Todos soñamos con una familia linda, perfecta. Pero no existen las familias perfectas. Cada familia tiene sus problemas, y también sus grandes alegrías.
En la familia, cada persona es
valiosa porque es distinta a las demás, cada persona es única. Pero las
diferencias también pueden provocar conflictos y heridas dolorosas.
Y la mejor medicina para curar
el dolor de una familia herida es el perdón.
Perdonar significa dar otra
posibilidad. Dios hace eso con nosotros todo el tiempo. La paciencia de Dios es
infinita: Él nos perdona, nos levanta, nos hace empezar de nuevo. El perdón
renueva siempre la familia, hace mirar adelante con esperanza.
Incluso cuando no es posible el
“final feliz” que nosotros quisiéramos, la gracia de Dios nos da fuerza para
perdonar y trae paz, porque libera de la tristeza y, sobre todo, del rencor.
Oremos para que las familias
divididas encuentren en el perdón la curación de sus heridas, redescubriendo,
incluso en sus diferencias, las riquezas de cada uno.
Papa Francisco – Marzo
2025
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