Domingo 15 de septiembre 2024Inundaciones en Chad
Aquí en Murcia llevamos meses esperando
la lluvia que no acaba de llegar, es verdad que en otros lugares de España
estos días ha llovido mucho. Pero desde hace dos semanas he recibido mensajes,
fotos y videos de las inundaciones tan exageradas que desde finales de agosto han
convertido una gran parte de la sabana arenosa de Chad en un lago inmenso.
Campos, carreteras, caminos, pueblos, ciudades… todo ha quedado invadido por el
agua. La página de Vatican News informaba que las lluvias torrenciales e
inundaciones que afectan a muchos países africanos han dejado 341 muertos y 1,5
millones de afectados en Chad. 164.000 casas destruidas, 259.000 hectáreas de
campos dañadas y 66.700 cabezas de ganado arrasadas. Las 23 provincias del Chad
se encuentran actualmente afectadas por estas inundaciones. Desde hace varias
semanas, el país se enfrenta a fuertes lluvias con daños humanos y materiales:
personas muertas, campos invadidos por el agua, puentes arrasados, casas
derrumbadas. El obispo de Pala, monseñor Dominique Tinodji, ha visitado estos
últimos días a los damnificados por las inundaciones en Bongor. Celebró allí una
Eucaristía para consolar a las víctimas, darles esperanza y pedir más
solidaridad. Ha insistido que hay que pasar de lo que podemos decir a lo que
podemos hacer.
Mons. Tinoudji pidió más solidaridad y
compartir con las víctimas. Recordó las palabras de San Pablo que decía: “Nosotros,
que somos muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, y somos miembros los unos de
los otros” (Rm 12,5), y que cuando un miembro sufre, todo el cuerpo
sufre. Como cuerpo de Cristo, estamos invitados a apoyarnos unos a otros y a los
que sufren con nuestros gestos de solidaridad y de compartir. El obispo
agradeció y animó a la parroquia de Bongor que, a través de los misioneros
javerianos que allí trabajan y de los miembros del consejo pastoral, han puesto
en marcha un mecanismo de acogida, proximidad y socorro. Es una gran iniciativa
que todos los miembros de la comunidad están invitados a apoyar.
En las fotos y en los videos que he
subido podéis ver cómo todo ha quedado invadido por las aguas haciendo que la
vida sea mucho más dura de lo que ya es por sí misma. Copio aquí la última
carta que Antxón nos envió desde allí y en donde narra la inmensidad de la inundación.
Hola a todas/os:
Yo quería moverme poco en esta temporada porque los
caminos están imposibles a causa de la lluvia caída y sin embargo he tenido que
viajar dos veces fuera del territorio que nos corresponde atender. La primera
vez para una semana de retiro espiritual en el centro de la Diócesis. Tras
quince kilómetros recorridos a pie llegué a la pista principal (hablar de
carretera resulta excesivo porque no está asfaltada) donde suele haber
mototaxis pero no había hecho ni dos minutos de mi llegada un camión se para y
me ofrece la plaza en la cabina. Doble sorpresa: yo no había hecho ningún gesto
para que se detuviera (aunque es cierto que un blanco a pie y con la mochila a
cuestas llama la atención) y el camión resultó ser completamente nuevo (los
camiones desahuciados en occidente duran aquí otros 10 años así que estamos
acostumbrados a las chatarras ambulantes).
La segunda vez el viaje fue hacia la capital y tuve la
suerte de montar en un autobús completamente nuevo también, con bandeja para
apoyar el vaso y enchufe para cargar el móvil en cada asiento. El colmo del
desarrollo, ya no nos falta nada del mundo moderno. Bueno, algo sí porque por
la ventanilla se siguen viendo poblados de chozas sin agua corriente ni luz,
mujeres moliendo el cereal a golpes en el mortero y niños jugando en el barro.
Medio país está inundado y un gran número de familias ha abandonado sus casas
(muchas chozas se han derrumbado) y viven en el arcén de la carretera. Y sigue
lloviendo...
Debo de ser un poco gafe porque mientras caminaba por
la capital oí el ruido de una caída a mi espalda: los manillares de dos motos
que iban en la misma dirección se enredaron y al suelo. No pasó de ahí. Y a mi
regreso, mientras hago mis otros 15 kilómetros a pie y me detengo para cambiar
el calzado (fuera botas porque en esa zona el agua cubría demasiado) pasa una
moto con dos personas en sentido contrario y oigo la caída a mi espalda. Menos
mal que cayeron en seco. Se ve que mi presencia les impresiona y se van al
suelo. O se asustan...
Espero que este mensaje no se caiga y llegue a su
destino. Hasta otra.
Antxón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario