la gente, para convivir, estar,
escuchar, compartir la vida y dejarme sorprender una vez más por la riqueza de
religiones y culturas diversas.
Lourdes García
Misionera Comboniana
miércoles, 3 de mayo de 2023
VIDEO DEL PAPA FRANCISCO, MAYO 2023: POR LOS MOVIMIENTOS Y GRUPOS ECLESIALES
¡Los movimientos eclesiales
son un don, son la riqueza en la Iglesia! ¡Esto son ustedes!
Los movimientos renuevan la Iglesia con su
capacidad de diálogo al servicio de la misión evangelizadora.
Redescubren cada día en su carisma nuevas
formas de mostrar el atractivo y la novedad del Evangelio.
¿Cómo lo hacen? Hablando idiomas diferentes,
parecen diferentes, pero es la creatividad que crea esas diferencias. Pero
entendiéndose siempre y haciéndose entender.
Y trabajando al servicio de los Obispos y las
parroquias para evitar cualquier tentación de encerrarse en sí mismos, que este
puede ser el peligro, ¿no?
Manténganse siempre en movimiento, respondiendo
al impulso del Espíritu Santo, a los desafíos, a los cambios del mundo de hoy.
Manténganse en la armonía de la Iglesia, que la
armonía es un don del Espíritu Santo.
Oremos para que los movimientos y grupos
eclesiales redescubran cada día su misión, una misión evangelizadora, y que
pongan sus propios carismas al servicio de las necesidades del mundo. Al
servicio.